EN LOS ÚLTIMOS CINCO AÑOS AL MENOS 10 MIL FAMILIAS MÁS SE HAN ASENTADO EN LA ZONA QUE HA PASADO A FORMAR PARTE DE LA MANCHA URBANA. SIN EMBARGO, LAS CONDICIONES DE VIDA NO SON LAS MÁS ÓPTIMAS
Albarrancho, se transforma en urbana rodeada de agua de alcantarilla
A más de un kilómetro de distancia de la planta de tratamiento de aguas residuales de Albarrancho, el olor pestilente comienza a sentirse. Aguas negras y estancadas pasan por debajo del río Tamborada, ruta obligatoria para el ingreso al lugar que a diario recibe los desechos de aproximadamente 85.000 instalaciones de alcantarillado del Cercado.
La planta tiene siete piscinas de oxidación que funcionan a la intemperie para tratar los desechos, por lo que al pasar por la zona es inevitable sentir las molestias de los malos olores.
Pero a la hora de buscar una vivienda estas molestias parecen no tener mucho peso, pues a menos de cinco metros de distancia de las piscinas que tratan el agua residual hay casas que contrastan entre lo antiguo y lo moderno.
El crecimiento poblacional es innegable. Las edificaciones de ladrillo poco a poco van tapando el paisaje de las primeras casas de adobe que había en la zona.
Una avenida asfaltada innominada, al sur de la planta, dos colegios y tres líneas de transporte público que trasladan a la población en menos de 25 minutos a la ciudad han hecho que la zona, considerada agrícola hasta hace unos años sea una opción atractiva para vivir.
Su población supera actualmente los 60 mil habitantes divididos en 10 comunidades y seis Organizaciones Territoriales de Base (OTB) que con la ampliación de la mancha urbana consiguieron su regularización.
El subalcalde de la Comuna Itocta, Gabriel Rocha, señala que en los últimos cinco años se asentaron al menos 10 mil habitantes más cerca a la planta.
La zona que está en crecimiento urbano sufre un fenómeno parecido al que transformó el sector del botadero de K’ara K’ara donde la gente se fue asentando poco a poco y luego consiguió obras de compensación por parte de la Alcaldía.
Hoy en día K’ara K’ara, es un lugar con avenidas asfaltadas, alumbrado público, centro de salud y establecimientos educativos consolidados, obras que consiguen los vecinos cerrando el vertedero para que la Alcaldía pueda desembolsar recursos que los beneficien por vivir en medio de la contaminación.
Albarrancho va en el mismo camino que la zona del vertedero, de convertirse en un sector agrícola a urbano y donde existe un problema de contaminación.
En Albarrancho, las construcciones de chalets están a cada paso, las escuelas Demetrio Canelas y Pucarita Chica acogen a los niños de la zona y el Centro de Salud Pucarita da atención a los vecinos, por lo que estos tienen todas las comodidades para vivir, pese a la contaminación y los malos olores.
Rocha reconoce el crecimiento de la zona y dice que son los mismos agricultores los que fraccionaron sus terrenos para venderlos y hacer que la zona crezca y haya más población.
Félix Luizaga, vecino de Albarrancho indica que la situación en unos años podría ser peor, pues está previsto que se construyan viviendas militares en un terreno del Ejercito.
“Hay mucho terreno de engorde, se han hecho muchos fraccionamientos y la gente está esperanzada que la zona crezca más”.
TERRENO SALITROSO
Nelson Lazo, dirigente de la comunidad Maica Sud recuerda que queda muy poco de lo que Albarrancho era hace unos 20 años. “Yo nací y crecí en este lugar, mis padres eran de los primeros agricultores, pero tengo 56 años y me he visto obligado a cambiar de rubro, todo se ha transformado aquí”.
Lazo dice que esto se debe a que la tierra ya no responde, no es fértil.
Las plantaciones de haba, lechugas, maíz choclero que habían han desaparecido por completo.
Las tierras se han reducido a pasto y maíz forrajero para el ganado.
Comprar más vacas de las que tenía era su única alternativa para no perder sus ingresos.
Esto porque la tierra se volvió mucho más salitrosa de lo que era y ya no sirve para la siembra de hortalizas y otras verduras.
Aunque los vecinos reconocen que la zona siempre tuvo este problema, aseguran que con la llegada de la planta la salinidad se incrementó de manera acelerada en la tierra.
No hay ningún estudio del suelo y de agua que pueda comprobar esto, pero es casi evidente que en el subsuelo las aguas se contaminan con los residuos indicó el director de la carrera de Ingeniería Agronómica de la Universidad Mayor de San Simón, Richard Muriel.
El cambio de actividad, según Muriel tiene en esa teoría su principal causa.
El representante del Foro Cochabambino de Medio Ambiente (Focomade), Jhon Zambrana, indica que este fenómeno data de al menos el año 2.000 en el que pocas familias contaban con vacas pero al ver la infertilidad de sus terrenos decidieron optar por esa actividad.
“Es cierto que la zona siempre formó parte de la cuenca lechera, pero no había la cantidad de ganado que ahora hay”.
Ver granjas de pollos, aves y porcinos en el sector también era algo común.
Recuerda que tras cruzar el puente Tamborada todo era verde y solamente se podían ver algunos de los primeros asentamientos en Villa Primero de Mayo y Villa Israel que están casi en faldas de los cerros y más alejadas de la planta. Pero poco a poco, con la necesidad, la gente fue avanzando hacia la zona más cercana a la planta de tratamiento.
Pero todo esto se hizo sin respetar franjas de seguridad y es por eso que hay viviendas muy cercanas a la planta.
Reconoce también que el terreno siempre fue salitroso, pero indicó que hay evidencias de que la planta ha contribuido a que esta situación empeore.
Por ejemplo, cuando las aguas de la planta son expulsadas hacia los canales de riego, después de ser tratadas, hay una especie de espuma que se refleja en la salida.
Esto, según el ambientalista, es el reflejo de que el agua está expulsando restos de detergentes que llevan químicos que son tóxicos y al mismo tiempo salinos.
Lazo cuenta, por su parte, que cuando era más joven cosechaba lo sembrado y salía a los mercados a vender.
“Nos iba bien, eso era lo que sabíamos hacer. Habían pocas vacas y la Planta Industrializadora de Leche (PIL) nos compraba el líquido”.
Ahora todo es diferente, la única actividad que realizan es la lechera, pero ante la alta oferta que hay en la zona solamente algunos se benefician con la compra de la empresa, el resto debe salir a los mercados a vender la leche y el queso del productor al consumidor. La situación es difícil para algunos pobladores de la zona que invirtieron hasta más de 200 mil bolivianos en sus establos y vacas.
Lazo tiene 40 cabezas de ganado y debe salir todos los días a la calle para no quedarse con la producción.
Calcula que en las zonas que circundan la planta hay entre 5.000 y 7.000 cabezas de ganado.
Al lado de una de las piscinas de oxidación de la planta está uno de los establos más grandes y las vacas solamente están separadas de ellas por un alambre milimétrico.
Según Muriel tampoco existen estudios en los animales que viven en la zona que puedan comprobar si la producción de leche tiene algún tipo de bacteria que pueda ser dañina para la salud.
CONSTRUCCIONES
Pero además de los malos olores que se deben soportar en la zona, la gente que decide vivir ahí tiene grandes problemas con sus construcciones. Las casas antiguas construidas con adobe y tejas se han reducido dando paso a nuevas construcciones de ladrillos y techos de calamina. Pero en Albarrancho no hay material que dure mucho tiempo.
Es el caso de Nelo Medrano que tiene su casa a unos 300 metros de la planta de tratamiento, pero que siente los efectos del salitre y la oxidación.
Los cimientos de su vivienda de dos plantas construida hace cinco años están tendiendo a desprenderse, empezando por la acera, hasta los cuartos.
Hay rajaduras en los pisos que la mayor parte del tiempo se encuentran blancos y deben ser cambiados.
Otro de los efectos negativos que se pueden apreciar a primera vista está en los techos y las puertas de fierro que se oxidan y se descascaran cuando se los toca. “Cada vez hay que hacer reparaciones, es un gran presupuesto, esos son los efectos que tiene el salitre y los gases de la planta en las viviendas”.
Vivir en Albarrancho no es fácil dice Medrano quién asegura que los han condenado a habitar una zona cada vez más putrefacta.
El ambientalista Jhon Zambrana explica por su parte que si bien es cierto que en muchas partes del mundo existen plantas de tratamiento que se encuentran en zonas pobladas, el procedimiento que se hace en Cochabamba no es el mismo y no se puede comparar con lo que se tiene afuera.
Según el ambientalista, la sal también se concentra en el aire cuando existen grandes cantidades y eso es lo que ocasiona la oxidación de los materiales de construcción en la zona.
Compensación
Al igual que en K’ara K’ara los vecinos de Albarrancho han tratado de conseguir obras de compensación, pero la situación no es la misma en el sector, porque la población es mucho menor.
Lo que han conseguido hasta ahora son vías asfaltadas, escuelas y un centro de salud.
Gabriel Rocha
Subalcalde Comuna Itocta
Desprendimientos
“Cada vez hay que hacer reparaciones, es un gran presupuesto, esos son los efectos que tiene el salitre y los gases de la planta en las viviendas”
Nelo Medrano
Vecino Albarrancho