¿Puede cambiar un hombre que ejerce violencia contra su familia
¿Puede un hombre que ejerce violencia contra su pareja o sus hijos cambiar? Sí, es posible, cuando confluyen algunos factores necesarios, como la voluntad personal y la terapia profesional.
La violencia es un gigante que está destruyendo familias y generaciones enteras en Bolivia. Las estadísticas demuestran que el maltrato hacia la mujer continúa en crecimiento, pese a la existencia de una ley, la 348, que tipifica como delito esta conducta.
Del 1 de enero al 30 de junio de 2018, la Fiscalía General del Estado registró en Bolivia 61 feminicidios y 12.746 casos de violencia intrafamiliar. En comparación con el mismo período de 2017, la cantidad de casos aumentó este año en un 15 por ciento .
¿Qué está fallando? Un abanico de circunstancias, desde el incumplimiento de la norma hasta la falta de inversión estatal en la prevención. Sin embargo, activistas y algunas autoridades han coincidido en que será imposible acabar con la violencia si no se atacan las raíces de la misma, desde varios flancos. Se seguirá reproduciendo si no se trabaja en la transformación de pensamientos y de comportamientos que en gran medida son fomentados por una cultura machista y patriarcal. De nada sirve llenar las cárceles de agresores si estos no cambian sus conductas a través de terapias específicas.
La Ley 348 ordena a los gobiernos municipales del país que implementen servicios integrales de rehabilitación para los agresores, pero la mayoría de las alcaldías no está cumpliendo con esta instrucción, aunque existen esfuerzos aislados que aún no son políticas de acción.
La primera interrogante que muchas autoridades se plantean es si vale la pena invertir grandes sumas en terapias para agresores, porque existen dudas respecto a si las personas adultas pueden cambiar sus patrones de pensamientos y de conductas.
La psicóloga clínica del Instituto de Investigaciones Forenses (IDIF) de Cochabamba Lorena Cox Mayorga cree que la mayoría sí puede cambiar.
Los hombres pueden convertirse en agresores cuando no han tenido una contención familiar, educativa y social; cuando sufren de trastornos celotípicos (celos enfermizos); o cuando crecieron en ambientes violentos, lo que por un lado les hizo naturalizar la violencia como una herramienta funcional de regulación, y por otro, les impidió desarrollar una autoestima sana.
Por ello, en sus relaciones de pareja y familiares, estos hombres buscan reafirmarse a través del ejercicio de poder y del maltrato. El machismo y la falta de una correcta contención social y familiar derivó en que estos hombres no tengan un repertorio conductual ante los conflictos familiares.
“Los hombres que ejercen violencia, como fruto de estos factores, sí pueden cambiar al acceder a servicios terapéuticos integrales. Pero, aquellos cuya violencia está originada por enfermedades siquiátricas solo pueden ser estabilizados, no tienen cura”, según la profesional del IDIF.
El ejercicio de poder abusivo se traduce en actos de violencia psicológica, física, sexual, económica y puede llegar hasta el feminicidio.
Contrariamente a lo que la mayoría cree, el 70 por ciento de los casos de violencia hacia las mujeres y los feminicidios ocurren cuando los agresores están sobrios. El alcohol es un detonante de la violencia, pero nunca es la causa.
Muchos de los agresores tuvieron una niñez difícil. Crecieron en ambientes de familias desestructuradas, donde la violencia se ha reproducido de manera activa. Cox, que ha entrevistado a varios de ellos, afirmó que a algunos de ellos los golpearon, tanto, que sufrieron lesiones cerebrales, tornándose impulsivos y agresivos.
Los niños y adolescentes agredidos en la cabeza suelen golpear a sus hermanos todo el tiempo y pueden llegar a agredir a sus madres.
“Son personas que al no haber desarrollado contención, no procesan la información y reaccionan directamente con violencia”. Pero, si se les provee las herramientas para ayudarles a contener esa impulsividad y agresividad, y a reeducar sus conductas, se puede subsanar el comportamiento posterior de estas personas”.
Si en lugar de ello, la rabia y la frustración en ellos se profundiza, la violencia irá en aumento también. Este tipo de agresores puede llegar a comprender el porqué desarrollaron comportamientos violentos y con ellos funcionan las terapias cognitivas.
“Los agresores que tienen sentimientos de culpa y reconocen su condición pueden ser rescatados con un proceso de reeducación conductual, siempre y cuando no hayan sufrido lesiones cerebrales por los golpes en su niñez o adolescencia”.
La psicóloga clínica recordó que “algunas instituciones han estado trabajando con agresores intrafamiliares mediante una intervención positiva y asertiva”. El Servicio Legal Integral Municipal (SLIM) de Cochabamba ha hecho esfuerzos por ofrecer estas terapias en las subalcaldías, casas comunales y otros.
Sin embargo, también existe otro proyecto, Hombres de Paz, de la Fundación Voces Libres, con la que varias instituciones estatales han firmado convenios, como la Fiscalía Departamental, el Tribunal de Justicia de Cochabamba y algunos SLIM de otros municipios cercanos.
Hombres de Paz ya ha cumplido un año de servicio en Cochabamba, y ya existen frutos.
Existen tres modalidades de ingreso: por orden judicial, por orden fiscal o de SLIM, y de manera voluntaria. Los hombres que han sido procesados penalmente y se acogieron a una salida alternativa legal, para no entrar a la cárcel, están en el primer grupo, y son enviados por los jueces antiviolencia, con carácter obligatorio. Deben cumplir 18 sesiones certificadas para probar que cumplieron con la medida.
Los hombres que han sido denunciados por violencia, pero sus procesos aún están en etapa de investigación, también llegan con orden fiscal al centro.
Los SLIM que detectan casos de violencia en sus inicios también remiten a los hombres que piden ayuda a este centro terapéutico. Los varones de los dos primeros grupos llegan por obligación, pero una gran parte de ellos cambia su motivación durante las primeras cinco sesiones. Aquellos que van por voluntad propia, que reconocieron que tienen un problema de violencia, son quienes mejor responden a las terapias, pero no son los únicos.
Se puede
Con voluntad personal y terapias profesionales, los hombres que aprendieron a ser violentos pueden cambiar su conducta y pensamientos.
12.746
Casos de violencia intrafamiliar han sido denunciados entre el 1 de enero y el 30 de junio de 2018 en Bolivia. En ese mismo lapso, 61 mujeres fueron asesinadas por sus parejas o exparejas. En la Llajta, hasta la fecha, ya hubo 16 feminicidios.