ARQUEOLOGÍA
“En Piñami vivía gente saludable y pacífica”
En la zona de Piñami, a 10 kilómetros de Cochabamba, habitaban pueblos de gente pacífica y de hábitos saludables. Estos datos se obtuvieron gracias al trabajo de un equipo de arqueólogos que hizo excavaciones en el montículo que existe en el lugar.
Las arqueólogas Zulema Terceros y Karen Anderson trabajaron en este montículo entre los años 2002 y 2008, logran- do recuperar bastante in- formación sobre las pobla- ciones que habitaron esta zona, desde los primeros años de la era cristiana.
Por los vestigios recu- perados en Piñami, se puede concluir que la gente que vivía ahí era bastante saludable, debido a que las arqueólogas en- contraron en los restos de una sola persona (una de las más antiguas), la enfer- medad de artrosis. En los demás no se halló eviden- cias de dolencia alguna.
Terceros abunda que no se encontraron signos de violencia en los restos re- cuperados, lo que implica que los habitantes de esta región no eran agresivos, sino más bien pacíficos, porque en los huesos no hay daños físicos.
Los objetos encontra- dos en el montículo perte- necen a varios períodos, desde el formativo, en el año 100 de esta era, hasta 1600, época de la Colonia.
Por las piezas y elemen- tos recobrados del montí- culo, en todos los años de trabajo arqueológico, se puede también concluir que en esta zona hubo una importante cantidad de población. Un dato que re- fuerza esta afirmación es el número de entierros en- contrados, 147 en total entre niños, jóvenes y per- sonas adultas.
El promedio de vida que tenía esta población, según estudios realizados por dos antropólogas quí- micas, era de 50 años.
Estas profesionales hi- cieron dos estudios dife- rentes, uno físico para ve- rificar el sexo y la edad de estas personas y de qué habían muerto; y otro aná- lisis químico mediante el estroncio, para detectar qué comían.
De acuerdo con los es- tudios realizados por las dos especialistas se con- cluyó que la dieta básica de esta población era el maíz, por los cultivos que había en la zona.
Este estudio arrojó un dato revelador. Una mujer que habitaba en la zona de Piñami había llegado desde Cuzco (Perú). Una teoría que intenta explicar esta situación da cuenta de una posible alianza matri- monial, que era común en esa época.
Las arqueólogas pudie- ron conocer la proceden- cia de esta mujer por la cantidad de estroncio que tenía en los huesos, que arroja datos sobre el tipo de alimentación que tenía.
En las excavaciones se pudo encontrar también huesos que corresponden a niños pequeños, que tenían en sus enterramien- tos ofrendas, porque "se- guramente eran muy que- ridos por sus familias".
Estas personas eran se- pultadas en cistas (tumbas cuadrangulares con una tapa encima), colocadas en forma flexionada, de un costado, con vista al este o al oeste, una forma típica en la que se hacían los entierros de Tiwanacu.
En Piñami se encontra- ron también tumbas circu- lares, con o sin ofrendas, de hombres y mujeres. En el caso del hombre que tenía artrosis, por ejemplo, este llevaba un incensario de llama en la cabeza. Este detalle hace pensar que pudo tratarse de una auto- ridad o de un sacerdote.
Asimismo, los arqueólo- gos encontraron en el montículo huesos de ca-mélidos, que podían haber correspondido a llamas, alpacas o guanacos, que eran parte de sus rebaños.
MONTÍCULOS ARTIFICIALES
Otro dato revelador que se colige del estudio de los montículos es que los ha- bitantes de gran parte del valle central de Cocha- bamba se establecían en elevaciones, que eran construidas por ellos.
Estos montículos, que tenían hasta casi cinco metros de altura, se habían constituido en un patrón en el valle central. Los especialistas manejan dos teorías. La primera señala que como en Cochabamba habían lagunas, los habitantes buscaban alejarse lo más posible del agua.
Otra hipótesis señala que los pobladores busca- ban tener una mejor vista de sus chacras en el valle, desde las alturas.
Terceros destaca que en los estratos del montículo se puede advertir cómo fueron colocando tierra y cómo la iban apisonando, y construyendo sus casas. “Se nota que su vida era muy dinámica”.
Parte del municipio de Colcapirhua, por ejemplo, está construido sobre un montículo, porque está en una zona más elevada.
El interés arqueológico en Quillacollo se inició con las excavaciones arqueológicas realizadas por Wendell Bennett en 1936, según un boletín del Insti- tuto de Investigaciones Antropológicas-Museo Arqueológico de la Uni- versidad Mayor de San Simón (INIAM-UMSS), de marzo de 2000.
A fines de los años 70, el equipo de arqueólogos de la UMSS realizó la primera prospección sistemática en Quillacollo, registrando al menos 54 montículos.
Los más importantes y que son investigados, según la arqueóloga Ter- ceros, son Sierra Mocko, detrás del estadio de Qui- llacollo, y Piñami. Los demás han desaparecido o están enterrados.
Actualmente, muchos de los montículos tienen encima de ellos urbaniza-ciones, iglesias, guarderías y otras edificaciones.
Terceros lamenta que no haya presupuesto sufi- ciente para poder investi-gar los montículos, porque son muchos, y la gente los ha ido ocupando porque se encontraban en sus terrenos o los han ido reclamando para implementar campos deportivos.
MULTIFUNCIONAL
En una primera excava- ción que se realizó en el montículo de Piñami, en 1988, con investigadores del INIAM-UMSS, a la cabeza de Ricardo Céspe- des, se había concluido que este espacio era un ce- menterio, debido a que se encontraron más de un centenar de tumbas.
Sin embargo, según Terceros, con las excava- ciones que realizó con su equipo de arqueólogos se pudo inferir que el sitio en realidad era multifuncio- nal; lo que significa que en este montículo habitaban pobladores que hacían sus tareas cotidianas, porque se encontró restos arqueo- lógicos como wichuñas, para tejer; boleadoras, para cazar; puntas de pro- yectil; morteros; fogones y la estructura de una casa.
Eso equivale a decir que ellos vivían en este sector, pero también enterraban a sus muertos en pequeños grupos, algunas veces fuera de sus casas o dentro de sus hogares.
En los trabajos de exca-vación se pudo encontrar fogones grandes, lo cual denota que en estos espa- cios se preparaban festi- nes, enterraban a sus muertos y también realizaban ceremonias para sus muertos.
SE REDUCE
En los primeros años de la década del 70, la investigación arqueológica pudo documentar que el montículo de Piñami tenía entre dos y tres hectáreas de extensión. Actualmente, su tamaño se ha reducido a 0.1 hectárea.
No obstante, este pe- queño espacio que todavía queda, según Terceros, "nos ha dado bastante in- formación sobre la vida del valle central".
El montículo de Piñami se encuentra dentro de un barrio en el municipio de Quillacollo.
Los vecinos de este barrio informaron sobre este montículo al museo de la Universidad, en 1988, porque al estar cavando con un tractor para nivelarlo, encontraron restos arqueológicos y se decidió parar los trabajos para preservar este sitio patrimonial.
Este montículo había sido ya registrado en los años 70 por investigadores del museo de arqueología de la UMSS, pero no se lo había estudiado todavía, hasta 1987.
Vestigios precolombinos
“El extenso valle situado entre la ciudad de Cochabamba y Quillacollo corresponde a uno de los más importantes en vestigios precolombinos del departamento. En él, están presentes grandes montículos artificiales de ocupación sucesiva (...)
BOLETÍN INIAM-UMSS (MARZO DE 2000)