AUTORIDADES POLICIALES Y JUDICIALES AFIRMAN QUE SU PARTICIPACIÓN ES INDISTINTA EN CADA UNA DE LAS ETAPAS. LUEGO DE SER ATRAPADAS, LAS HISTORIAS DE ESTAS RECLUSAS ESTÁN MARCADAS POR LA DESESPERACIÓN Y EL LLANTO.
La mitad de los negocios en las redes del narcotráfico la manejan mujeres
Roberta es una de las “milocheras” (detenida por la Ley 1008) que ha sentido los riesgos, vivido las glorias y penado las desgracias de su participación en las redes del narcotráfico. Su caso es una muestra de los cientos de historias de mujeres que hoy en día tienen la mitad de participación en todos los negocios y etapas de producción, transporte y comercialización de sustancias controladas en Cochabamba, según afirmó autoridades judiciales y policiales.
El director de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (FELCN) en Cochabamba, Lizandro Patiño, informó que la participación de mujeres en estos procesos es indistinta al de los varones. “No hay distinción, ni alguna incidencia por el tema de género, ellas están en todo”, dijo.
En el hospital Viedma, las estadísticas muestran que, de los 24 “tragones” que fueron internados en 2016 (personas que transportan droga en su vientre), la mitad era mujer.
“Las mujeres son más hábiles que los varones no solo para evadir el control, sino para persuadir los interrogatorios”, afirmó una exfuncionaria de la FELCN que accedió a la entrevista bajo reserva de su identidad.
En Cochabamba, de una población fluctuante de 260 privadas de libertad, el 45 por ciento están detenidas por delitos vinculados al tráfico de sustancias ilícitas.
HISTORIA
Roberta es oriunda de una comunidad campesina del municipio de Cocapata, al norte del departamento. En su adolescencia veía cómo su hermana mayor se daba algunos lujos que nadie en su comunidad podía. “Yo era chica todavía y no me decían en qué estaba metida”. Al cumplir los 18 años se casó y sufrió todos los avatares de una familia campesina y pobre.
Con el paso del tiempo se sumó a los negocios ilícitos de su hermana y por años vivió la gloria del dinero fácil. “Alguien por envidia me denunció y caí”. Ella fue detenida cuando transportaba precursores a la fábrica instalada por su clan familiar.
Parte de su pena la cumplió junto a su única hija de tres años. Al salir, decidió alejarse del ilícito, pero su marido insistió en continuar. Usaba uno de sus camiones para el traslado de droga, camuflada en las cargas de papa.
Las casas, vehículos lujosos, sirvientes, fiestas con agrupaciones de renombre y todo tipo de lujos eran parte de su nueva vida.
Pasó un tiempo y uno de sus acreedores los amenazó de muerte. “Me dijo: Haré desaparecer a toda tu familia. Acordate de mí”.
Dos meses después de la amenaza, uno de sus camiones se embarrancó y tuvo que indemnizar a varias familias por los muertos e incluso atender en su casa a los heridos que eran dados de alta. Antes de cumplirse un mes del siniestro, nuevamente el vehículo en que viajaba su marido se embarrancó y quedó viuda. “Yo pienso que ese hombre nos ha embrujado y ahora quiere quitarme a mi única hija. Esas cosas son bien fuertes”. Ahora Roberta vive con el miedo constante de perder a su hija y también agobiada por las deudas que le dejó su marido.
PARTICIPACIÓN
“Antes cuando habían los pisacocas, solo los hombres estaban abocados a ello, pero ahora hay sistemas modernos que fácilmente podrían desarrollar las mujeres”, dijo Patiño. La autoridad explicó que el sistema colombiano ha incorporado tecnología con moledoras eléctricas, prensas, hornos microondas y otros que pueden ser operados fácilmente por mujeres.
Todas las mujeres, en sus diferentes edades y estratos tienen un potencial que es muy bien aprovechado por las redes de narcotraficantes. Desde las niñas y adolescentes en las comunidades hasta adultas mayores inofensivas en los centros urbanos.
En el campo, las niñas y adolescentes que pastean a su rebaño son seducidas e incorporadas como vigías para alertar la presencia de policías a los fabricantes de droga. “También son utilizadas para introducir droga a las cárceles”, aseveró una exdelegada del penal de San Sebastián Mujeres, de quien se reserva su identidad.
Las mujeres campesinas, resultan ser las mejores acopiadoras de precursores, pero también son hábiles para el transporte de droga, ya sea en “macacos” (compartimientos secretos) o en su mismo vientre como tragonas.
Las estudiantes y profesionales de buena presencia son requeridas como tragonas o “mulas” (personas que transportan droga), principalmente al exterior. “Nadie puede sospechar que alguien con trabajo, buen sueldo y prestigio lleve consigo droga. Por eso casi ni les revisan (los policías)”, dijo la exdelegada.
Esta mujer, de 34 años, es profesional, tenía un trabajo estable, un ingreso mensual superior a los 10 mil bolivianos y una vida de comodidades y viajes. Ingresó con detención preventiva por un delito de corrupción y a las dos semanas un par de mujeres se le acercó para ofrecerle un “buen negocio”.
“A ti te irá muy bien’ me dijeron. Según ellas nadie iba a sospechar de mí. Tenía que pasar un kilo de droga camuflada en macacos que ellas conocían muy bien, me pagarían el pasaje de avión, el pasaporte, la estadía y siete mil dólares más si llegaba a España”, detalló la exdelegada.
“Lo rechacé porque no necesito dinero. Pero veo a muchas compañeras, que luego de ingresar a la cárcel son rechazadas por su familia y caen”, relató.
Incluso personas adultas mayores y embarazadas están dentro del negocio que mueve millones de bolivianos, que ni las autoridades se animan a calcular.
¿Quiénes manejan los clanes familiares o las redes de narcotráfico o microtráfico en Cochabamba? “En muchos casos hemos tenido mujeres comandando estos grupos”, informó el jefe policial de la FELCN.
Asimismo, la exfuncionaria de la fuerza antinarcóticos resaltó: “Vivimos en una sociedad matriarcal y la mayoría de los clanes en Cochabamba son familiares, donde pesa siempre la decisión de la madre”, acotó.
La uniformada explicó que en el tiempo que realizaba operativos no había distinción entre estratos sociales o culturales. “Puedes encontrar desde campesinas o madres solteras, que lo hacen por necesidad, hasta mujeres profesionales con doctorado que fueron seducidas por la ambición”.
En 2016, una familia aymara de seis integrantes fue interceptada por la FELCN en la tranca de Suticollo cuando pretendía pasar droga en su estómago por la ciudad de Oruro a Chile.
Todos fueron enviados al hospital Viedma para que expulsen las cápsulas. “Era impresionante. Yo no podía creer. Eran aymaras netos vistiendo su atuendo originario, la madre de 65 años no entendía el castellano y solo uno hablaba con dificultad el castellano, pero estaban traficando droga”.
La familia era originaria de una comunidad alejada de Oruro, llegaron a Cochabamba para ingerir las cápsulas en Sacaba y luego viajar a Chile.
El jefe del Servicio de Toxicología del hospital Viedma, Ramiro Cadima, explicó que todos los pacientes habían ingerido la droga en Sacaba o poblaciones del Trópico de Cochabamba. La ruta por tierra era Cochabamba - Oruro y Chile, y por vía aérea la ruta era trazada por Cochabamba, Santa Cruz y el destino final, Europa.
Por sus características, Cochabamba se constituye en uno de los centros de producción, acopio y microtráfico, ya que los grandes negocios están en manos de redes colombianas y mexicanas.
Las mujeres, de acuerdo a su contextura física, puede ingerir entre 1 y 1.5 kilos de droga. Lo que representa entre 68 y 80 cápsulas, cada una con 15 a 18 gramos de cocaína, sólida o líquida. En cambio, los hombres llegan hasta 2.5 kilos de la sustancia controlada, es decir, alrededor de 170 cápsulas.
El toxicólogo alertó que cuando se trata de cocaína sólida, los tragones pueden permanecer hasta tres días con la sustancia, sin que ésta le provoque ninguna molestia. Pero cuando es cocaína líquida, el tiempo se reduce a seis horas y luego pueden tener serias consecuencias, hasta la muerte.
Entre enero y diciembre de 2016, 24 personas llegaron al Hospital Viedma como sospechosos de haber ingerido cápsulas de cocaína. “El 50 por ciento de este grupo era mujer. Incluso dos de ellas, embarazadas”, informó Cadima.
Las estadísticas de este nosocomio establecen las edades de los tragones entre 19 y 55 años, de manera indistinta, entre hombres o mujeres.
Patiño explicó que en muchos de los operativos, las “mulas” viajan en parejas. “Cuando alguien te dice que está viajando por vacaciones difícilmente puedes sospechar si está acompañado de su esposa. No es lo mismo cuando viajan solos”, agregó.
El juez de Ejecución Penal Nº 3, Santiago Maldonado, explicó que por esta situación muchas familias quedan abandonadas ya que el padre y la madre guardan condenas en los reclusorios cochabambinos.
De los nueve recintos penitenciarios y carceletas del departamento, dos tienen población femenina: 234 en San Sebastián Mujeres y 25 en San Pedro de Sacaba, de este grupo, una población fluctuante de 116 personas está detenida por algún delito de la Ley 1008, es decir, el 45 por ciento de la población penitenciaria femenina.
DELITOS
Según Maldonado, en el caso de mujeres los ilícitos en el narcotráfico ocupan el primer lugar de delitos en los penales de mujeres. En segundo lugar se encuentra el robo, en tercero la estafa y en cuarto otros delitos como violación a menores.
Las penas que deben cumplir estas mujeres van desde los 8 hasta los 25 años de reclusión incluidas multas que oscilan entre los 1 mil hasta los 20 mil bolivianos.
El artículo 48 de la Ley Nº 1008 del Régimen de la Coca y Sustancias Controladas establece las penas y multas por estos ilícitos. Entre los más recurrentes están microtráfico, transporte, tráfico y suministro de sustancias controladas.
En microtráfico la pena está entre 10 y 18 años de privación de libertad. Por transporte de sustancias controladas, 8 a 12 años y una multa de 1 mil y 2 mil quinientos bolivianos.
Por tráfico de drogas la norma establece una pena de 10 a 25 años de reclusión con una multa de 10 a 20 mil bolivianos. Por suministro, 8 a 12 años y una multa de 1 mil a 2 mil bolivianos. Finalmente, el consumidor, que debería ser referido a un instituto de fármaco dependientes es acusado por el delito de receptación o tenencia, con sanciones de 2 a 3 años de privación de libertad.
Para el caso de las mujeres embarazadas, ya sea de un día o nueve meses de gestación, ellas pueden optar al beneficio de la detención domiciliaria, pero en la práctica muchas de ellas permanecen en las cárceles, ya que la decisión final la tienen los jueces.
La autoridad explicó que este beneficio ha sido mal utilizado por algunas reclusas que, muchas veces, se embarazan dentro de los recintos para salir en libertad.
“Creo que lo que más prima en los jueces, al momento de dictar la sentencia, es el delito y si es reincidente”, estimó Maldonado. Los delitos que no gozan de la medida sustitutiva de detención domiciliara son los asesinatos, parricidios o infanticidios. Aunque el narcotráfico está fuera de estos delitos, la reincidencia o las cantidades elevadas hace que no puedan acogerse a este tipo de sentencias.
REINCIDENCIA
Según el juez Maldonado, la reincidencia en mujeres, de un 5 por ciento , está determinada muchas veces por los decretos presidenciales de indulto que fueron promulgados de manera consecutiva. “Es algo irregular que nunca antes se había dado. Los indultos se aprobaban excepcionalmente cada seis o siete años”, dijo.
Desde el año 2012, cinco decretos presidenciales de indulto y amnistía fueron promulgados por el presidente Evo Morales, donde se incluían a este grupo de la población penitenciaria. Al menos un 30 por ciento de todos los beneficiados, era mujer con delitos vinculados al narcotráfico. Sin embargo, pese a estas medidas, el 5 por ciento de este sector que permanece recluido en las cárceles es reincidente.
Para el juez de Ejecución Penal Nº 3, Santiago Maldonado, la promulgación de beneficios en tan corto tiempo solo alentaron a la reincidencia. “De algún modo esto se convierte en una forma de impunidad o aliento a la reincidencia”.
Maldonado explicó que en el último indulto hubo mucha gente que estando libre prefirió entregarse y someterse a un proceso abreviado para tener una sentencia pronta porque sabía que en uno o dos meses, que duraría el trámite, saldría libre.
Los decretos presidenciales fueron aprobados el 31 de diciembre de 2012 (D.P. Nº 1145), nueve meses después salió el segundo, en fecha 18 de septiembre de 2013 (D.P. Nº 1723), el tercero fue el 1 de octubre de 2014 (D.P. Nº 2131), el cuarto en 1 de julio de 2015 (D.P. Nº 2437) y finalmente el quinto, el 24 de diciembre de 2016 (D.P. Nº 3030).