SUFRIÓ UNA CAÍDA CUANDO IBA EN UN MICRO Y SE GOLPEÓ LA CABEZA. JUANA ILLANES, ORIUNDA DE LA PAZ, ESTUVO UN POCO MÁS DE UN AÑO SIN PODER MOVERSE. AHORA TRABAJA EN UNA CAMPAÑA DE EDUCACIÓN VIAL DE LA ALCALD&
Miguel Nava Boza trabaja en una sesión de fisioterapia en la Caja Petrolera de Salud.
25 de septiembre de 2016 (17:33 h.)
Lo primero que hace Juana Illanes cuando aborda un micro (vehículo de transporte público) es aferrarse con todas sus fuerzas al asiento más próximo, como si su vida dependiera de ello. Siente calor en el rostro y empieza a traspirar. El recuerdo del accidente que tuvo en abril de 2003 la persigue.
Cuando está en el vehículo, su primer impulso es sentarse inmediatamente, incluso en la grada, porque teme que el conductor arranque repentinamente el motorizado y sufra un accidente, nuevamente.
La vida de esta mujer de 60 años cambió bruscamente en 2003 cuando perdió el equilibrio y cayó de un vehículo de transporte público en la zona de Villa Sebastián Pagador, al sur de la ciudad.
Oriunda de La Paz, Juana había llegado a Cochabamba unos años antes tras separarse de su esposo, atraída por la promesa de ganar bien con la venta de mercadería. Sus amigas la habían convencido de dar ese paso.
Recuerda que su esposo, de profesión fotógrafo, tomaba alcohol con mucha frecuencia y solía maltratarla. “En esa época no había instituciones como la Defensoría a donde yo pueda acudir para solicitar ayuda”.
Juana se cansó del maltrato y dejó a su esposo.
Llegó sola a Cochabamba porque su expareja no le permitió traer a ninguno de sus seis hijos. Se había casado a los 17 años y tuvo su primogénito a los 18.
Recuerda que cuando nació su primer hijo, ella seguía jugando con muñecas y autitos, junto con su pequeño.
UN GOLPE LE DEJÓ
INMOVILIZADA
El 28 de abril de 2003 Juana había salido de su hogar para reunirse con una amiga en Villa Sebastián Pagador, pero no la encontró. Para retornar a su casa abordó un micro de la línea P. El chofer le exigió su pasaje y cuando ella sacaba las monedas de su cartera, todavía de pie, el chofer arrancó la movilidad de golpe, lo que causó que perdiera el equilibrio y saliera expulsada hacia afuera.
Cayó de espaldas sobre la acera y se golpeó la nuca. Quedó medio atontada. El chofer del micro intentó auxiliarla, pero ella le aseguró que estaba bien. Tomó un taxi y se dirigió a su cuarto.
Cuando llegó a su casa notó tenía un fuerte dolor en la cabeza y para aliviar el malestar empezó a tomar calmantes, sin consultar a un médico. Un par de días después del accidente, Juana entró al baño y se desvaneció, no pudo levantarse más.
La mujer permaneció durante un año inmovilizada, sin poder mover siquiera una mano o un pie.
La dueña de la casa, donde vivía, al verla en ese estado, la llevó a un médico particular, quien no pudo encontrar el origen de su dolencia. Juana había omitido contarle sobre su caída.
Ella no sentía nada, ni frío ni calor. Los médicos que la vieron aseguraban que podía tratarse de una embolia o de un accidente cerebro vascular.
A un año de su accidente Juana se animó a contarle a un médico que había sufrido una caída y un golpe en la cabeza.
Durante todo el tiempo que permaneció sin poder moverse, la dueña de casa y algunas de sus vecinas le daban alimentos líquidos con una bombilla, le ayudaban a cambiarse la ropa y a bañarse.
Para solventar todos sus gastos, la mujer tuvo que vender los utensilios que tenía para atender su pensión de comida, muebles y joyas que había comprado con el trabajo de varios años.
Juana tiene un agradecimiento especial por los choferes de la línea Señor de Milagros de Punata, porque ellos le donaron dinero para comprar medicamentos.
Sus hijos, al enterarse del accidente que había sufrido, llegaron hasta Cochabamba para llevársela a El Alto. Sin embargo, ella decidió retornar a la Llajta, debido a que en La Paz le hacía mucho frío y porque se había acostumbrado a vivir en esta ciudad.
FISIOTERAPIA
Juana Illanes recuperó el 90 por ciento de la movilidad de su cuerpo gracias a que acudió al consultorio de un médico en la zona de Tránsito.
Recuerda que el doctor Arturo Aguilar le aplicó un tratamiento con inyecciones, tabletas, mates y fisioterapia. “Entré al consultorio casi arrastrándome y salí caminando”.
Juana no conocía a cabalidad lo que era la discapacidad y cuando empezó a escuchar que se referían a ella con esta palabra se sentía muy mal. No podía aceptarlo. Asistió al médico durante un año, pero dejó de ir porque el dinero se le había terminado. El especialista se compadeció de ella y dejó de cobrarle por la consulta.
Y cuando ella ya caminaba bien, el año 2011, tropezó en una piedra, cayó y se rompió la pierna derecha. Tuvo que permanecer enyesada por varios meses.
PREVENCIÓN
Desde el año 2007 Juana Illanes trabaja con el proyecto de Educación Vial que implementó la Alcaldía de Cercado desde esa gestión.
Este proyecto comenzó con 12 personas que tenían algún grado de discapacidad visual, auditiva, física y mental, distribuidos en tres grupos.
En los últimos años el número creció hasta llegar a 48 personas con discapacidad que trabajan con educación vial en las calles del centro de la ciudad.
EN COLEGIOS
El proyecto de Educación Vial llega actualmente a los colegios con el tema de prevención a la discapacidad y tiene el apoyo de directores y profesores de las diferentes unidades educativas.
Juana destaca que los niños aprenden rápido y son quienes llevan a sus hogares información sobre la discapacidad y cómo prevenirla.
Ella les comenta a los estudiantes que la discapacidad no se debe solamente a un factor genético, sino también a causa de los accidentes de tránsito.
Juana señala que muchas de las personas con discapacidad son producto de accidentes, debido a que algunos conductores no tienen precaución al circular por las calles y avenidas, y porque peatones se meten en medio de los vehículos.
“Un solo golpe de un vehículo, incluso leve, puede dejar a una persona con alguna forma de discapacidad física”, concluye Juana Illanes.