Opinión Bolivia

  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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ANÁLISIS

Horizonte de las relaciones de Bolivia y Brasil

Horizonte de las relaciones de Bolivia y Brasil





Para Brasil, las relaciones con Bolivia son interesantes, poco significativas desde el punto de vista económico pero importantes en la perspectiva política y geopolítica.

Para Bolivia tienen significación existencial. Cambian su perspectiva de desarrollo y le plantean nuevos desafíos.



NUEVO POLO DE

DESARROLLO

La expansión de energía y la agricultura ha producido una extraordinaria reconfiguración del comercio exterior boliviano.

Debe observarse, para empezar, el ritmo dramático de crecimiento de las exportaciones a partir del año 2000, consecuencia, primero, de las ventas de gas natural al mercado brasileño y, luego, del impacto de alzas sustantivas en el mercado mundial de materias primas y la mejoría notable de los términos del intercambio para los países en desarrollo.

Se puede apreciar, asimismo, la nueva distribución del valor relativo de las ventas al exterior, con los hidrocarburos en un claro y distante primer lugar, al tiempo que se registra la notable reducción relativa de la importancia de las ventas de minerales y el sostenimiento del valor de las colocaciones de productos agrícolas y manufactureros (muy en especial las del complejo soyero).

Esos datos reflejan una nueva realidad y una nueva estructuración de la economía boliviana, que llegan más lejos de lo que pronosticaban las más ambiciosas expectativas de décadas pasadas.

Tiene que subrayarse otro elemento de importancia crítica. Cerca del 60 por ciento del comercio exterior boliviano se ha sudamericanizado. Este es un cambio en las capas tectónicas de la economía nacional, orientada ancestralmente a los centros industriales de ultramar. Ahora las exportaciones de gas natural se dirigen a Brasil y Argentina y las del complejo soyero a Colombia, Perú, Venezuela. Las de minerales de las zonas andinas a los mercados de Estados Unidos, Europa y Asia. Maquila, madera y joyería a los Estados Unidos. De forma paralela, Puerto Aguirre, Puerto Suárez y gasoductos se suman a los puertos del Pacífico, como los vehículos de la relación comercial de Bolivia con el mundo.

Si se los mira con el lente del desarrollo interno, se sacan otras conclusiones igualmente importantes.

Desde la perspectiva geográfica, la figura es muy clara. Se ha constituido un nuevo polo de desarrollo económico, social y político en el territorio que se proyecta en la Cuenca el Plata, complementario y competitivo con el núcleo tradicional de la región andina. Las zonas mineras andinas, vinculadas al Pacífico, representan ahora un tercio de las exportaciones nacionales. Las de los valles y oriente, en la zona de la Cuenca del Plata, significan el 67.5 por ciento .

Las consecuencias llegan más allá. La población del eje minero (La Paz, Potosí, Oruro) redujo su participación en el total de la población boliviana, del 50.1 por ciento en 1956 a 40.0 por ciento en 2012. La disminución más pronunciada fue la de Potosí, de 18.8 por ciento a 8.2 por ciento en el mismo periodo. La población de los valles se mantuvo en el rango del 28 por ciento al 30 por ciento , y la de los llanos más que duplicó su aporte, pasando del 13.7 por ciento al 33.3 por ciento .

La descrita así tan fácilmente es una tendencia estructural, que no debe olvidarse. Tomó casi dos siglos para llegar a este punto. La ocupación del espacio nacional es mucho más equilibrada en el siglo XXI que en el pasado. Y probablemente el balance todavía se mueva en el futuro, a la luz de las actuales realidades económicas y corrientes demográficas, para colocarse en el orden de 35 por ciento en el altiplano, 35 por ciento en los llanos y 30 por ciento en los valles.

Esa es una tendencia. La otra –el desplazamiento del campo a la ciudad—tiene características, ritmos y consecuencias tanto o más impresionantes que las que acaban de señalarse.

CONSECUENCIAS

GEOPOLÍTICAS

El despegue económico y político brasileño respecto de sus vecinos y, en especial, de la Argentina (que había sido su contrapeso regional), por un lado y el desacoplamiento progresivo de Estados Unidos de Sudamérica, por otro, modificaron las bases del sistema sudamericano de equilibrio de poder, vigente en la mayor parte del siglo veinte, en el que Bolivia jugaba alineada con Argentina, junto a Perú, mientras Chile y Ecuador sostenían una alianza estratégica informal con Brasil.

La experiencia enseña que, cuando se presenta una situación como la descrita, los países menores exploran nuevas alianzas que restablezcan alguna forma de un nuevo balance. La aproximación argentino-venezolana en el Mercosur y la conformación de la Alianza del Pacífico por Chile, Perú y Colombia (en una asociación de mayor alcance con México), podrían interpretarse como parte de un movimiento en esa dirección, por mucho que sus declaraciones o instrumentos constitutivos no mencionen –o inclusive rechacen rotundamente—esa posibilidad. No debe olvidarse que los sistemas de la Gran Colombia y del Pacífico en los primeros años de la Independencia y del Grupo Andino (más tarde Comunidad Andina) se constituyeron para equilibrar en el Pacífico el predominio que Brasil y la Argentina irradiaban en el continente, desde el cono sur.

La importancia de esos factores resalta cuando se observa la forma en la que afectó las relaciones bilaterales boliviano-brasileñas, pese a la afinidad política entre Evo Morales y Lula o entre el MAS y el PT, como lo prueban la nacionalización del gas, el asilo y fuga del senador Pinto y la ausencia de embajador brasileño en La Paz desde hacen más de seis meses.

El fallecimiento del presidente Chávez y la crisis venezolana han afectado la solidez y proyección del Mercosur, por un lado y el cambio de gobierno en Chile influirá en la consistencia política de la Alianza del Pacífico, del otro. Por eso, es todavía temprano para aventurar hipótesis sobre la forma que tomará finalmente el nuevo sistema de equilibrio político regional.

Bolivia forma parte de la zona de influencia directa brasileña, junto con Uruguay, Paraguay, sus otros vecinos del sur. Esa nueva realidad modifica la tradicional función boliviana como punto de contención de la expansión territorial del imperio lusitano o la económica y política del llamado sub-imperialismo brasileño en la era republicana. Desde luego, la obliga a mirar los temas de sus alianzas políticas desde otra perspectiva. Si uno se guía por la historia, puede suponer, en principio, que Bolivia buscará asociarse con los países andinos, pero observará a punto seguido que las diferencias históricas con Chile han obstruido ese camino, hasta ahora.