DEJÓ VOLUNTARIAMENTE LA IGLESIA CATÓLICA APOSTÓLICA ROMANA, PERO SUS SUPERIORES NO LE PERDONARON SU DECISIÓN.
Padre Abdón: La actitud inhumana y de presión me obligaron a alejarme
El padre Abdón Ortiz Zegarrundo, después de siete años de servicio en Alto Beni, tomó la decisión de alejarse voluntariamente del sacerdocio y consolidar el amor con su pareja.
Explicó que sus superiores no le perdonaron lo que hizo y asumieron una actitud inhumana y de presión en su contra.
Contó que en su búsqueda de trabajo para subsistir sufrió una persecución y su verdad fue divulgada en la comunidad a la que pertenecía. Le obligaron a irse y dejar atrás a sus padres y otros familiares.
Después de ordenarse como sacerdote, luchó con todas sus fuerzas para continuar con su vocación religiosa, pero no fue posible. Incluso, se fue a un retiro intenso y se tomó un tiempo sabático para discernir su situación. Para entonces ya conoció a Sol Ángel, su actual esposa y madre de su hijo.
A su retorno, ya no pudo más con esa lucha interna por mantener el celibato y tomó la decisión de formalizar su relación. Fruto de su amor nació Santiago, su hijo que hoy tiene 10 años.
La familia peregrinó por diferentes ciudades en busca de ayuda y solo en Cochabamba encontró paz. Hace cuatro años que volvió a celebrar misas y cuenta con el apoyo de la Iglesia Católica Apostólica Nacional.
Vive en una casa en alquiler, en la zona de la Aduana. Desde ahí debe recorrer largas distancias, hasta las provincias, para oficiar las misas. En estos lugares es muy conocido. Los contactos que tiene los ha conseguido a través de la Iglesia Nacional.
El dinero que cobra por las misas varía entre 100 y 150 bolivianos. Todo depende si acude acompañado de un músico o solo.
Este monto no es suficiente para cubrir los gastos de su familia. Se ayuda con la administración de un bien inmueble de su padre en el exterior y el salario que recibe su esposa que trabaja como enfermera.
SU TRAYECTORIA
Abdón Ortíz Zegarrundo nunca pensó que iba a dedicar su vida a Dios hasta su primer acercamiento, cuando tenía 18 años y había concluido el colegio en el departamento de La Paz. Luego de hacer su confirmación tuvo una inquietud al ver el compromiso que demostraban algunos seminaristas y sacerdotes. Los problemas en su casa, de orden económico, le obligaron a migrar a Alto Beni con sus padres y continuar ayudando a los demás.
A sus 28 años y sin saber qué hacer con su vida, se fue al seminario para formarse como sacerdote. En ese periodo sufrió discriminación y prefirió no referirse a otro tipo de problemas “porque no son fáciles de comentar”.
Su ordenación fue en 1996. Pero no todo fue como pensaba. No pudo continuar sus estudios en busca de superarse.
“Me decían eres padrecito y padrecito te quedas. Fue ahí cuando me entró la soledad”.
El padre Abdón fue designado a la parroquia de Santa Rosa de Yacuma como vicario. En este lugar encontró el amor en una joven y pese a que se resistió por mucho tiempo, al final no pudo hacerlo más.
“El problema mayor fue el celibato porque en ese lugar (Beni) la gente es muy querendona del padre. Tuve que discernir sobre mi vocación”.
Fueron dos años de sufrimiento para él y su pareja que enfrentó el trauma de estar enamorada del “cura del pueblo”.
Luego de pedir la reducción al estado laical y de no obtener respuesta por más de cinco años decidió formalizar su familia y comenzar una vida nueva.
LA ODISEA
Fue en esta etapa que pudo sentir la actitud inhumana de las autoridades eclesiásticas.
“Hubo un rechazo desencarnado de la Iglesia. Pedí, rogué, supliqué para que me dieran trabajo o algo porque necesitaba dinero y no lo hicieron”.
Cuando comenzaba a ver la luz al final del túnel, los religiosos que pertenecían a su comunidad se aseguraron de apagarla.
“Trabajaba en una institución pública. Los comunarios un día le dijeron al obispo que la parroquia no tenía cura y les respondió: Mientras sigan teniendo al cura que dejó la Iglesia acá, no vamos a hacer nada”.
Para evitar más fricciones, decidió irse, pero sintiendo compasión por el obispo, a quien consideraba un buen pastor.
DATOS PARA TOMAR EN CUENTA
Un regalo especial de su familia
La indumentaria eclesiástica o sotana del padre Abdón fue un regalo especial de sus familiares. En cada región tiene características que la hace especial. Para el religioso es una vestidura sagrada que volvió a usarla hace cuatro años en las celebraciones eucarísticas que realiza en las viviendas particulares y espacios públicos.
Un trauma que ya fue superado
Sol Ángel es la esposa del padre Abdón. A pesar del trauma sufrido en su comunidad, en Alto Beni, donde la llamaban “la mujer del cura”, hoy tiene una vida nueva. Trabaja como enfermera durante el día y es el religioso quien se encarga de cuidar del hijo de ambos, Santiago, de 10 años. Viven en inmediaciones de la Aduana.