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  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
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DESDE EL OMBLIGO DEL MUNDO

Ser del Tigre

Ser del Tigre



Hoy me cuesta vivir, abrir los ojos, enfrentar las dificultades y varios etcéteras. Respiro hondo, empiezo a cantar suavito en mis adentros: “Por suerte soy atigrado, soy stronguista de corazón, yo llevo el Tigre en las venas y soy paceño de tradición…”, canción que dediqué a mi querido club The Strongest. Prontamente sube mi ánimo al imaginar esas tardes amarillas gloriosas en el stadium Siles, me incorpora aun mas el rugido ardiente de la barra Ultra Sur, me baño con los cañonazos de humo aurinegro cuando sale el equipo, me peino con el grito de guerra del Chupa Riveros haciendo tronar el cemento, subo al taxi sintiendo la amistad cristalina del Kala, el Gaucho y el Hiru Hichu, dirigentes de mi poderosa hinchada. Revivo de nuevo.

Recuerdo el 8 de abril del 2008, celebrábamos los 100 años de fundación del club. La entonces dirigencia estaba en malas relaciones con la hinchada, ambos frentes me encargan componer una canción por el Centenario del club, que la compongo en medio del conflicto. Se realizan dos actos paralelos, el de la dirigencia en el hotel Radisson, con la presencia artística de Los Kjarkas (que deben ser del Wilster) y Nito Mestre (que no sabía nada del club). Por otro lado, el acto sencillo de la Ultra Sur en la canchita de la Yungas con algunos grupos musicales del Tigre y mucha gente. Por compromiso con la familia del Chupita, a las 21:00 horas estrené la canción en el Radisson. Un dirigentillo de esos con cara de bolivarista (que además no me puso en el afiche publicitario) me pide que cante a medianoche una vez más. Entonces viene la larga espera, Los Kjarkas no salen nunca del escenario, luego entra Mestre, me brota el rugido, agarro mi guitarra y chau… me voy a cantar al acto de la Yungas. Llego emocionado a las 23.00, los cuates de la Ultra me llevan en andas hasta el escenario, 5.000 tigres resonaban. Allí cantamos las canciones “Soy Atigrado”, la sentida cueca “El tigre del pueblo”, dedicada al Chupita y a media noche -con precario sonido-; interpreto cinco veces la canción del Centenario. Al salir, no podía hablar por la ronquera, pero estábamos tan felices que continuamos gritando “¡Tigre, Tigre!” hasta el amanecer. Dos días después partía a dar conciertos a la costa oeste de EE UU, desesperado tuve que inyectarme corticoides, llegué medio ch’aja a Miami.

El 14 de abril, en Washington, vino un recital extraño, a medio día, en el auditorio del BID, un teatro moderno, elegante, bancario, con público circunspecto. Entonces pude ver en medio de la gente elegante las banderas del Tigre, el oro y amarillo glorioso iluminando esa platea de hospital. Al terminar el concierto se acercó un barbudito simpático con su credencial del BID colgando del pecho, su gorra del Tigre, y me regaló varias banderas del equipo. En el concierto de New Jersey apareció otro poderoso Tigre del barrio de San Pedro, me obsequió unas poleras que él había mandado a hacer con un estruendo de Tigre rugiendo y la consigna “100 por ciento Stronguista”, con ese atuendo terminé orgulloso el concierto. En Laussane, Suiza, apareció otro firme stronguista trayéndome un singanito antes del concierto en el teatro Lueverne. Luego del evento me invitó a escuchar mi canción dentro de su camión de transporte y dimos vueltas por una plaza medieval, gritando “¡Tigre, Tigre!”. El 15 de agosto del año pasado toqué en la Plaza San Francisco de Quito junto a León Gieco de Argentina, para las festividades quiteñas. En el camerino, se acercó un joven ecuatoriano ataviado con la camiseta del Tigre para que le firmara mi “Antojolia”, un CD doble de colección. Nos sacamos fotos, estaba feliz, me preguntaba a cada rato por el Chupita.

Ser del Strongest es ser parte de una gran familia planetaria de gentes nobles. Es una cosmovisión, una manera de ver la vida con valores de solidaridad, lealtad, garra, pundonor. Porque lo mejor que tiene mi equipo no son sus jugadores, ni sus inversiones, ni sus terrenos, ni sus dirigentes viejos y nuevos. El gran patrimonio del Tigre es esa hinchada mundial, poderosa, leal, entrañable y valiente, que enfrenta con su pecho aurinegro todos los vientos cruzados de la vida y se une en el cosmos infinito. Y las tigresas… esas sí que son bellas y valerosas. Y los tigritos… siempre con su sonrisa levantando el puño en alto. Bueno, ahora que me siento mejor me despido con el grito de guerra en aymara que dice: ¡Huaaaarikasaya kalatakaya! ¡Hurra Hurra! ¡Viva el poderoso Strongest! ¡Que viva!

*El Papirri es el popular cantautor paceño Manuel Monroy Chazarreta, quien envía sus crónicas desde Quito, Ecuador.

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