LAS HISTORIAS DE DOS ADOLESCENTES ILUSTRAN EL SUFRIMIENTO DE NIÑOS Y ADOLESCENTES ANTE LA AUSENCIA DE SUS PADRES
Enrique delinquía con su pandilla y Sandra dejó de estudiar
Con dinero en sus bolsillos y sin ningún control tras él, Enrique, de 16 años, decidió dejar el colegio, unirse a un grupo de pandilleros de su barrio, en la zona oeste de la ciudad, y "por diversión" golpear a transeúntes en horas de la madrugada.
Enrique no tenía la necesidad de robar, pero llegó a hacerlo en más de una oportunidad. Motivado por sus amigos, quienes sabían que él manejaba bastante dinero, enviado por sus padres desde Italia, el adolescente les invitaba a beber en alguna chichería de la zona, pero cuando les faltaba efectivo, iban a "voltear" borrachos.
El adolescente, quien pidió no dar a conocer su nombre verdadero, relata que la actividad con su pandilla le llevó a ser arrestado por la Policía en dos oportunidades, pero no fue encerrado en la cárcel, por falta de pruebas y porque su abuelito, quien era el encargado de cuidarle, "solucionó el problema".
El joven confiesa que había perdido el control sobre si mismo, especialmente cuando empezó a consumir marihuana. Un día despertó en la madrugada, semidesnudo, en medio de una acequia.
Enrique es hijo único. Sus padres se fueron a Italia hace seis años y él no los ve desde hace un poco más de dos. Recuerda que llegaron para la Navidad de 2011 con regalos.
"Quiero volver a estudiar, dejar las malas compañías, pero no tengo quién me oriente. Además quiero que mis padres regresen a Bolivia", es el pedido de Enrique.
PROMESA DE NAVIDAD
De su padre solo le queda una imagen difusa y la promesa que les hizo a ella y a sus tres hermanos, que una vez instalado en Estados Unidos mandaría por ellos, en Navidad.
Sandra, una adolescente de 15 años, retrotrae su relato a los años de infancia, cuando le tocó preparar las maletas de su padre, quien viajaba a Estados Unidos en busca del "sueño americano".
"El día que se marchó, hace ocho años, se fue con dos maletas, una roja y la otra azul. Lo recuerdo bien porque yo alisté su ropa y fui al aeropuerto", afirma.
Esbelta, de aproximadamente 1,65 metros de altura, la adolescente confiesa que como su padre incumplió la promesa de volver por su familia, ella perdió todo interés por "seguir luchando", hasta el punto de perder el año escolar en 2013 y abandonar el colegio esta gestión.
Sandra cursaba el tercero de secundaria cuando se aplazó.
UN HOMBRE MALO
"El era gordito, alto, crespo, con cabello negro y tenía barba, pero era muy malo", rememora Sandra al hablar de su padre, con quien no ha tenido contacto desde hace cuatro años.
La adolescente señala que su progenitor era muy impulsivo y golpeaba a su madre cada vez que llegaba borracho o cuando se molestaba porque la comida estaba fría.
El hombre también golpeaba a sus hijos si éstos no le saludaban. "Una vez agarró el televisor y lo estrelló contra el piso por este motivo".
UNA DEUDA
La adolescente recuerda que su progenitor trabajaba como taxista en Cochabamba, pero como la situación económica empezó a agobiarles, decidió migrar a otro país.
Según le había comentado su padre, cuando ella era una niña, debía viajar a Estados Unidos para pagar una deuda de 100 mil bolivianos que había adquirido con una familiar.
EL OLVIDO
Al principio, una vez que su padre llegó a Estados Unidos, éste llamaba con cierta periodicidad para hablar con ellos y su madre. Aprovechaba para reiterarles sus proyectos y su decisión de enviarles pasajes para que se trasladen todos a ese país.
Sin embargo, las llamadas se volvieron menos frecuentes y cuando lo hacía era solamente para pelear con la madre de Sandra. El único argumento que tenía, cuando sus hijos reclamaban por las pocas llamadas, era que el dinero ya no le alcanzaba para hablar mucho tiempo por teléfono. En esa época el hombre trabajaba en el rubro de la construcción en la ciudad de Virginia.
Y finalmente las llamadas cesaron.
La madre de Sandra, ante la precaria situación económica por la que atravesaba su familia, decidió migrar a España, después de haber conocido a una nueva pareja y dado a luz un hijo.
La mujer finalmente viajó a España en enero de 2013, dejando aún más desconsolados a sus hijos, quienes quedaron al cuidado del abuelo materno y un tío.
Después de permanecer un año en España, y al confirmar que sus hijos atravesaban un mal momento, la madre de Sandra decidió volver a Cochabamba para cuidar de ellos.
La familia planea viajar a España
Desde que la madre de Sandra regresó de España empezaron a planificar un viaje a Europa, donde piensan afincarse.
Sin embargo, Sandra está indecisa sobre irse o no a España, debido a que en Cochabamba tiene nuevos amigos, trabaja y estudia. "Además, dejaría solo a mi abuelito, de 76 años, por quien siento mucho afecto", afirma la adolescente.
Heredó el mal carácter de su padre
El hermano mayor de Sandra empezó a comportarse como su padre, era abusivo, gritaba en su casa y se tornaba violento.
Sandra sintió mucho temor porque su hermano estaba adquiriendo el carácter abusivo de su padre.
"Pero con el tiempo mi hermano cambió de actitud y empezó a trabajar", puntualiza Sandra.