Distritos del sur crecen a la par de los barrios pobres y la desnutrición
Demesia Felipe observa con nostalgia las dos pequeñas jaulas, construidas con piedra, donde se alojaban sus cinco gallinas ponedoras de huevo. Hace unas semanas, un zorro entró furtivamente salvando la pequeña barda que protege su terreno y dio fin con sus aves de corral.
Esta mujer, de aproximadamente 27 años, vive en la parte más elevada de la junta vecinal Alto Viscachani, del Distrito 8 de Cercado, a 50 minutos de la ciudad en vehículo, no cuenta con servicios básicos (agua potable, alcantarillado, recojo de basura), y para colmo, se quedó sin sus gallinas que le proveían de huevos para tomar su desayuno.
En el país, la pobreza extrema se ha reducido de 38.2 por ciento a 16.8 por ciento , en la última década, según un discurso que dio el presidente Evo Morales el 19 de septiembre pasado a la Asamblea de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
En esa oportunidad, el Mandatario boliviano se comprometió a erradicar la extrema pobreza hasta el año 2025 y reducir también “la desigualdad”.
En cuanto a la pobreza moderada, uno de los últimos informes del Instituto Nacional de Estadística (INE) da cuenta de que disminuyó 21 puntos, es decir, de 59.6 por ciento en 2005 a 37.7 por ciento en 2015.
SIN SERVICIOS BÁSICOS
La familia de Demesia, que llegó a Cochabamba desde el municipio de Arque, al igual que otros miles de migrantes, han optado por vivir en las serranías de los distritos 8, 9 y 14, sin servicios básicos, y se encuentran en condiciones de pobreza, según cientistas sociales.
En Alto Viscachani, como sucede con otras juntas vecinales de estos tres distritos, los servicios básicos están ausentes y los ingresos de las familias no superan los 2.500 bolivianos por mes.
Debido a que no cuentan con los servicios de alcantarillado ni carro basurero, las familias optan por utilizar las torrenteras o los campos al aire libre como baño y para botar la basura que generan en sus hogares.
No contar con los servicios básicos como el agua potable, alcantarillado o el recojo de basura son indicadores que señalan que determinada población se encuentra en una situación de pobreza, afirma el docente investigador del Instituto de Estudios Sociales y Económicos de la Universidad Mayor de San Simón Fernando Salazar.
Agrega que el sector más deprimido del municipio de Cochabamba, tomando en cuenta la carencia de servicios básicos, está conformado por los distritos 8, 9, 13 y 14, donde los vecinos tienen bajos ingresos y gastan hasta el 40 por ciento de su dinero en la compra de agua de los carros cisterna.
Carecer de un sistema de desagüe (red de alcantarillado) es también otro indicador de la pobreza, afirma por su parte la directora del Centro de Estudios de Población (CEP) de la Universidad Mayor de San Simón, Miriam Camacho. Y para graficar esta situación, puntualiza que, en base a los datos del Censo 2012, los barrios de los distritos 8, 9, 13 y 14 son los menos favorecidos en este aspecto.
En el Distrito 13, que está por encima de la Cota 2.750 del Parque Nacional Tunari, el 62.1 por ciento de las viviendas no tiene acceso al desagüe para eliminar las aguas servidas.
En el caso del Distrito 9, el 61.8 por ciento carece de este servicio básico, mientras que los hogares de los distritos 8 y 14 no tienen alcantarillado en un 51.1 por ciento y 43.4 por ciento respectivamente.
EN GUARDIA
Para llegar a las juntas vecinales Alto Viscachani, San Carlos, Gualberto Villarroel, entre algunas del Distrito 8, se debe conducir por un camino zigzagueante, una buena parte con piedras que hacen dificultoso el ascenso.
Para llegar a este sector se requiere de al menos 50 minutos en vehículo.
En el caso de Viscachani, una tranca impide el paso de los vehículos que no son de los vecinos, “debido a que había personas que ingresaban a cometer sus fechorías”, apunta uno de los vecinos.
“Alto, no insista” advierte un letrero colocado en este sector.
Esta junta vecinal tiene una cancha de tierra, al borde de una quebrada, donde se disputan campeonatos entre las familias del barrio. Se conforman al menos cinco equipos. Lo malo es que, pese a que la cancha está protegida por unas llantas de goma, la pelota se cae con frecuencia, por lo que deben jugar cada partido con tres balones para ir recogiendo los que se van cuesta abajo.
Los niños juegan en el camino que es utilizado por los pocos vehículos que llegan al lugar, porque no tienen otro espacio.
Ahí encontramos a Rodrigo Josué, de tres años, quien trata de subir una pendiente bastante pronunciada con un vehículo que impulsa con la fuerza de sus dos pies.
Su madre, Alberta Tapia, llegó con su esposo y sus tres hijos hace dos años, desde Arque, en busca de una “mejor vida”.
En dos ambientes, que hacen de dormitorio, cocina y comedor, viven cinco miembros de la familia de Alberta. El esposo de esta migrante trabaja como ayudante en La Cancha y ella se dedica al cuidado de sus pequeños.
Lo que gana su esposo, como máximo 80 bolivianos por día, no le alcanza para pagar alquiler o comprarse un terreno en una zona más céntrica.
La mujer lamenta que ni el carro basurero llegue a este sector, por lo que se ven obligados a botar la basura a las torrenteras y, lo que pueden, lo queman.
Como los carros aguateros suben solamente una vez al mes, reciben todo el líquido posible, hasta 10 turriles, que les debe alcanzar para 30 días.
En otra vivienda, a una cuadra de la tranca que protege a la junta vecinal Viscachani, viven al menos una treintena de personas, entre ellas 11 niños.
Las hermanas Magdalena y Cinthia Guzmán Hilarión, de 27 y 23 años respectivamente, junto con su cuñada Gregoria Flores, de 29, han logrado construir al menos cuatro ambientes donde viven con sus esposos e hijos.
Las tres familias llegaron desde Potosí hace una década y se compraron lotes en el sector.
Las tres madres coinciden en que en este barrio les falta “todo”. No cuentan con ningún servicio básico ni carro basurero. El alumbrado público también es escaso. Su pedido es que las autoridades se acuerden de que estas familias son también parte del municipio de Cercado.
En cada uno de los ambientes que tienen duermen como promedio siete personas, en dos o tres camas “como sardinas”.
Una de las hermanas afirma que cuando se enferma alguno de los niños, deben ir hasta Alto Pagador en la línea 114 y caminar un buen trecho. Los pequeños sufren lesiones por caídas, resfríos y dolores de barriga.
El pedido más urgente de estas hermanas es que se implemente un centro de salud, una línea de transporte y los servicios básicos.
DESNUTRICIÓN
Una de las secuelas de la pobreza es la desnutrición, especialmente en niños de entre 0 y 5 años, advierte la trabajadora social del Centro de Nutrición Infantil Albina Patiño de Cerro Verde, Carolina Cruz.
Según los datos estadísticos que maneja, del total de los niños que llegan al centro con desnutrición, al menos el 99 por ciento proviene de familias que sufren extrema pobreza.
Otra causa de la desnutrición, según Cruz, es que hay madres adolescentes que tienen hasta tres hijos cuando no han cumplido siquiera 17 años. Estas jóvenes no cuentan con el apoyo de sus parejas o familias y entran en una situación de pobreza.
Señala que los niños desnutridos se enferman con más frecuencia y, al no contar con centros de salud cerca de sus viviendas, deben dirigirse a lugares alejados para acceder a una atención médica.
LOS MÁS EMPOBRECIDOS
Los barrios de los distritos 8, 9 y 14 son los más empobrecidos del municipio de Cochabamba porque les falta de todo: agua potable, alcantarillado, transporte, salud, educación y la gente vive en condiciones inhumanas, señalan el vicepresidente de la Federación de Juntas Vecinales, Pedro Luna, y el presidente de Alto Viscachani, Mario Delgado.
Luna afirma que cada uno de los vecinos de los barrios más empobrecidos de estos distritos, que dependen enteramente de los carros aguateros, viven con un promedio de 10 litros de agua por día, una situación “atentatoria a la salud”.
El dirigente menciona un dato de la Organización Mundial de la Salud, que recomienda un consumo de 50 litros de agua como mínimo por persona, “pero en situaciones extremas, es decir, cuando se producen terremotos o en una guerra”.
En el caso de la junta vecinal Viscachani, donde antes no llegaban los carros aguateros, los vecinos dejaban de bañarse y se abastecían de agua de una vertiente del cerro.
Asimismo, el dirigente señala que por recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) debería haber por cada 5.000 habitantes una posta de salud, un hospital de primer nivel por 10 mil, uno de segundo nivel si hay 20 mil pobladores y uno de tercer nivel si los habitantes son 200 mil.
Sin embargo, según el dirigente, estos distritos no cuentan con un hospital de tercer nivel, pese a que el número de personas supera el recomendado por la OMS. En algunos casos, agrega, los barrios no tienen una posta sanitaria y cuando la gente se enferma debe recorrer largas distancias para una curación o hacerse colocar un inyectable.
El dirigente Mario Delgado, por su parte, afirma que su junta vecinal no cuenta con servicios básicos, pese a que el barrio ya tiene una antigüedad de ocho años.
Afirma que en esta zona viven familias de bajos recursos económicos, que vieron la oportunidad de comprar lotes a precios bajos. La mayor parte llegó desde los departamentos de Potosí, La Paz y Oruro, además de municipios deprimidos de Cochabamba como Arque y Tapacarí.
La mayor parte de los vecinos trabaja como albañil o estibador en La Cancha. Las mujeres, por su parte, ayudan en las pensiones en el preparado de alimentos. Sus ingresos diarios, como promedio, según varias familias, es de 80 y 100 bolivianos, unos 1.980 mensuales.
Delgado señala, además, que su junta vecinal no tiene siquiera un parque para los más de 50 niños que viven en la zona y ellos tienen que arriesgar su integridad física para entretenerse. Aprovechan algunas pendientes para resbalar con la ayuda de plásticos.
LOS POBRES GASTAN MÁS
La personas que están en situación de pobreza moderada y extrema viven en las zonas más alejadas del municipio de Cochabamba, perciben menos recursos económicos e invierten más dinero en el acceso a servicios básicos como el agua potable, afirma el docente investigador de la UMSS Fernando Salazar.
Los distritos 8, 9 y 14 de la zona sur de la ciudad son, según los datos de Salazar, los sectores más deprimidos del municipio, y gastan más en la compra de agua.
Estos barrios, al no contar con sistemas de red de agua potable, deben adquirir este servicio básico de los carros aguateros, porque es su única alternativa. Cada metro cúbico de agua, según Salazar, les cuesta como promedio hasta 35 bolivianos.
Cada familia gasta hasta una quinta parte de su ingreso total (20 por ciento ), e incluso más en la época de estiaje.
En 2015 llegaron a gastar hasta el 40 por ciento de sus ingresos para comprar agua, por la sequía.
“Depender de los carros cisterna conlleva mayor riesgo para la salud, porque la gente consume agua no potable y, en muchos casos, contaminada con bacterias y eso implica un gasto extra para tratamientos médicos, desde enfermedades gastrointestinales hasta cáncer”, concluye.
Agua
Los pobladores de los distritos 8, 9 y 14 no cuentan con agua potable de Semapa y la compran de los aguateros entre 7 y 10 bolivianos por turril.
Cuarto y cocina
La familia de Octavina Mamani, como sucede con la mayor parte de los vecinos en los barrios más alejados del Distrito 8, utilizan un mismo ambiente para dormir y cocinar. El ingreso que logra su esposo, de oficio albañil, no le alcanza para pagar por un lote en otro sector de la ciudad.