EL ESCRITOR RAMÓN ROCHA MONROY DESTACA QUE ESTOS SECTORES SOCIALES IRRUMPIERON EN EL CAMPO POLÍTICO Y EN OTROS DE LOS CUALES ERAN EXCLUIDOS.
El nuevo rostro del país: Obreros y originarios
22 de enero de 2017 (18:13 h.)
“Si algo ha cambiado en el país, en términos sociales, es la irrupción del nuevo rostro (originarios y obreros) al campo político, a la economía, a las prácticas sociales y culturales de las cuales estaban excluidos”.
Con estas palabras define el escritor Ramón Rocha Monroy al proceso que se vivió en el país en los últimos 11 años.
“Hay todavía el ojo panóptico y racista de la Colonia, pero los movimientos sociales son muy fuertes y no van a resignar su lucha por un mundo más justo, incluyente y equitativo”.
Rocha Monroy señaló que la historia de Bolivia puede ser vista como un despojo sistemático de originarios y obreros de todos sus derechos, entre ellos, el derecho a la tierra y al territorio.
Pero de pronto, a decir de Rocha Monroy, en enero de 2006 eso cambió.
De pronto, según el escritor, el campo político se vio vaciado de “gente decente” e irrumpieron rostros nuevos, rostros originarios y obreros y movimientos sociales que hoy conmemoran 11 años de Gobierno y quizá su permanencia en el poder.
La “gente decente” se siente acorralada porque no tendrá más cargos públicos ni mecanismos de decisión en sus manos.
¿Cuál es su arma? Decir que la gestión del proceso de cambio es ineficiente, que es corrupta, que nunca antes se había visto semejante dispendio de recursos. No tienen ojos ni oídos para ninguna megaobra o megaproyecto, y sí para buscarle defectos a todos.
Pero es evidente, según Rocha Monroy, que algo y mucho ha cambiado en el nuevo Estado plurinacional: “ya no hay pobreza extrema; el analfabetismo se ha reducido; hay hospitales de primer, segundo, tercer y cuarto nivel; hay una incorporación de choferes al sistema de jubilación, una presencia de los gremiales en los sistemas gratuitos de salud, un rol activo de los movimientos sociales, un nuevo concepto de hegemonía por organizaciones y no por individuos, por ciudadanos”.
Agregó que no es un proceso fácil, pero tiene un arma en manos del pueblo: el voto y no las armas, el fortalecimiento del Estado y la inversión pública, el modelo endógeno de desarrollo y el apoyo concreto a la salud, la educación, el deporte, la vivienda y los sistemas de riego, porque el Estado Plurinacional tiene excedente producido por la exportación de gas, una eficiencia sin precedentes en el crecimiento sostenido, en la inversión pública millonaria, una recaudación de impuestos nunca antes vista, una horizontalidad de la democracia y un resurgimiento de los movimientos sociales y de las nuevas clases medias que hoy no hay que buscar en los barrios residenciales, en los centros de familias de alcurnia y grandes apellidos, sino en los nuevos centros comerciales como La Cancha, la Huyustus o el Plan 3000.
“Una clase emergente cada vez más sólida es el verdadero sustento del proceso de cambio, una nueva manera de ser modernos, de educar bien a hijos e hijas, de fortalecerse como nueva clase media”, puntualizó.
Con estas palabras define el escritor Ramón Rocha Monroy al proceso que se vivió en el país en los últimos 11 años.
“Hay todavía el ojo panóptico y racista de la Colonia, pero los movimientos sociales son muy fuertes y no van a resignar su lucha por un mundo más justo, incluyente y equitativo”.
Rocha Monroy señaló que la historia de Bolivia puede ser vista como un despojo sistemático de originarios y obreros de todos sus derechos, entre ellos, el derecho a la tierra y al territorio.
Pero de pronto, a decir de Rocha Monroy, en enero de 2006 eso cambió.
De pronto, según el escritor, el campo político se vio vaciado de “gente decente” e irrumpieron rostros nuevos, rostros originarios y obreros y movimientos sociales que hoy conmemoran 11 años de Gobierno y quizá su permanencia en el poder.
La “gente decente” se siente acorralada porque no tendrá más cargos públicos ni mecanismos de decisión en sus manos.
¿Cuál es su arma? Decir que la gestión del proceso de cambio es ineficiente, que es corrupta, que nunca antes se había visto semejante dispendio de recursos. No tienen ojos ni oídos para ninguna megaobra o megaproyecto, y sí para buscarle defectos a todos.
Pero es evidente, según Rocha Monroy, que algo y mucho ha cambiado en el nuevo Estado plurinacional: “ya no hay pobreza extrema; el analfabetismo se ha reducido; hay hospitales de primer, segundo, tercer y cuarto nivel; hay una incorporación de choferes al sistema de jubilación, una presencia de los gremiales en los sistemas gratuitos de salud, un rol activo de los movimientos sociales, un nuevo concepto de hegemonía por organizaciones y no por individuos, por ciudadanos”.
Agregó que no es un proceso fácil, pero tiene un arma en manos del pueblo: el voto y no las armas, el fortalecimiento del Estado y la inversión pública, el modelo endógeno de desarrollo y el apoyo concreto a la salud, la educación, el deporte, la vivienda y los sistemas de riego, porque el Estado Plurinacional tiene excedente producido por la exportación de gas, una eficiencia sin precedentes en el crecimiento sostenido, en la inversión pública millonaria, una recaudación de impuestos nunca antes vista, una horizontalidad de la democracia y un resurgimiento de los movimientos sociales y de las nuevas clases medias que hoy no hay que buscar en los barrios residenciales, en los centros de familias de alcurnia y grandes apellidos, sino en los nuevos centros comerciales como La Cancha, la Huyustus o el Plan 3000.
“Una clase emergente cada vez más sólida es el verdadero sustento del proceso de cambio, una nueva manera de ser modernos, de educar bien a hijos e hijas, de fortalecerse como nueva clase media”, puntualizó.