JOSÉ ABRAHAM TOLA, QUIEN RECIBIÓ 1.000 BOLIVIANOS POR EL BONO A LA EXCELENCIA, PREVÉ COMENZAR ESTE AÑO SU CARRERA EN LA UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN SIMÓN. UN INFORTUNIO CUANDO TRABAJABA COMO ALBAÑIL LE ENVIÓ
José se recupera tras accidente y quiere estudiar Arquitectura
El día en que José Abraham Tola Mamani decidió empezar a trabajar como albañil fue porque tenía el firme objetivo de cumplir su sueño: estudiar Arquitectura, tal como lo había planificado desde que cursaba la secundaria en el colegio Nueva Tacopaya de Villa Tunari.
El bachiller de 17 años confía en comenzar su carrera en marzo de este año en la Universidad Mayor de San Simón (UMSS), pese al accidente de gravedad que sufrió mientras trabajaba en un edificio en construcción en el municipio de Colcapirhua.
“Él sigue con la firme intención de estudiar Arquitectura, pero vamos a esperar un poco. Tiene que cuidarse mucho”, afirmaba el padre de José, Prudencio Tola Simón, cuando su hijo seguía internado en el hospital Viedma.
El miércoles 1 de febrero, con una sonrisa que iluminaba su rostro, José abandonaba el hospital Viedma, tras recibir el alta correspondiente.
EL ACCIDENTE
Cuando aún se encontraba convaleciente en una habitación del hospital Viedma, José aseguró que su intención de estudiar Arquitectura seguía en pie, pese al accidente que casi le cuesta la vida. Sufrió una caída de cuatro metros cuando preparaba mezcla para revocar una pared, con tan mala fortuna que una varilla de fierro quedó incrustada en su cabeza.
Prudencio Tola Simón, de 46 años, rememora que su hijo recibió, en diciembre pasado, el Bono a la Excelencia de 1.000 bolivianos que otorga el Gobierno a los alumnos más destacados de los diferentes colegios del país.
José obtuvo un promedio de 91 puntos sobre 100 y estuvo el 20 de diciembre en Cochabamba para el acto de entrega del Bono a la Excelencia.
El hermano mayor de José fue también uno de los mejores alumnos en el colegio y actualmente estudia Ingeniería Civil en la UMSS. Él trabaja como albañil en la construcción para costear sus estudios.
LA MALA NOTICIA
Prudencio Tola Simón se encontraba en su hogar, el miércoles 4 de enero, cuando recibió la infausta noticia de que su hijo había sufrido un accidente de gravedad en el edificio en el que trabajaba como albañil. Tras caer cuatro metros, su cabeza se incrustó en una varilla de fierro que sobresalía de una construcción contigua, sobre un vaciado.
Lo único que recuerda de ese día José es que subía agua para preparar la mezcla y cayó al vacío.
Uno de sus tíos que trabajaba con él, lo auxilió y le llevó al hospital con la ayuda del hermano mayor.
El padre de José señala que su hijo había comenzado a trabajar apenas un día antes con su tío, en una construcción sobre el kilómetro ocho de la avenida Capitán Víctor Ustáriz, en el barrio Ferroviario.
“Me avisaron a las 9 de la mañana. No sabía qué hacer. Mi hijo mayor estaba en sus clases. Me puse a llorar”.
José puntualiza que no tenía ropa de trabajo adecuada. Estaba sin botas y solo un sombrero le protegía la cabeza.
El adolescente trabajaba como jornalero y no tenía contrato ni estaba asegurado en el seguro social, tal como lo exigen las normas laborales.
Después del accidente, el padre de José dejó de trabajar para dedicarse al cuidado de su hijo.
Prudencio Tola afirma que su hijo se recupera favorablemente y, según la información que le dio el médico, no tendrá secuelas. “Me han dicho que está bien, pero en unos tres meses tiene que entrar a una nueva cirugía, de la cual se va a recuperar más rápido”.
SU VOCACIÓN
José es el tercero de seis hermanos. El joven estudiante subraya que en su familia era casi una tradición obtener diplomas en la escuela por ser los más destacados.
Su inclinación por la Arquitectura y el arte se evidenciaron desde que José tenía tres años.
El padre del adolescente relata que su hijo hacía trazos (dibujos) en el piso desde que era pequeño. “Y su motivación era tan grande que dibujaba en la tierra hasta que sus manos se rajaban”.
Cuando era adolescente empezó a pintar paisajes con la técnica de óleo. Además, José, quien ya se perfilaba como uno de los mejores estudiantes de su colegio, tallaba figuras de animales en madera y otros materiales.
“Me gusta dibujar, pintar paisajes y construir maquetas de edificios. Nunca pasé clases de pintura, pero me gustaría hacerlo”, afirma José, mientras trata de acomodar su espalda en el respaldo de la silla en la que descansa.
El padre de José recuerda que cuando su hijo debía entrar a primero básico, los profesores se negaron a inscribirlo porque no tenía seis años cumplidos. Tuvo que esperar una gestión. Sin embargo, no tardó en recuperar el tiempo perdido porque en un solo año hizo dos cursos.
Pagan la cuenta gracias a solidaridad
La cuenta por la atención médica de José Abraham Tola sobrepasó los 32 mil bolivianos.
Una parte de ese dinero, 4.000 bolivianos, fue entregado por el contratista. “También nos prestamos algo y el mayor monto, 17 mil bolivianos, lo recaudamos gracias a una campaña de solidaridad impulsada por Bolivisión de Cochabamba”.
El bachiller no tenía contrato ni seguro
José Abraham Tola Mamani trabajaba en el rubro de la construcción, pero no tenía contrato ni estaba asegurado, según relató su padre, Prudencio Tola Simón.
El bachiller, que empezó a trabajar de albañil para pagar sus estudios de Arquitectura en la Universidad Mayor de San Simón, prevé iniciar sus estudios en marzo de esta gestión.