El desarrollo de la tecnología es el nuevo oro del mundo
14 de enero de 2018 (18:52 h.)
El año 2005, el periodista tecnológico Thomas Friedman publicó el libro “La Tierra es plana, una breve historia del siglo XXI”, acaso el mejor resumen de la convergencia entre tecnología, globalización y economía. El texto identifica el punto 0 de la globalización como el 12 de octubre de 1492, cuando Cristóbal Colón conecta dos continentes y, en consecuencia, el comercio entre ambos, en una época en la que la Tierra era considerada plana y su redondez una imposibilidad.
Más de 500 años, el autor vuelve a la India para mirar hacia América y descubre que algunas cosas han cambiado desde entonces. Una de ellas, que gracias a la conexión mundial de fibra óptica, Estados Unidos puede contratar asistentes de oficina en Bangalore, de tal manera que un ejecutivo que deja su oficina a las 18 pm (hora de Estados Unidos), su asistente entra a la oficina a las 9 am (hora de India) y le deja el trabajo a realizar. Dos continentes, dos personas, un mismo trabajo que se realiza 24 horas al día. Esta posibilidad de outsourcing tecnológico permitió a India convertirse en un país que exporta servicios: oficinas de call center, atención al cliente, cobranzas, asuntos legales y, por supuesto, desarrollo de software. Aquí es donde el autor ahonda el hecho de que este país tiene un gran capital humano en programación y que, sin los cargos extras de transporte, o vivienda, Estados Unidos puede contratar a los mejores programadores para que trabajen en línea de continente a continente.
Parece una historia lejana a nosotros, pero Cochabamba se ha convertido en un nodo tecnológico en los últimos años, donde el capital humano está trabajando para clientes en Estados Unidos. Compañías como Jalasoft, Truextend, Thomson Reuters, AssureSoft, entre cientos de empresas de todo tamaño que están usando este modelo de negocios. De hecho, y a modo de anécdota personal, hace unos meses recibimos la invitación para el lanzamiento de las nuevas oficinas de una empresa de desarrollo en la zona de la Recoleta. La empresa informaba que, luego de tener sede en Silicon Valley decidieron abrir una oficina en Cochabamba con una inversión de dos millones de dólares en un edificio que acoge a más de 100 empleados. Al llegar a las oficinas, reconocí inmediatamente el lugar ya que años atrás había trabajado en esas instalaciones y pude notar de cerca los cambios realizados: lectores biométricos, salas de juego, espacios de descanso y grandes mesas de trabajo. A su cabeza, un joven cochabambino hablaba a su numeroso equipo como quien sabe que la tecnología es el nuevo oro del siglo XXI.
El caso de esta empresa (Truextend) no es aleatorio, ni menos un cisne, es el resultado de múltiples variables.
Por otro lado, el entusiasmo inicial del proyecto de Ciudadela Tecnológica entre el sector público, privado y académico parece que está tomando más del tiempo debido para darle el sello final a “Cocha Valley” como un espacio para el estímulo al desarrollo y a la innovación tecnológica. Lastimosamente existen pocas noticias destacadas sobre este proyecto y con el riesgo a enfriarse, sí cabe destacar la existencia de otros nodos que están aportando al ecosistema como Hub7, el proyecto StartUpWeekend, los grupos GDG de Google, y cuantas conferencias, hackatones y eventos que se están gestando en Cochabamba para mostrar el potencial del talento acaso de la ciudad.
Aquí es donde quiero concluir: en el talento humano, porque una ciudad va a desarrollar no con infraestructura ni servicios que eso se supone debe estar garantizado, sino, con educación de calidad, con nuevos profesionales capaces de transformar nuestro entorno y llevarnos hacia nuevos conceptos y estilos de vida. En buena hora los colegios que incorporan robótica y programación en sus actividades, porque ahí es donde Cochabamba podrá tener más ingenieros, más empresas de desarrollo, más emprendimientos y ofertas digitales para dejar la dependencia de la economía basada en hidrocarburos o industria, y pasar a la economía basada en servicios o en clusters de tecnología.
Más de 500 años, el autor vuelve a la India para mirar hacia América y descubre que algunas cosas han cambiado desde entonces. Una de ellas, que gracias a la conexión mundial de fibra óptica, Estados Unidos puede contratar asistentes de oficina en Bangalore, de tal manera que un ejecutivo que deja su oficina a las 18 pm (hora de Estados Unidos), su asistente entra a la oficina a las 9 am (hora de India) y le deja el trabajo a realizar. Dos continentes, dos personas, un mismo trabajo que se realiza 24 horas al día. Esta posibilidad de outsourcing tecnológico permitió a India convertirse en un país que exporta servicios: oficinas de call center, atención al cliente, cobranzas, asuntos legales y, por supuesto, desarrollo de software. Aquí es donde el autor ahonda el hecho de que este país tiene un gran capital humano en programación y que, sin los cargos extras de transporte, o vivienda, Estados Unidos puede contratar a los mejores programadores para que trabajen en línea de continente a continente.
Parece una historia lejana a nosotros, pero Cochabamba se ha convertido en un nodo tecnológico en los últimos años, donde el capital humano está trabajando para clientes en Estados Unidos. Compañías como Jalasoft, Truextend, Thomson Reuters, AssureSoft, entre cientos de empresas de todo tamaño que están usando este modelo de negocios. De hecho, y a modo de anécdota personal, hace unos meses recibimos la invitación para el lanzamiento de las nuevas oficinas de una empresa de desarrollo en la zona de la Recoleta. La empresa informaba que, luego de tener sede en Silicon Valley decidieron abrir una oficina en Cochabamba con una inversión de dos millones de dólares en un edificio que acoge a más de 100 empleados. Al llegar a las oficinas, reconocí inmediatamente el lugar ya que años atrás había trabajado en esas instalaciones y pude notar de cerca los cambios realizados: lectores biométricos, salas de juego, espacios de descanso y grandes mesas de trabajo. A su cabeza, un joven cochabambino hablaba a su numeroso equipo como quien sabe que la tecnología es el nuevo oro del siglo XXI.
El caso de esta empresa (Truextend) no es aleatorio, ni menos un cisne, es el resultado de múltiples variables.
Por otro lado, el entusiasmo inicial del proyecto de Ciudadela Tecnológica entre el sector público, privado y académico parece que está tomando más del tiempo debido para darle el sello final a “Cocha Valley” como un espacio para el estímulo al desarrollo y a la innovación tecnológica. Lastimosamente existen pocas noticias destacadas sobre este proyecto y con el riesgo a enfriarse, sí cabe destacar la existencia de otros nodos que están aportando al ecosistema como Hub7, el proyecto StartUpWeekend, los grupos GDG de Google, y cuantas conferencias, hackatones y eventos que se están gestando en Cochabamba para mostrar el potencial del talento acaso de la ciudad.
Aquí es donde quiero concluir: en el talento humano, porque una ciudad va a desarrollar no con infraestructura ni servicios que eso se supone debe estar garantizado, sino, con educación de calidad, con nuevos profesionales capaces de transformar nuestro entorno y llevarnos hacia nuevos conceptos y estilos de vida. En buena hora los colegios que incorporan robótica y programación en sus actividades, porque ahí es donde Cochabamba podrá tener más ingenieros, más empresas de desarrollo, más emprendimientos y ofertas digitales para dejar la dependencia de la economía basada en hidrocarburos o industria, y pasar a la economía basada en servicios o en clusters de tecnología.