La vicuña le esquivó a la extinción y ahora existen 165 mil ejemplares
De los aproximadamente dos millones de vicuñas que había en los andes suramericanos, hasta antes de la llegada de los españoles, esta especie quedó casi extinta en la década del sesenta, a raíz de la caza indiscriminada por su fibra, según un informe del Ministerio de Medio Ambiente y Agua, de 2012, citado por la Gobernación de Cochabamba.
El responsable del Programa Nacional de la Vicuña, Jorge Laura, confirma que este camélido estuvo a punto de extinguirse en la década del 60, debido a que el número de ejemplares se había reducido hasta 5.000.
La demanda de textiles confeccionados con la fibra de este animal dio paso a la cacería indiscriminada de la especie, “disminuyendo su población a niveles alarmantes”, según un informe publicado en 2009 por el Ministerio de Medio Ambiente y Agua, titulado el Estado Poblacional de la Vicuña en Bolivia”.
En 1968, la especie fue declarada en vías de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), lo que impulsó a Bolivia y Perú, en 1969, a firmar un convenio para implementar acciones de conservación.
Chile, Argentina y Ecuador se sumaron posteriormente a este convenio, cuyo principal objetivo dictamina que los cinco países se comprometen a conservar esta especie y aprovechar su fibra en forma sostenible.
El convenio destaca que los habitantes de las comunidades donde vive la vicuña son actores claves para su conservación, por lo que se los involucra en su manejo y se benefician con los recursos que se logran con la venta de la fibra.
Después de la firma de este convenio, el Gobierno nacional empezó a invertir recursos y elaborar proyectos para evitar que la vicuña sea cazada. El primer objetivo era la conservación de la especie y, posteriormente, su aprovechamiento.
Antes de involucrar a las comunidades rurales en el plan de manejo de la vicuña, los pobladores de estas regiones veían a este animal como una competencia, porque, según ellos, consumía el agua y los alimentos de la zona.
Y para lograr estos dos objetivos, la conservación y el aprovechamiento, el Gobierno aprobó normas que prohíben la cacería de vicuñas, además de la organización de talleres en las comunidades donde se encuentra este animal, para concienciar sobre la importancia de esta especie para el hábitat y la economía de las poblaciones.
En Bolivia, se prohibió por Decreto Supremo la cacería de vicuñas desde 1825. Y a partir de ese año se emitieron otras disposiciones que respaldan la prohibición de la cacería y conservación de la especie. En 1990, la medida es reforzada a través del Decreto de Veda General Indefinido (21774), por el cual se prohíbe la caza de cualquier animal silvestre en territorio boliviano.
LA PRIMERA ESQUILA
El aprovechamiento de la fibra de la vicuña en Bolivia comenzó en 1988, con la primera esquila que logró reunir 12 kilos de fibra en todo el país. La mejor producción se dio en 2015 con 2.5 toneladas.
Perú, a diferencia de Bolivia, vende aproximadamente siete toneladas de fibra de vicuña cada año, es decir, casi el triple.
LICITACIÓN INTERNACIONAL
Toda la fibra de vicuña que se esquila en el territorio nacional, en las diferentes regiones, se envía a la La Paz para acopiarla.
Una vez que se ha acumulado el material, la Asociación Accidental de Comercialización de la fibra de vicuña, con la fiscalización del Gobierno, lanza una licitación internacional para venderla.
Se invita a las empresas interesadas, que no pasan de 10, y se la comercializa en 400 dólares por kilo, como promedio.
Las 2.5 toneladas comercializadas en 2015 fueron adjudicadas por más de una empresa y se recaudó 950 mil dólares, el 92 por ciento , benefició a las comunidades vicuñeras.
CENSOS NACIONALES
Laura señala que en el país se han elaborado dos censos. El primero en 1996, que dio como resultado que en Bolivia había 33.844 vicuñas.
En la gestión 2009 se organizó el último censo y se concluyó que el número de vicuñas se había incrementado a 112.249.
Entre el primer y el segundo censo, el número de ejemplares se incrementó en 332 por ciento , lo que, según Laura, habla muy bien de las instituciones del país (Gobierno, gobernaciones y municipios) y de las comunidades que se están esforzando por la conservación de esta especie.
Actualmente, tomando en cuenta el crecimiento promedio del 6 por ciento anual de la vicuña, en el territorio nacional hay 165 mil ejemplares de esta especie.
Para sacar la tasa de crecimiento de la vicuña, se obtuvieron datos de cuatro áreas protegidas del país: Apolobamba (La Paz), la reserva Eduardo Abaroa (Potosí), Sajama (Oruro) y la Cordillera de Sama (Tarija).
En Cochabamba, según el último censo que se realizó en mayo pasado, hay 1.184 vicuñas, en la región de Altamachi, municipio de Cocapata.
Según los dos primeros censos (de 1996 y 2009), el número de vicuñas en Altamachi se había mantenido sin variación, en 750 ejemplares. La caza furtiva no permitía el incremento de su población.
Tarija tiene aproximadamente 1.500 vicuñas.
Potosí es la región que cuenta con la mayor cantidad de vicuñas, el 40 por ciento del total que habita en el país, es decir, 66 mil ejemplares, pese a que las condiciones en las que viven son menos ventajosas que en Altamachi (Cochabamba).
Gestación
Las vicuñas hembras tienen su primera cría (entre febrero y abril) generalmente a los tres años. La gestación dura como promedio 11 meses.
En grupos
La vicuña es una especie diurna, territorial y se destacan tres tipos de grupos: Familiares, machos o tropillas y solitarios.