Sumar, restar y formar oraciones sirven para contener el alzhéimer
Cecilia C. pregunta, con insistencia, cómo se llama la persona que se encuentra sentada junto a ella, en la sala de su hogar. Su hija, Ana, le responde que es una amiga suya, Martha, que acaba de llegar a Cochabamba desde España, después de haberse ausentado por tres años.
Un par de minutos después, Cecilia, quien roza los 80 años, levanta la cabeza y pregunta quién es la persona que está a su lado. Martha, que ya está acostumbrada a esta rutina, le explica que se trata de su amiga Martha.
La octogenaria fue diagnosticada con mal de Alzheimer hace tres años y, desde entonces, empezó a perder la memoria, en los últimos meses con tal rapidez que ya no recuerda el nombre de su hija, pero “afortunadamente” todavía reconoce su rostro.
Ana asegura que su madre sale a la calle solo si alguien la acompaña, porque ya se extravió un par de veces y la encontraron después de seis horas.
Con el fin de recibir ayuda de especialistas, Cecilia es llevada a un centro de día, cuyo nombre Ana prefirió mantener en reserva, donde recibe estimulación mental y física.
Hogar de Sabiduría es uno de los centros en Cochabamba que atiende, durante el día, a personas que tienen un diagnóstico de alzhéimer.
La directora de la institución, Teresa Laserna, puntualiza que el equipo multidisciplinario que trabaja en el centro da prioridad a la parte cognitiva de los pacientes, con el fin de que no se deterioren física ni mentalmente.
A los pacientes se les plantea problemas simples de cálculo. Por ejemplo, si van a comprar dos litros de leche con 20 bolivianos, ¿cuánto tienen que pagar por las dos bolsas y cuánto de cambio deben recibir?
“O sumas menores, para que su mente se ejercite. Por ejemplo, cuánto es cinco más ocho”.
El objetivo de estos ejercicios es que el paciente repita estas operaciones y no las olvide.
En el área de lenguaje se les da palabras en diferente orden para que ellos puedan armar una oración, en forma lógica.
A este centro llegan los adultos mayores a las ocho de la mañana, y permanecen hasta las siete de la noche. En el momento del desayuno, se aprovecha para recordarles las últimas noticias y se trabaja con la memoria a corto y largo plazo, se les recuerda quiénes eran sus padres, sus parejas, cuántos años tienen y qué actividad realizaban.
Laserna admite que con las personas que tienen el mal de Alzheimer muy avanzado el trabajo se hace cuesta arriba y los progresos son lentos.
Ese es el caso, por ejemplo, de Sandra, de 71 años (nombre convencional), quien llegó al centro Hogar de Sabiduría hace cinco meses con un diagnóstico de alzhéimer avanzado. Cuando se le pregunta por su apellido, responde con dificultad.
La mujer, de contextura pequeña y un poco encorvada por el peso de los años, camina ansiosa de un lado a otro y pregunta insistentemente a qué hora vendrá a recogerla su mamá. En el momento en que la Directora del centro le menciona a su papá, esta reacciona con emoción y recuerda que él era un futbolista habilidoso.
Laserna asegura que, si bien es difícil trabajar con Sandra, en el tiempo que asiste al centro mejoró ostensiblemente. Cuando ingresó, se golpeaba contra la pared.
Para que el tratamiento que se brinda a una persona con alzhéimer tenga mejores resultados, Laserna aconseja que la familia colabore y mantenga siempre el vínculo de amor con su ser querido.
En otro caso, Amalia, una profesora jubilada de 68 años, llegó al centro casi sin poder reconocer a su familia ni los nombres de sus hijas, dónde estaba o quién era ella. Cuando se le consultaba por su edad, respondía, con mucha convicción, que tenía cinco.
En cuatro meses de permanencia en el centro, empezó a recordar los nombres de sus hijas, los de sus nietos y otros datos más de su familia.
Vicente, de 73 años, toca la guitarra, pinta paisajes y escribe muy bien. Su diagnóstico: alzhéimer grave. Por la tarde, él no recuerda qué almorzó a mediodía, pero no se olvida los nombres de sus hijas o cuántos nietos tiene.
Este avance es posible, según Laserna, con el trabajo diario que se realiza con estos pacientes. Gracias a los ejercicios que hace Vicente, él se acuerda de la letra de varias canciones, baila y se divierte.
No obstante estos avances que se logran con los pacientes, Laserna está consciente de que el centro trabaja con la última etapa de sus vidas. El objetivo es darles la mejor calidad de tiempo a estas personas.
Laserna advierte que una señal que debe tomar en cuenta la familia para detectar si un adulto tiene indicios de sufrir alzhéimer es cuando este se queda callado mucho tiempo, no molesta, no comenta nada y se queda muy quieto.
Agrega que, la enfermedad de Alzhéimer es compleja, que a los hijos les cuesta mucho aceptar, porque no admiten que la figura fuerte de la familia, el padre o la madre, empieza a ser débil, que no puede razonar.
PREVENCIÓN
Más vale prevenir que lamentar. Este refrán milenario se hace más importante cuando se habla del alzhéimer. Y si bien esta enfermedad es irreversible cuando afecta a una persona, Laserna asegura que es posible retrasar su aparición si es que a partir de los 40 años, por ejemplo, se ejercita la mente.
Entre los “ejercicios” que recomienda están, por ejemplo, ducharse con los ojos cerrados, jabonarse con la mano que menos se usa, ingresar al cuarto en la oscuridad o llegar al hogar por un camino diferente.
Estos ejercicios permiten al cerebro, según Laserna, seguir haciendo las conexiones.
Equipo
Un centro que atiende a personas que padecen alzhéimer debe contar con médicos, geriatras, fisioterapeutas y psicólogos, entre otros profesionales.
Ocho años
El centro Hogar de Sabiduría funciona desde hace ocho años, y en sus instalaciones acogió, en todo ese tiempo, a por lo menos 120 personas con diagnóstico de alzhéimer.