Existe control químico, natural y biológico
El control biológico para atacar a las plagas de los cultivos. De acuerdo con el INE, en el país, de 871.927 UPA, 55.515 aplican en sus cultivos un control biológico como los insectos, las bacterias y otros. Los departamentos de La Paz y Santa Cruz destacan con este tipo de control en comparación con el resto.
Uso de productos naturales para el control de plagas en los cultivos. Del total de UPA en Bolivia, 88.725 aplican productos naturales en sus cultivos para el control de plagas y enfermedades. En La Paz y Potosí se observa mayor empleo de este tipo de control.
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Las cintas de casete amarradas a las plantas, formando hileras en los cultivos de hoja de coca, “silbaban” cuando hacía viento, y eso disminuía que la sica, una plaga, como una mariposa que deja sus huevos y que ataca los cocales, se acerque a las plantaciones, una de las más conocidas en la región del Trópico del departamento de Cochabamba.
Cuando los cocaleros no tenían los conocimientos actuales, atacaban a las plagas que acechaban a sus cultivos de manera empírica. Ahora, se utilizan fungicidas.
Sin embargo, además de los compuestos químicos, existen prácticas biológicas y naturales que se continúan utilizando.
El dirigente cocalero Leonardo Loza sostiene que, en la actualidad, hay mayor información y que acuden a los profesionales ante problemas que se presenten en sus chacos.
Los agricultores tienen acceso a los técnicos municipales, al Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag) y al Instituto Nacional de Innovación Agropecuaria y Forestal (INIAF) para recibir la información adecuada.
“Antes combatíamos de acuerdo con nuestro criterio, empíricamente. No había recomendación técnica ni orientación profesional”.
Además del uso de las cintas, los dueños de las plantaciones incluso vigilaban en persona, “cada mañana”, que no aparezcan las sicas.
En la zona Andina, además de los químicos, existe la posibilidad de aplicar prácticas distintas para evitar las plagas o, al menos, disminuir el riesgo de su presencia. En el caso de la quinua, es una práctica cultural para no tener anegamiento en las parcelas, la siembra a distancias adecuadas entre surco y surco, para no permitir el desarrollo de las enfermedades.
En algunos municipios de la región de los Valles, aplican salidas biológicas como complemento al uso de fungicidas para aminorar los gastos en la producción de sus cultivos.
Una manera es la implementación de feromonas en una especie de trampas que se instalan para proteger los cultivos de tomate, pimentón y otros de plagas como las polillas y la mosca blanca.
Son trampas de color amarillo que se arman utilizando miel, entre otros elementos, que ataren a los machos, que se quedan pegados al compuesto y su población se va reduciendo y, por ende, afectan menos a la producción.
El alcalde de Omereque, Héctor Arce, informa que en su municipio se determinó que cada productor debe instalar al menos 20 de estas trampas por hectárea de cultivo que tenga, como una forma de economizar en fungicidas.
Por otro lado, se instruyó no demorar más de tres semanas en la limpieza de la maleza que queda después de cosechas como la del tomate, “para eliminar todas las enfermedades” que pudieran surgir por los terrenos no arados a tiempo.
En el caso de las floricultura, el docente y responsable del Laboratorio de Fitopatología de la Facultad de Ciencias Agrícolas y Pecuarias de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), Mario Coca, explica que esa facultad desarrollo un biocontrolador de enfermedades. Se trata de un hongo que actúa como fungicida.
“Se llama trichoderma. Hemos logrado aislarlo a partir del suelo de un sector del municipio de Tiquipaya”.
Aunque se requieren condiciones para su aplicación y los productores todavía no están acostumbrados a su uso.
LOS PRODUCTOS
QUÍMICOS
Cochabamba y La Paz son los departamentos que más Unidades de Producción Agropecuaria (UPA) aplican los productos químicos para combatir las plagas.
El docente universitario Coca manifiesta que lo químico “siempre ha sido lo más preponderante” para atacar a las plagas, que proliferan a mayor cantidad de plantaciones.
“Hace mucho tiempo, es una de las prácticas que se utilizan para el control de las enfermedades”.
Sostiene que lo recomendable es que la aplicación de los fungicidas sea preventiva.
“Nosotros trabajamos desde la identificación de las enfermedades, la época en la que aparecen y la forma de las aplicaciones”.
Aclara que, en el caso de las enfermedades destructivas, los hongos trabajan de la noche a la mañana, y destruyen las plantas.
Por eso, es necesario dar atención preventiva para garantizar la producción.