Madre asegura que si tiene que ir a la cárcel por salvar a su hijo lo hará
“Gracias al uso del aceite de cannabis sativa, las convulsiones que sufre mi hijo, por la epilepsia, son menos frecuentes y con menor duración”, asegura Cecilia, madre de Joaquín, a quien le gusta practicar danza y tocar batería.
Cecilia agrega, con determinación, que si el cannabis puede sanar a su hijo, ella lo seguirá utilizando, incluso si se arriesga a que la encarcelen por eso.
Es domingo 26 de noviembre y la temperatura se acerca a los 35 grados centígrados. Joaquín y su madre se han acomodado en dos asientos bajo un tejado que les protege del sol abrasador de mediodía.
Ambos tienen en sus manos sendos vasos con limonada para tratar de aliviar la sed.
La mujer de 55 años, quien enviudó hace más de dos décadas, respira profundamente y comienza a relatar la historia de su hijo y las dificultades por las que atraviesan desde hace casi tres lustros.
Joaquín tiene 29 años y sufre de epilepsia desde los 14. Sin embargo, sus problemas de salud comenzaron cuando el tenía apenas 12 días de nacido. Su madre rememora que todo empezó cuando su hijo tuvo fiebre, y como no fue atendido oportunamente, le dio meningitis.
El bebé de Cecilia estuvo internado en el hospital durante casi dos meses. Tras ser dado de alta no tuvo problemas significativos de salud hasta que cumplió 14 años cuando empezó, de repente, a convulsionar.
No obstante, la infancia de Joaquín no fue del todo fácil. Su madre recuerda que desde pequeño tuvo dificultades motoras. Con el fin de resolver sus problemas de salud asistía a sesiones de fisioterapia en el Centro de Rehabilitación Cochabamba (Cereco) para aprender a gatear, primero, y, luego, a caminar.
Joaquín logró avances importantes, respondió bien a las sesiones de fisioterapia e ingresó a la escuela “normal”, adonde su madre le acompañaba para darle seguridad.
En la escuela tuvo un rendimiento regular y no sufrió durante toda la primaria algún episodio de epilepsia. Sin embargo, en la secundaria la enfermedad se manifestó con fuerza. La madre de Joaquín considera que todo se debió a que había más presión en los estudios.
El adolescente se encontraba durmiendo en su hogar, cuando empezó a convulsionar. Su madre le llevó inmediatamente al hospital y un médico le diagnosticó epilepsia, consecuencia de la meningitis que había sufrido cuando era un recién nacido.
A partir de esa primera crisis, las convulsiones fueron en aumento, las sufría en forma más seguida y tenía hasta 15 episodios por día.
El médico que lo atendía le recetó dos tipos de medicamento para controlar las convulsiones.
Y si bien en un principio las convulsiones se controlaron con la medicación, los episodios, con el paso de los meses, se incrementaron, no solo en número sino también en duración.
Un médico neurólogo, amigo de la familia, le recomendó a Cecilia probar el aceite de cannabis sativa (marihuana) porque, según le comentó, tenía varios pacientes a quienes había tratado con este mismo producto, con resultados alentadores.
Uno de los efectos inmediatos del uso del aceite, según ese galeno, era que se disminuía la dosis de los medicamentos que usaban sus pacientes.
El médico les explicó a Cecilia y a su hijo que el tratamiento con aceite de cannabis tenía la propiedad de sanar enfermedades como la epilepsia, la psoriasis e incluso el cáncer, “lo que estaba comprobado científicamente”.
EN BUSCA DEL ACEITE
Cecilia empezó a indagar por el aceite de cannabis. Lo primero que se le ocurrió fue acudir a un pariente que viajaba con frecuencia a Estados Unidos para que él traiga desde ese país este producto.
Un médico boliviano les facilitó la receta, sin embargo, su familiar no pudo comprar el medicamento porque una condición para la venta era que el paciente debía estar presente.
La búsqueda de esta madre estaba lejos de terminar y decidió preguntar a padres que tenían hijos con episodios de epilepsia.
Su persistencia dio frutos cuando se contactó con una amiga de su hijo, quien tenía una niña que también sufría de convulsiones por la epilepsia.
Esta joven madre utilizaba el aceite de marihuana para controlar las crisis de su niña. Según su testimonio, su pequeña no escuchaba, no prestaba atención y se encontraba como un vegetal.
Antes de usar aceite de cannabis, esta madre había llevado a su hija a clínicas de renombre en el exterior, pero con resultados exiguos, desalentadores.
Y desde que empezó a utilizar el aceite, la niña, que roza los seis años, responde cuando le hablan por su nombre, presta atención, logra sostenerse de pie y empezó a dar sus primeros pasos.
En este caso, la madre asegura que le quitó toda la medicación a su hija y ahora le trata solamente con gotas de aceite de cannabis, además de galletas que ella misma prepara.
Cecilia consiguió aceite de marihuana y galletas hace seis meses, y su hijo Joaquín sigue un tratamiento con estos productos. Le da tres gotas por la mañana y otras tres por la noche y, según la mujer, los beneficios son más que evidentes: las crisis han casi desaparecido por completo desde esa fecha y cuando sufre alguna convulsión es de apenas unos segundos. Además, reacciona rápido.
Antes, cuando Joaquín no tomaba el aceite, tras una convulsión, sufría inmediatamente otros episodios casi inmediatamente. Las crisis duraban hasta tres minutos y no podía reaccionar ni respirar. Su madre tenía que gritar para que vuelva en sí.
Ahora, cuando sufre una crisis, ya no se repiten otras en el mismo día.
Joaquín asegura que cuando se coloca las gotas de aceite debajo de la lengua o cuando consume las galletas se relaja bastante y hasta le da somnolencia, además de ganas de dormir.
El joven, al margen del aceite de Cannabis que utiliza, sigue con su medicación, pero, según su madre, es muy fuerte y le puede dañar el hígado con el tiempo.
Cecilia está convencida de que el Cannabis medicinal no tiene ningún efecto en la salud de su hijo.
HASTA 20 EPISODIOS
Jorge es otro padre que ha encontrado en el aceite de cannabis, que conoció en Estados Unidos, la última alternativa para tratar a su hija de seis años.
El abogado empezó a utilizar en mayo de 2017 el aceite en su hija porque considera que ella estuvo mal medicada durante al menos cuatro años, a partir de un diagnóstico erróneo que le hicieron médicos en Bolivia, cuando ella tenía apenas seis meses.
Jorge recuerda que su hija empezó a convulsionar cuando tenía seis meses de edad. Un médico neurólogo de adultos de la Caja en la que su familia está asegurada le recetó varias medicinas para su hija, pero que no le hacían ningún bien, al contrario, le provocaban más convulsiones.
Buscó entonces a una pediatra especialista en Neurología, quien, según el testimonio de este padre, le recetó seis anticonvulsivos, pero sin tener un diagnóstico real.
La hija de Jorge sufría cada vez convulsiones con más frecuencia y los episodios llegaron hasta 20 en un solo día con una duración de hasta 20 segundos.
Y como las crisis empeoraban, Jorge y su esposa decidieron hacer un sacrificio, reunir dinero, y llevar a su niña a México para ver a un especialista. En este país le confirmaron que los diagnósticos y los tratamientos que le dieron estaban equivocados.
“Mi hija convulsionó durante cuatro años por un mal diagnóstico y una mala praxis médica”.
Después de consultar al especialista en México, decidieron quitar dos medicamentos que no le hacían ningún bien y, al contrario, le dañaban el hígado y el riñón a la niña.
Y fue en México que este médico les recomendó el uso del aceite de cannabis, como un tratamiento para la epilepsia.
Consiguieron el aceite gracias a sus contactos con la Fundación Cannabica de Bolivia y desde que empezaron a suministrar este producto a su niña, Jorge asegura que han logrado muchas mejoras.
La niña puede ahora caminar agarrada de una mano, está más atenta con la vista y se interrelaciona más con ellos.
Asiste a un kínder en el que su desempeño es bueno. Antes de usar el aceite de marihuana, sus padres la llevaban a una escuela para niños especiales.
La niña sigue tomando anticonvulsivos, pero Jorge considera que con el aceite de cannabis tiene más progresos que con los otros medicamentos.
La pequeña toma cuatro gotas de cannabis medicinal cada día.
Jorge señala que los progresos en la salud de su hija son tan visibles, con la ayuda del aceite de cannabis, que en septiembre le bajaron la dosis de uno de los medicamentos.
Recuerda que algunos médicos le llegaron a decir que su hija tenía solo el 15 por ciento de probabilidades de vida o que se iba a quedar como un vegetal. Es más, uno le recomendó, con poco tino, que no gastara en exámenes o medicinas “porque esos niños se mueren”.
“Indignado, le dije a ese médico que esta niña, mi hija, me iba a enterrar a mí”, puntualiza Jorge.
BAILA CUECA
Lourdes es una mujer de mediana edad que empezó a sufrir de artrosis múltiple, a tal extremo que no se podía sentar y menos caminar. El dolor que sentía era tan fuerte que debía estar medicada todo el tiempo, pero su problema de salud no se solucionaba.
Aconsejada por uno de sus amigos, Lourdes empezó un tratamiento con cannabis y mejoró ostensiblemente, hasta el punto de que, según sus palabras, camina, baila cueca y ya no siente esos intensos dolores en el cuerpo.
Historia
Joaquín tiene 29 años y sufre convulsiones desde los 14. Junto con su madre inició un tratamiento con aceite de marihuana con buenos resultados, según su testimonio.
Este joven estudió para ser chef, pero no puede ejercer porque debe evitar estar cerca del fuego. En sus tiempos libres practica danza y toca la batería.