La explotación incontrolable de árboles afecta el ciclo hidrológico
17 de septiembre de 2017 (19:02 h.)
En Bolivia hay una amenaza creciente para la vegetación, la cual, en cierta medida, es una consecuencia del desarrollismo acelerado, y no siempre bien orientado, que está sucediendo en los últimos 10 años.
Hay amenazas muy importantes como es la colonización irregular, la ocupación de áreas protegidas, la expansión de la frontera agrícola y, muy especialmente, la enorme incidencia de los incendios y quemas en todo el país, de forma incontrolable, los cuales no se consiguen regular efectivamente, o no hay la voluntad política o la capacidad para hacerlo.
Esas amenazas están mermando cada vez más la extensión de los bosques en su conjunto. Entre las especies más amenazadas están las maderables, que han sufrido un auténtico expolio en Santa Cruz, particularmente en la Chiquitanía, por parte de las empresas madereras y también por la extracción de particulares, de comunarios, e incluso de determinados grupos indígenas. A pesar de existir la reglamentación oportuna, derivada de la ley forestal y sus desarrollos posteriores, como sucede en muchos aspectos en Bolivia, esta normativa no llega a cumplirse ni a hacerse cumplir por la ausencia o gran deficiencia de un control efectivo por parte de las correspondientes instancias.
En Cochabamba, en concreto, hay varias especies arbóreas de las tierras bajas que están siendo extraídas de forma abusiva y no sostenible por la industria maderera, bajo un modelo de extractivismo rapaz no sostenible, que explota el recurso a corto plazo sin tener en cuenta su renovación. Podemos mencionar, por ejemplo, al ochoó (Hura crepitans), árbol de gran tamaño, característico de las áreas de inundación del Chapare, en la cuenca del río Ichilo, Alto Mamoré, y en la parte central y centro-norte del Parque Nacional Isiboro Secure.
Además del ochoó, y con similar problemática de explotación no sostenible, se pueden mencionar otros árboles de gran porte y de importante valor por su madera, como el almendrillo (Dypterix odorata), verdolago (Terminalia amazonia), cedro (Cedrela fissilis), palo maría (Calophyllum brasiliensis) y mapajo (Ceiba pentandra), todas ellas especies que aparecen frecuentemente en los aserraderos y barracas de acopio de madera de la ciudad de Cochabamba.
En este contexto, hay que mencionar que la pretendida industria maderera verde, productora de "madera ecológica" no es tal en la mayoría de los casos. En el campo se puede constatar que la mayoría de las explotaciones forestales destinadas a la exportación de madera ecológica no están respetando las normas ni el equilibro ecológico de los bosques de donde se extraen los árboles, lo que es especialmente grave en diversas zonas de la Chiquitanía o del piedemonte andino amazónico al norte de Ixiamas en La Paz.
Además de extraer en forma indiscriminada estos recursos, hay una degradación progresiva de los bosques nativos originales, y una pérdida de la superficie del bosque, porque la industria maderera abre caminos por los cuales penetra la colonización incontrolada.
En la zona andina de Cochabamba, la destrucción de los bosques avanza aceleradamente por todos los Yungas, con pérdidas importantes de extensiones forestales nativas y explotación extractiva de especies valiosas como los pinos de monte (Podocarpus parlatorei, Podocarpus oleifolius, Prumnopitys exigua).
En los valles, especialmente en el Valle Central de Cochabamba, la expansión urbana o metropolitana incontrolada está llevando a la extinción de las especies nativas originales que formaban los antiguos bosques en las faldas y piedemonte del Tunari. Entre estas especies es necesario destacar por su situación de amenaza crítica principalmente al chilijchi (Erythrina falcata), jarka (Acacia visco), cedro (Cedrela lilloi), tipa (Tipuana tipu), algarrobo valluno (Prosopis alba) y soto (Schinopsis haenkeana). Por ultimo, en las laderas montañosas del Tunari, los bosquecillos remanentes de la kewiña endémica (Polylepis subtusalbida) están siendo diezmados drástica y progresivamente, entre otros impactos, por los incendios incontrolados ante la dejadez, pasividad o incapacidad de las instancias pertinentes para tomar medidas efectivas al respecto.
Hay amenazas muy importantes como es la colonización irregular, la ocupación de áreas protegidas, la expansión de la frontera agrícola y, muy especialmente, la enorme incidencia de los incendios y quemas en todo el país, de forma incontrolable, los cuales no se consiguen regular efectivamente, o no hay la voluntad política o la capacidad para hacerlo.
Esas amenazas están mermando cada vez más la extensión de los bosques en su conjunto. Entre las especies más amenazadas están las maderables, que han sufrido un auténtico expolio en Santa Cruz, particularmente en la Chiquitanía, por parte de las empresas madereras y también por la extracción de particulares, de comunarios, e incluso de determinados grupos indígenas. A pesar de existir la reglamentación oportuna, derivada de la ley forestal y sus desarrollos posteriores, como sucede en muchos aspectos en Bolivia, esta normativa no llega a cumplirse ni a hacerse cumplir por la ausencia o gran deficiencia de un control efectivo por parte de las correspondientes instancias.
En Cochabamba, en concreto, hay varias especies arbóreas de las tierras bajas que están siendo extraídas de forma abusiva y no sostenible por la industria maderera, bajo un modelo de extractivismo rapaz no sostenible, que explota el recurso a corto plazo sin tener en cuenta su renovación. Podemos mencionar, por ejemplo, al ochoó (Hura crepitans), árbol de gran tamaño, característico de las áreas de inundación del Chapare, en la cuenca del río Ichilo, Alto Mamoré, y en la parte central y centro-norte del Parque Nacional Isiboro Secure.
Además del ochoó, y con similar problemática de explotación no sostenible, se pueden mencionar otros árboles de gran porte y de importante valor por su madera, como el almendrillo (Dypterix odorata), verdolago (Terminalia amazonia), cedro (Cedrela fissilis), palo maría (Calophyllum brasiliensis) y mapajo (Ceiba pentandra), todas ellas especies que aparecen frecuentemente en los aserraderos y barracas de acopio de madera de la ciudad de Cochabamba.
En este contexto, hay que mencionar que la pretendida industria maderera verde, productora de "madera ecológica" no es tal en la mayoría de los casos. En el campo se puede constatar que la mayoría de las explotaciones forestales destinadas a la exportación de madera ecológica no están respetando las normas ni el equilibro ecológico de los bosques de donde se extraen los árboles, lo que es especialmente grave en diversas zonas de la Chiquitanía o del piedemonte andino amazónico al norte de Ixiamas en La Paz.
Además de extraer en forma indiscriminada estos recursos, hay una degradación progresiva de los bosques nativos originales, y una pérdida de la superficie del bosque, porque la industria maderera abre caminos por los cuales penetra la colonización incontrolada.
En la zona andina de Cochabamba, la destrucción de los bosques avanza aceleradamente por todos los Yungas, con pérdidas importantes de extensiones forestales nativas y explotación extractiva de especies valiosas como los pinos de monte (Podocarpus parlatorei, Podocarpus oleifolius, Prumnopitys exigua).
En los valles, especialmente en el Valle Central de Cochabamba, la expansión urbana o metropolitana incontrolada está llevando a la extinción de las especies nativas originales que formaban los antiguos bosques en las faldas y piedemonte del Tunari. Entre estas especies es necesario destacar por su situación de amenaza crítica principalmente al chilijchi (Erythrina falcata), jarka (Acacia visco), cedro (Cedrela lilloi), tipa (Tipuana tipu), algarrobo valluno (Prosopis alba) y soto (Schinopsis haenkeana). Por ultimo, en las laderas montañosas del Tunari, los bosquecillos remanentes de la kewiña endémica (Polylepis subtusalbida) están siendo diezmados drástica y progresivamente, entre otros impactos, por los incendios incontrolados ante la dejadez, pasividad o incapacidad de las instancias pertinentes para tomar medidas efectivas al respecto.