Tumiri continúa en la aeronáutica y ahora estudia para piloto comercial
Lo primero que hizo Erwin Tumiri, mecánico aeronáutico que se encontraba en el avión de LaMia que se estrelló en Colombia, cuando estaba a punto de llegar a su destino, fue ponerse de rodillas y agradecer a Dios por haberle dado una segunda oportunidad.
Al recordar el accidente del 28 de noviembre de 2016, a Tumiri se le hace un nudo en la garganta, se esfuerza para contener las lágrimas y continúa su relato.
De aproximadamente 1.70 metros de altura, contextura más bien delgada, de trato amable y voz serena, el técnico relata que se puso de pie, pese a que sentía dolor en su cuerpo, y empezó a gritar para buscar sobrevivientes.
A los pocos minutos encontró a Ximena Suárez, la azafata del vuelo, y logró rescatarla para llevarla a un lugar más seguro.
Durante su relato hace hincapié en que todo se lo debe a "papá Dios". Recuerda que tuvo una infancia dura porque su familia ocupaba una casa de adobe y dormían en el piso.
Desde pequeño quiso estar vinculado a una carrera aeronáutica. Ingresó al Colegio Militar de Aviación de Santa Cruz, pero dejó la institución porque su familia no podía costear más sus estudios, hasta que finalmente ingresó a la carrera de mecánica aeronáutica y pilotaje civil.
Tumiri cuenta algunos detalles sobre el siniestro y lo que pasó después.
P: ¿De qué manera te ha cambiado la vida el accidente del 28 de noviembre?
R: Bastante. Ahora salgo más con las personas que quiero y comparto con ellas. Antes, yo estaba más encerrado, por mis estudios. Ahora soy más activo en la iglesia.
P: ¿Hablando de tu familia, tus amigos, la iglesia y tu fe. ¿Cómo te ayudaron a sobrellevar el accidente?
R: Bastante, en especial mi familia que siempre me apoya en los estudios, así como mis amigos que me motivan para ir a jugar por las noches. Y también la iglesia, en la cual estoy más involucrado ahora con actividades. Con el grupo de música Ajayu estuve bastante tiempo.
P: Además del trabajo, ¿qué otras actividades realizas?
R: Me gusta practicar fútbol, futsala, voleibol y wally. Desde pequeño nunca me ha gustado perder y crecí con esa mentalidad. También estoy con la música, apoyando a mi iglesia ahora, soy evangelista cristiano.
Me invitan para dar charlas, para que hable sobre mi experiencia. Les cuento mi testimonio porque hay personas que se desmotivan fácilmente y trato de animarlas. En mi caso, yo no sabía adónde iba a llegar, y seguramente me falta mucho todavía.
Vivía en una casa de adobe, al sur de la ciudad, dormíamos en el suelo y mi meta era siempre sobresalir, salir adelante, ser único, eso es lo que me gusta y les hablo de eso cuando me invitan a dar charlas en la iglesia. Les cuento que en mi vida, así como ha habido triunfos, hubo también partes dolorosas.
Somos cuatro hermanos. Los mayores han formado sus hogares, tienen hijos. Yo vivo con mi madre.
P: Según tu relato, has tenido una infancia difícil, pero, como dices es posible salir adelante...
R: Claro. Siempre hay que ser positivos en la vida. Cuando me trazo una meta, hago todo lo posible para cumplirla, pero siempre para hacer el bien. Hay personas que consiguen dinero, triunfan, pero por dentro se sienten vacíos.
P: ¿Mantienes contacto con los otros sobrevivientes? ¿De qué hablan?
R: Con Ximena (Suárez) sí, mediante WhatsApp, pero no con los jugadores (del Chapecoense).
Conversamos sobre nuestras vidas. Sé que se dedica al modelaje, me parece bien por ella.
En febrero fui a Santa Cruz y me reuní con ella. Estaba asistiendo a terapia y todavía le estaban haciendo algunas cirugías.
P: El martes 28 se cumple un año del accidente. ¿Tienes pensado realizar alguna actividad especial? reunirte con Ximena.
R: No sé (sonríe). Creo que ese día vamos a reunirnos con los compañeros de trabajo (de la empresa Bacams), porque con ellos hemos trabajado en esa aeronave (de LaMia).
Para nosotros ha sido una pérdida muy grande la muerte de todas esas personas con las que habíamos volado antes.
P: ¿Te consideras bendecido por haber salvado tu vida en el accidente?
R: Para mí ha sido una bendición. Agradezco a padre Dios. Lo primero que hice allá fue doblar rodillas y darle las gracias por una nueva vida que me daba.
Ximena, también doblando rodillas, daba gracias a Dios.
Considero que la nueva vida que me ha dado es para hacer algo, y una de mis tareas es evangelizar.
P: Tras el impacto del avión, lograste ayudar a Ximena...
R: Sí. El lugar estaba lleno de escombros del avión, con tierra. Me levanté. En ese momento, para mí era como un sueño, porque estaba muy cansado. Mi jornada de trabajo había comenzado temprano en Cochabamba, donde se hace el mantenimiento.
Varios días antes, los muchachos trabajaron en el avión. Yo estuve toda la semana porque sabía que iba a volar y debía estar al tanto de cada rincón, que todo estuviese impecable.
El 28 de noviembre, en la mañana, me levanté y lo primero que me dijo mi madre es: "hijito, te vas a cuidar, porque me soñado algo feo".
Yo le dije que solo era un sueño y que no tenía por qué preocuparse.
Me fui a la oficina y me preparé muy bien, más que en otras oportunidades. Uno de mis compañeros me preguntó si estaba yendo a la guerra. Le respondí que siempre hay que estar listos para todo.
Volví a ver la aeronave, varias veces, para revisar todo. Llegó la tripulación. Como a las tres de a tarde nos fuimos a Santa Cruz para recoger al equipo Chapecoense. Una vez que aterrizamos, volví a revisar la aeronave porque es mi trabajo, que no falte nada.
Abordamos el avión y a las 18:30 de la tarde ya estábamos en el aire. Llamé a mis familiares y a mis compañeros de trabajo, pero no contestaron, les escribí mensajes para avisarles que íbamos directo a Colombia.
A mis amigos les llamé. Uno me respondió y le dije que se cuidaran y él me contestó: "No digas eso".
Durante el viaje estuve hablando con el técnico del Chapecoense, quien me habló sobre los triunfos que habían conseguido y me dijo, en portugués, que tenía miedo volar. Le dije que no debía tener miedo porque la nave era segura.
Después de las 10 de la noche escuchamos decir que íbamos a aterrizar porque ya estábamos en Colombia. Nos sentamos en nuestros sitios y nos preparamos. En un momento, pensé que ya habíamos aterrizado, porque hubo una pequeña vibración.
Y lo único que escuchaba era el sonido del viento. Se apagaron las luces, empecé a revisar el avión, con la ayuda de una linterna, y me preguntaba qué había ocurrido. Se presentaron algunas fallas.
Creo que Ximena presentía algo y me dijo que me pusiera el arnés. Ella repetía Dios mío, Dios mío.
Vi que empezó a chorrear agua por el techo, a la altura de una de las puertas, porque estaba lloviendo. Volvió a temblar (el avión) y pensé que habíamos aterrizado, pero nada.
No se escuchaba el ruido del motor sino simplemente el viento.
Y de repente pasó (el choque a tierra). Fue para mí como un sueño. Me levanté, estaba todo ensangrentado. Vi como en sueños que la aeronave se partía. perdí la conciencia por un momento, por el shock. Cuando me repuse, tenía una herida en la quijada y en el brazo izquierdo (muestra dos pequeñas cicatrices). Era oscuro, estaba lloviendo y hacía un frío similar al de Corani.
Me pregunté que pasó. Me toqué los brazos y las piernas. Me encontraba bien. Fui adonde estaba Ximena. Ella gritaba. Estaba con los restos del avión. No sé como lo hice, pero logre sacarla. Nos fuimos a un lugar más alto.
El habernos salvado es para mí como un milagro. Quería hacer mucho más, salvar a más personas, pero no podía. Empecé a gritar si había alguien más. Me dolía el cuerpo y me senté a descansar. Era una pendiente y, en ese momento, sentí mi cuerpo muy pesado, no podía mover los brazos ni las piernas.
Ximena me decía que se resbalaba y me pedía ayuda. Le dije que se agarrara. Empecé a gritar de nuevo y me respondía una persona que estaba al otro lado de un morro. Me dijo estoy aquí, creo que era un periodista. Llamé a toda la tripulación, pero nadie me contestaba. Me imaginé que ellos estaban inconscientes y que nos íbamos a volver a encontrar. Pero a los dos días, después de ver las noticias, me di cuenta de que el accidente había sido mucho más grave de lo que me imaginaba, había perdido a todos mis amigos.
Lo único que me quedaba era llorar. Me dolió mucho saber que habían fallecido. De cierta manera me siento culpable, por no haber sacado más fuerzas y salvarlos.
Después llegaron lo rescatistas, se llevaron a Ximena, al periodista y a otras persona más.
Cuando llegué al hospital, los doctores se sorprendieron porque no me había roto ningún hueso.
P: ¿Por qué empezó a ingresar agua en el avión?
R: Porque el avión ya se había despresurizado.
P: ¿Te pagaron la indemnización que te corresponde?
R: Sí, me dieron algo. gracias a Dios. Tal vez para otros no significa mucho, pero para mí es una bendición el monto que me dieron me sirvió para las curaciones. Y ahora estoy invirtiendo en mis estudios y Dios mediante al año estaré como piloto.
Dios en su vida
El técnico aeronáutico asegura que gracias a Dios está vivo y que lo tiene a Él siempre presente, en primer lugar. Dice que su tarea es evangelizar.
25 Años
Erwin Tumiri tenía 25 años cuando sufrió el accidente en el avión de LaMia, el 28 de noviembre de 2016.
Actualmente cuenta con 26 años y cumplirá 27 el 24 de enero de 2018. Es piloto privado y mecánico.
Como en un sueño
“Y de repente pasó (el choque a tierra). Ese rato fue para mí como un sueño. Me levanté, estaba todo ensangrentado. Vi como en sueños que la aeronave se partía. perdí la conciencia por un momento, por el shock. Me levanté y tenía una herida en la quijada y en el brazo izquierdo. Era oscuro y estaba lloviendo y hacía un frío similar al de Corani”.
Desde niño, Erwin tenía el sueño de volar y sobresalir
Su padre falleció antes de que él naciera, solo lo conoció mediante una foto de carnet de identidad que su madre le mostró.
Erwin Tumiri resalta que su madre, que tiene 73 años, hizo de padre y madre para él y sus tres hermanos. Nunca conoció el amor de un padre.
Valora mucho a su madre, porque ella se esforzó por él, y ahora que ella padece de diabetes, considera que es su turno para apoyarla.
P: A dos días de cumplirse un año del accidente de LaMia, ¿qué estás haciendo actualmente, volviste al trabajo, estudias?
R: Volví al trabajo casi inmediatamente después del accidente. Para mí era incómodo estar en mi casa reposando. Volver al trabajo me ayudó, de alguna manera, a olvidar lo que ha pasado. Porque a veces, cuando estaba solo, empezaba a recordar el accidente, y para evitar eso salía con mis amigos o iba a mi trabajo, o me reunía con los de mi iglesia por las noches, o con los de mi grupo Ajayu, con quienes tocaba.
P: ¿Estás trabajando en lo mismo que hacías antes del accidente?
R: Estamos trabajando como mecánicos aeronáuticos, con más fortaleza. Estoy en la misma empresa, Bacams, que presta servicios a compañías aéreas.
P: En algún momento dijiste que tenías planeado volver a volar. ¿Sigue como uno de tus proyectos? ¿Cuándo piensas hacerlo?
R: Por el momento, nosotros estamos haciendo cursos de pilotaje. Ya soy piloto privado y mi meta es graduarme como piloto comercial. Pienso volar como piloto comercial el siguiente año, en febrero, vamos a retomar los vuelos. Por el momento estoy en la parte teórica.
Una vez que termine el curso tendría que ingresar a una empresa como copiloto y prepararme.
Como mecánico a bordo, Dios mediante, espero también volver a volar, así como lo hacíamos con LaMia.
P: ¿Qué te motivó a estudiar en el campo de la aeronáutica?
R: Como vivo cerca del aeropuerto, desde pequeño siempre pensaba en los aviones. Mi madre me compró, cuando era niño, un avioncito. Y me interesó mucho más la aeronáutica cuando salí del colegio en 2009, de la unidad educativa Luz y Verdad.
La iglesia me ayudó en mis estudios de secundaria, el Centro de Desarrollo Integral que hay en diferentes iglesias evangélicas.
Después de salir bachiller, postulé para estudiar en el Colegio Militar de Aviación. Logré ingresar, pero por motivos económicos no pude continuar. Mi madre llegaba llorando a Santa Cruz y me decía que ya no tenía dinero para mis estudios, porque ahí se necesita invertir.
Tras permanecer un año, me vine a Cochabamba. Al dejar el Colegio Militar de Aviación me enteré de que había carreras en aeronáutica civil.
Un amigo me dijo que empezaría a estudiar mecánica aeronáutica y me animé. Entré a Oasis del Aire. Estudié dos años hasta 2015. Y antes de terminar mecánica comencé a estudiar pilotaje privado en Delta Charlie, de donde salí en 2016, a mediados de año.
Empecé a trabajar con avionetas y conocí la empresa Bacams, donde actualmente estoy. En esta compañía nos prepararon para el mantenimiento de aviones como el de LaMia. Empezamos a volar desde mediados del año pasado.
Aprendí que en el rubro aeronáutico es importante reunirse entre toda la tripulación, charlar, sin discriminar a nadie, sin ver las diferencias, somos un equipo y tenemos que trabajar como tal para preservar la vida de quienes viajan.
Colegio Militar
El técnico aeronáutico ingresó al Colegio Militar de Aviación, pero dejó la institución por falta de recursos económicos.
En equipo
Erwin Tumiri aprendió que lo más importante es trabajar en equipo para resguardar la vida de los pasajeros, a quienes transportan.