Violencia también golpea a los hijos que son obligados a cambiar de colegio
Pablo, de siete años y Daniela de nueve, fueron golpeados por su padre durante años.
En estado de ebriedad su progenitor siempre les propinaba palizas y terminaba golpeando a su madre que un día decidió escapar de su casa mientras él dormía.
El dolor de Marcela, nombre que protege la identidad de la mujer, fue tan grande al ver las heridas que su pareja causaba en sus hijos, que decidió escapar dejando atrás toda su vida.
Su familia no la podía mantener por falta de espacio y recursos económicos. La casa de acogida donde se refugió fue su única alternativa para garantizar su seguridad y la de sus hijos.
Un examen médico forense reveló que ella y los pequeños tenían 20 días de impedimento por las heridas causadas con cinturón y palos.
Pablo llegó al centro de acogida con una actitud violenta y no solamente atacaba a su mamá, sino también a todas las personas que se acercaban a él.
Su hermana mayor no paraba de llorar al recordar los episodios que había vivido en su casa en reiteradas oportunidades, por lo que de inmediato también recibió un apoyo psicológico.
Ambos abandonaron su colegio, una unidad educativa situada en la zona sur, y por un tiempo solamente recibían apoyo de parte de los funcionarios de la casa de acogida.
Después de tres semanas consiguieron el cambio de establecimiento a un centro educativo cercano a la casa de acogida, donde todavía continúan cursando sus estudios.
Como Pablo y Daniela varios niños deben enfrentar junto a sus madres las secuelas de la violencia y el machismo.
Por eso los centros de acogida han creado ambientes especiales para que los pequeños puedan desarrollar sus actividades de manera normal.
Salas de juegos, escritorios para hacer tareas y canchas deportivas forman parte de algunas infraestructuras de las casas de acogida para dar una atención más integral.
Tal como sucede en la casa se adecúan los ambientes para que los chicos puedan realizar sus tareas con acompañamiento de sus madres.
COLEGIOS
Según la directora de Servicios Legales Integrales Municipales (Slim) de Cochabamba, Jhanet Vargas, lo que se hace es fusionar la Ley 348 con el Código Niño, Niña y Adolescentes para dar protección a los menores que también son víctimas de violencia.
Con el asesoramiento legal se logra conseguir unidades educativas para que los pequeños puedan cursar de manera temporal o permanente sus estudios y no terminen abandonando el colegio o perdiendo el año.
Cuando la situación legal de la madre se resuelve lo que hacen los SLIMS es pedir el cambio al colegio anterior, en caso de ser necesario.
En otros casos, las madres piden la permanencia y buscan domicilios cercanos a estos para no perjudicar a sus hijos.
Vargas manifestó que todos los casos de violencia donde se involucran también a niños se trabajan de manera integral, ya que muchas veces los menores de edad son testigos de la violencia psicológica y física que viven sus madres y se debe abordar el tema para no crear en ellos conductas similares a la de los agresores.
Las madres llegan en algunas ocasiones con hasta siete niños que han sido víctimas de violencia o por lo menos han sido oyentes y observadores de las agresiones protagonizadas por sus progenitores.
Las conductas de violencia y agresividad que demuestran los pequeños hacia sus familiares o pares es un denominador común, que debe llamar la atención para abordar un tratamiento, indicó la psicóloga del Centro de Atención a la Mujer, Gabriela Escóbar.
Según la especialista, en algunos casos los niños llegan más afectados psicológicamente o físicamente que sus propias madres.
ABUSO SEXUAL
En más de una oportunidad, después de los exámenes médicos forenses se encontró que los niños también fueron víctimas de abuso sexual por parte de los padres e incluso de padrastros, señaló la responsable del Programa de Trata y Tráfico del Servicio Departamental de Gestión Social (Sedeges), Mariela Serrano.
En este tipo de casos también se hace un abordaje psicológico para su recuperación.
Violaciones
Después de examinar a los niños y realizarles tests psicológicos en las casas de acogida, también se identificaron casos de violación.
Transferencia
Las casas de acogida ayudan en la parte legal para que las madres puedan hacer la transferencia de unidades educativas de sus hijos cerca de los refugios.