Las iglesias cumplen una labor importante en los penales
01 de julio de 2017 (20:05 h.)
Considero que ser recluido en un centro penitenciario es uno de los castigos más duros que tiene la sociedad, por lo menos en el marco de la nueva Constitución Política del Estado.
En los penales tenemos muchos convictos que están sentenciados hasta por 30 años. Y con el paso de los años hasta la familia los abandona. Los privados de libertad se organizan en grupos, al interior del recinto carcelario, para buscar la mejor calidad de vida posible.
En nuestro caso, como fundación, hemos estado en contacto directo con los reos de los penales de hombres y mujeres, y vemos como, en principio, su adaptación es altamente dolorosa, porque ellos se sienten marginados por la sociedad.
Creemos, por este y otros motivos, que es fundamental la asistencia espiritual, porque además de tener que trabajar en el penal para poder alimentarse, los internos quedan en soledad.
Vemos que tanto la Iglesia católica como la evangélica van a las cárceles para apoyar espiritualmente a los privados de libertad, especialmente la Iglesia cristiana, que hoy por hoy se ha convertido en un referente muy importante de la fe.
Vemos que las casas de paz, como se llaman en el mundo cristiano, van creciendo cada vez más y sus pastores llegan hasta los penales para llevar la palabra de Dios, para que ese reo o esa rea tenga un aliciente, una esperanza y sepa que todavía mantiene un contacto con la sociedad.
Debemos entender bien que esa gente que está sentenciada tiene familia, hijos, pareja. Por lo tanto, creemos fundamental que se tenga que revitalizar la fe que se ha perdido últimamente, no solo en las cárceles sino en todo el mundo.
Muchas personas se han vuelto extremadamente materialistas y, por eso, no valoran cuán importante es la fe, tener a Dios.
Por este motivo, como fundación, hacemos un llamado a la Iglesia católica y a las cristianas para que puedan aproximarse a los penales, pero no hacer estas visitas una vez cada mes, sino más constantes para hacer sentir al privado de libertad que tiene el respaldo de la sociedad.
Lastimosamente, en el mundo, y no solo en Bolivia, mucha gente está apegada al tema material. Siempre estamos en la proyección natural de conseguir una casa, un auto, y nos vamos alejando de Dios.
El apoyo espiritual que les brindan las iglesias a los reclusos, según mi experiencia, les ayuda bastante, porque la reinserción social todavía no funciona.
Cuando ingresamos a los penales como fundación, vemos que los internos tienen muchas necesidades y nosotros tratamos de brindarles apoyo material a algunos de ellos. Con las acciones que realizamos, ellos se sienten protegidos, lo que les genera una nueva esperanza en su futuro, aunque sabemos que es insuficiente, es un aporte que hacemos.
Consideramos que es también fundamental que se pueda llamar la atención de muchos centros de beneficencia que existen en Cochabamba, para que estas instancias puedan, de alguna manera, adoptar a un recluso, en forma permanente, para ayudarle por lo menos en la alimentación y el apoyo moral.
Tenemos que entender que si bien esa persona está sentenciada, no está muerta, más al contrario, conserva las ansias para poder salir y reinsertarse en la sociedad. Y conseguirá reinsertarse en tanto y cuanto tenga una familia, directa o indirecta.
Porque si una persona no tiene motivaciones en su vida, ni familia, lo que sucede es que una vez que es liberada vuelve a delinquir en las calles.
Por eso, creemos que es fundamental que la ley de seguridad ciudadana, que ha sido promulgada hace varios años, pueda empezar a funcionar de una vez, de una forma permanente.
Si estas personas se reinsertan en la sociedad, eso beneficia a la población, pero lastimosamente, la inseguridad ciudadana se incrementa. Y eso se evidencia con los infanticidios, feminicidios y muertes violentas, que tiene a una de sus causas a la falta de un empleo digno.
En los penales tenemos muchos convictos que están sentenciados hasta por 30 años. Y con el paso de los años hasta la familia los abandona. Los privados de libertad se organizan en grupos, al interior del recinto carcelario, para buscar la mejor calidad de vida posible.
En nuestro caso, como fundación, hemos estado en contacto directo con los reos de los penales de hombres y mujeres, y vemos como, en principio, su adaptación es altamente dolorosa, porque ellos se sienten marginados por la sociedad.
Creemos, por este y otros motivos, que es fundamental la asistencia espiritual, porque además de tener que trabajar en el penal para poder alimentarse, los internos quedan en soledad.
Vemos que tanto la Iglesia católica como la evangélica van a las cárceles para apoyar espiritualmente a los privados de libertad, especialmente la Iglesia cristiana, que hoy por hoy se ha convertido en un referente muy importante de la fe.
Vemos que las casas de paz, como se llaman en el mundo cristiano, van creciendo cada vez más y sus pastores llegan hasta los penales para llevar la palabra de Dios, para que ese reo o esa rea tenga un aliciente, una esperanza y sepa que todavía mantiene un contacto con la sociedad.
Debemos entender bien que esa gente que está sentenciada tiene familia, hijos, pareja. Por lo tanto, creemos fundamental que se tenga que revitalizar la fe que se ha perdido últimamente, no solo en las cárceles sino en todo el mundo.
Muchas personas se han vuelto extremadamente materialistas y, por eso, no valoran cuán importante es la fe, tener a Dios.
Por este motivo, como fundación, hacemos un llamado a la Iglesia católica y a las cristianas para que puedan aproximarse a los penales, pero no hacer estas visitas una vez cada mes, sino más constantes para hacer sentir al privado de libertad que tiene el respaldo de la sociedad.
Lastimosamente, en el mundo, y no solo en Bolivia, mucha gente está apegada al tema material. Siempre estamos en la proyección natural de conseguir una casa, un auto, y nos vamos alejando de Dios.
El apoyo espiritual que les brindan las iglesias a los reclusos, según mi experiencia, les ayuda bastante, porque la reinserción social todavía no funciona.
Cuando ingresamos a los penales como fundación, vemos que los internos tienen muchas necesidades y nosotros tratamos de brindarles apoyo material a algunos de ellos. Con las acciones que realizamos, ellos se sienten protegidos, lo que les genera una nueva esperanza en su futuro, aunque sabemos que es insuficiente, es un aporte que hacemos.
Consideramos que es también fundamental que se pueda llamar la atención de muchos centros de beneficencia que existen en Cochabamba, para que estas instancias puedan, de alguna manera, adoptar a un recluso, en forma permanente, para ayudarle por lo menos en la alimentación y el apoyo moral.
Tenemos que entender que si bien esa persona está sentenciada, no está muerta, más al contrario, conserva las ansias para poder salir y reinsertarse en la sociedad. Y conseguirá reinsertarse en tanto y cuanto tenga una familia, directa o indirecta.
Porque si una persona no tiene motivaciones en su vida, ni familia, lo que sucede es que una vez que es liberada vuelve a delinquir en las calles.
Por eso, creemos que es fundamental que la ley de seguridad ciudadana, que ha sido promulgada hace varios años, pueda empezar a funcionar de una vez, de una forma permanente.
Si estas personas se reinsertan en la sociedad, eso beneficia a la población, pero lastimosamente, la inseguridad ciudadana se incrementa. Y eso se evidencia con los infanticidios, feminicidios y muertes violentas, que tiene a una de sus causas a la falta de un empleo digno.