La comida que no se consume debe llegar a la mesa de los pobres
03 de septiembre de 2017 (17:03 h.)
El desperdicio de alimentos es un tema muy delicado. Es cierto que en muchos lugares del mundo, y también en Cochabamba, se botan grandes cantidades de comida, especialmente en los restaurantes y hoteles, donde se prepara más de lo que se consume en el día.
Estos alimentos, que no se comen durante la jornada no se pueden guardar, porque los clientes exigen que sean frescos y recién cocinados.
Por eso nos da pena, como Iglesia, que se arroje tanta comida a la basura, tomando en cuenta que hay millones de personas pobres que se acuestan sin comer.
La pobreza se nota en la Plaza Principal de Cochabamba, donde hay personas indigentes que duermen a la intemperie, en el suelo, porque no tienen medios para pagar una habitación, y también comen lo que pueden, escarbando en la basura para encontrar sobras.
Sería importante que se vea la manera de acopiar estos alimentos que no se consumen en el día, y que están todavía en buen estado, para hacer llegar a la gente que no tiene nada para comer.
Para eso se tendría que buscar a personas o instituciones que implementen un sistema que permita recolectar la comida que no se consume en los restaurantes, hoteles o domicilios particulares, de modo que se lo haga llegar a los más necesitados. Es cuestión de organizarse, pero esa es todavía una tarea bastante complicada.
El papa Francisco ha remarcado también, en sus mensajes, que en el mundo se desperdicia una gran cantidad de alimentos, en los países ricos, que podrían muy bien servir para millones de personas.
Jorge Bergoglio ha subrayado, en varias oportunidades, que con todo lo que se desperdicia en el denominado primer mundo se podría dar de comer a muchos millones de personas del tercer o cuarto mundo, que prácticamente no tienen comida.
En Cochabamba, también se desperdicia una gran cantidad de alimentos que al final del día terminan en la basura.
Por eso habría que ver, insisto, si alguna organización religiosa o grupo de laicos que atiende a la gente podría hacerse cargo de esta labor, de reunir alimentos que no se consumen en los restaurantes para entregárselos a la gente pobre.
Sin embargo, resolver este problema no es fácil, porque los propietarios de los restaurantes u hoteles no van a llevar la comida que sobra a un lugar determinado, por eso se necesita a alguien o a una organización que lo haga.
El problema es más bien logístico, ver cómo se recoge estos alimentos y de qué manera se hace llegar los mismos a los que lo necesitan.
Por eso veo más factible trabajar y coordinar con los restaurantes u hoteles que preparan comida.
El objetivo sería que estas personas puedan comer algo, sin necesidad de que tengan que estar rebuscando entre la basura su sustento.
Es triste ver cómo mucha gente busca entre la basura sus alimentos, porque no es digno y no hay garantía de que se mantengan en buenas condiciones, porque lo más probable es que estén contaminados por la basura.
La misión principal sería evitar que tanta gente pase hambre en el mundo o comiendo alimentos que se botan.
Esa es una labor que, por ejemplo, hacía Virginia Blanco, quien dirigía un comedor popular en la calle Nataniel Aguirre.
En este comedor popular, que es un modelo de entrega, se daba de comer hasta 300 personas cada día. Virginia Blanco se movilizaba para conseguir alimentos de empresas o personas particulares y hacía esta labor con mucha dedicación.
Había un grupo grande de mujeres de Acción Católica que acompañaba a Virginia Blanco.
Es importante también reflexionar a la gente para que sea más consciente y no desperdicie alimentos.
Estos alimentos, que no se comen durante la jornada no se pueden guardar, porque los clientes exigen que sean frescos y recién cocinados.
Por eso nos da pena, como Iglesia, que se arroje tanta comida a la basura, tomando en cuenta que hay millones de personas pobres que se acuestan sin comer.
La pobreza se nota en la Plaza Principal de Cochabamba, donde hay personas indigentes que duermen a la intemperie, en el suelo, porque no tienen medios para pagar una habitación, y también comen lo que pueden, escarbando en la basura para encontrar sobras.
Sería importante que se vea la manera de acopiar estos alimentos que no se consumen en el día, y que están todavía en buen estado, para hacer llegar a la gente que no tiene nada para comer.
Para eso se tendría que buscar a personas o instituciones que implementen un sistema que permita recolectar la comida que no se consume en los restaurantes, hoteles o domicilios particulares, de modo que se lo haga llegar a los más necesitados. Es cuestión de organizarse, pero esa es todavía una tarea bastante complicada.
El papa Francisco ha remarcado también, en sus mensajes, que en el mundo se desperdicia una gran cantidad de alimentos, en los países ricos, que podrían muy bien servir para millones de personas.
Jorge Bergoglio ha subrayado, en varias oportunidades, que con todo lo que se desperdicia en el denominado primer mundo se podría dar de comer a muchos millones de personas del tercer o cuarto mundo, que prácticamente no tienen comida.
En Cochabamba, también se desperdicia una gran cantidad de alimentos que al final del día terminan en la basura.
Por eso habría que ver, insisto, si alguna organización religiosa o grupo de laicos que atiende a la gente podría hacerse cargo de esta labor, de reunir alimentos que no se consumen en los restaurantes para entregárselos a la gente pobre.
Sin embargo, resolver este problema no es fácil, porque los propietarios de los restaurantes u hoteles no van a llevar la comida que sobra a un lugar determinado, por eso se necesita a alguien o a una organización que lo haga.
El problema es más bien logístico, ver cómo se recoge estos alimentos y de qué manera se hace llegar los mismos a los que lo necesitan.
Por eso veo más factible trabajar y coordinar con los restaurantes u hoteles que preparan comida.
El objetivo sería que estas personas puedan comer algo, sin necesidad de que tengan que estar rebuscando entre la basura su sustento.
Es triste ver cómo mucha gente busca entre la basura sus alimentos, porque no es digno y no hay garantía de que se mantengan en buenas condiciones, porque lo más probable es que estén contaminados por la basura.
La misión principal sería evitar que tanta gente pase hambre en el mundo o comiendo alimentos que se botan.
Esa es una labor que, por ejemplo, hacía Virginia Blanco, quien dirigía un comedor popular en la calle Nataniel Aguirre.
En este comedor popular, que es un modelo de entrega, se daba de comer hasta 300 personas cada día. Virginia Blanco se movilizaba para conseguir alimentos de empresas o personas particulares y hacía esta labor con mucha dedicación.
Había un grupo grande de mujeres de Acción Católica que acompañaba a Virginia Blanco.
Es importante también reflexionar a la gente para que sea más consciente y no desperdicie alimentos.