“Estaba en la oscuridad, no podía ver nada y solo me aferré a algo”
Todas las condiciones estaban dadas para que María Nelly Murillo, de 18 años, y su hijo de un año, sufrieran un trágico final luego de que el avión en el que viajaban se estrellara en la selva colombiana, el 20 de junio de 2015.
Sin embargo, el miércoles 24 de junio de 2015, ambos fueron encontrados en Alto Baudó, una zona de selva tropical que tiene fuertes lluvias y tormentas. Los dos lograron sobrevivir cinco días en esas condiciones tras el accidente, según publicó canal 13 de Chile.
La historia de esta mujer y su hijo ocupó los titulares de los diarios, y mucha gente aún se pregunta cómo lograron salvarse del accidente y sobrellevar los días siguientes.
Pero esta no es la única historia de sobrevivientes a los accidentes aéreos. Otro caso, que fue llevado al cine, es el siniestro de 1972, cuando un avión militar con 40 pasajeros y cinco tripulantes se estrelló contra un risco en la cordillera de los Andes.
Este avión transportaba a un equipo de rugby del club de exalumnos del colegio Stella Maris de Montevideo (Uruguay), que viajaba a un partido en Santiago de Chile.
De las 45 personas que viajaban en la aeronave, dieciséis sobrevivieron.
Dos de los sobrevivientes lograron cruzar a pie la cadena montañosa de los Andes. Tras caminar 10 días, encontraron al arriero Sergio Catalán, quien salió en busca de ayuda y regresó con un grupo de rescate.
ÚNICO SOBREVIVIENTE
En 1987, Cecelia Cichan tenía solo cuatro años cuando logró sobrevivir a un accidente de avión en Detroit (Estados Unidos), que segó la vida de las otras 157 personas a bordo.
El accidente terminó con la vida de toda su familia, pero los rescatistas la encontraron viva bajo un asiento, no lejos de los cuerpos de sus padres. Actualmente, Cecelia tiene un tatuaje de un avión en su muñeca para recordar un accidente del que ella casi no tiene recuerdos.
Otro caso emblemático es el de Bahia Bakari, quien sobrevivió a un accidente luego de que el avión en el que iba se estrellara en el océano Índico el 30 de junio de 2009. La adolescente de 13 años se aferró a un pedazo de fuselaje para no ahogarse. Estuvo así por más de 13 horas en el agua, sin salvavidas.
Entre los muertos por el accidente estaba la madre de Bahia y otras 151 personas que iban a bordo. Los medios la llamaron "La niña milagro".
Después de ser rescatada, Bahia fue llevada a Francia, donde permaneció en un hospital con una clavícula rota y varias quemaduras. En una entrevista que la niña dio al diario The Times señaló: "Vimos caer el avión en el agua. Me encontré en el agua. Yo escuchaba a la gente hablar, pero no podía ver a nadie. Estaba en la oscuridad. No podía ver nada. Me aferré a algo, pero no sé a qué".
En un primer momento, no le dijeron que su madre había muerto, ya que se encontraba en estado de shock. Después de unas semanas, su familia le dio la mala noticia.
Otro caso de una "niña milagro" ocurrió el 13 de enero de 1995. Un DC-9 con 52 personas a bordo se estrelló en la localidad de María La Baja, en Colombia, cuando se dirigía a Cartagena de Indias.
Una niña llamada Erika Delgado fue la única superviviente. Un granjero de la zona la rescató del avión después de oír su llanto. La pequeña estaba consciente. Solo se había roto un brazo.
DESDE EL CIELO
El caso de la azafata serbia Vesna Vulović está rodeado de misterio. Esta mujer conserva el récord Guinnes que la acredita como la persona que ha sobrevivido a la mayor caída sin paracaídas, después de salir con vida del accidente que precipitó su avión al suelo desde 10 mil metros de altura, en enero de 1972.
En este accidente murieron 27 personas. Un hombre sacó a Vesna con vida de entre los restos del avión siniestrado. A pesar de sus heridas, consiguió sobrevivir. Hoy es una especie de heroína nacional en Serbia. En 2010 se publicaron informaciones que aseguraban que el avión volaba a baja altura y fue derribado por el Ejército checo, extremo que no ha sido confirmado.
Otro caso similar al de Vesna es la historia de Juliane Köpcke, que dio lugar a dos películas y recuerda mucho el argumento de la serie Lost (perdidos).
El 24 de diciembre de 1971, el avión en el que viajaba se desintegró en el aire con 93 pasajeros a bordo (murieron todos). La adolescente, que tenía entonces 17 años, salió despedida junto a su asiento y cayó sobre las copas de los árboles del Amazonas, que amortiguaron la caída.
Cuando despertó después de varias horas inconsciente, estaba en tierra, sentada sobre su asiento y en mitad de la selva. Durante días encontró los restos del avión y de los pasajeros fallecidos extendidos a lo largo de muchos kilómetros. Después de nueve días vagando por la selva fue encontrada por unos campesinos.
"La selva me ha salvado la vida, nunca ha sido algo que me amenazara", confesó Juliane Köpcke al diario peruano La República en una entrevista de 2012.
¿ES MEJOR SER NIÑO?
Un reportaje de BBCMundo recopila los casos de niños que fueron los únicos sobrevivientes en siniestros aéreos. Muchos se preguntan si existe algún factor que favorezca a este grupo en estos casos.
En 2003, por ejemplo, un niño de tres años fue el único superviviente de un accidente aéreo en el que murieron 116 personas. En 1995, una niña de nueve años salió con vida cuando un avión estalló en el aire mientras sobrevolaba territorio colombiano.
Un par de años más tarde, en 1997, un niño tailandés logró escapar de un siniestro de Vietnam Airlines en el que murieron 65 personas.
En otro caso, un niño de 10 años fue el único que salió con vida de un avión que se estrelló en Taiwán y dejó 196 muertos. No obstante, el pequeño falleció poco tiempo después.
En 2009, Baya Bakari, quien tenía 13 años, según informes de periódicos locales, fue la única pasajera que salió viva de un siniestro aéreo en Yemen.
Un niño holandés de nueve años fue el único sobreviviente del avión que se estrelló el martes 11 de mayo de 2010 en Libia.
A partir de estos casos, de niños sobrevivientes a desastres aéreos, los expertos en seguridad han empezado a elaborar teorías en torno al tema, que tratan de responder a la pregunta si los niños tienen alguna ventaja cuando ocurre un accidente aéreo.
Si bien las evidencias no son incontrovertibles, los expertos tienen motivos para pensar que algunos niños podrían estar más protegidos, dependiendo de su tamaño.
El profesor Ed Galea, director del Grupo de Ingeniería para Seguridad en Incendios de la Universidad de Greenwhich, sospecha que los pequeños que ya superaron la etapa de recién nacidos, pero todavía no son muy altos, están encapullados en sus asientos y tienen menos probabilidades de salir heridos.
"Con un adulto que tiene la cabeza por encima del asiento y las piernas en el piso, hay más probabilidades de que sufra algún tipo de lesión por lo objetos que le caigan en la cabeza".