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  • Diario Digital | martes, 19 de marzo de 2024
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ACCIONES DE PROTECCIÓN PARA VER SONREÍR A LAS NIÑAS, NIÑOS Y ADOLESCENTES

ACCIONES DE PROTECCIÓN PARA VER SONREÍR A LAS NIÑAS, NIÑOS Y ADOLESCENTES


Agradecidos por vivir en una hermosa comunidad, gozar la protección de un techo, una suave cama y la orientación de personas cariñosas, las niñas, niños y adolescentes de las Aldeas S.O.S. de Cochabamba, escriben porque son parte de la sociedad y quieren ejercer su derecho a la libertad de expresión.



“Estamos contentos y más seguros al saber que muchas instituciones tienen la tarea de cuidarnos”.



“Los tiempos tristes ya no duran para siempre, desde que hay leyes y personas que tienen el deber de protegernos”.



UNA HISTORIA DE MALTRATOS CON UN FINAL FELIZ…

Carlos, de 13 años, trabajaba de ayudante en un taller para apoyar a su madre viuda en el cuidado de sus hermanitos… su jefe no le pagaba, le pegaba y le descontaba hasta de lo que tomaba agua…

María, de 9 años, salía a vender pan porque le obligaba su papá, además de no asistir a la escuela, la niña era golpeada si no terminaba de vender todos los panes…

Angélica, de 15 años, tiene una cicatriz en su frente, porque su mamá le pegó con un palo cuando tenía 8 años, “me pegó porque rompí el vidrio al jugar con pelota”, recordó…

Ramiro, era echado llave todo el día mientras sus padres iban a trabajar o se iban de fiesta dos días, tenía que pedir a gritos comida a los vecinos, quienes nunca le negaron un trozo de pan…

Alejandra fue ultrajada por un vecino suyo, nadie le creyó, peor aún, la golpearon y encerraron “por mentirosa”….

¿Conoces historias parecidas? Gracias a las leyes y al artículo 177 del Código Niña, Niño y Adolescente estas historias no pueden y no deben repetirse. ¡¡Los niños, niñas y adolescentes somos personas y tenemos sentimientos!!



UN CUENTO DE OMISIONES

Ernesto es un adolescente como muchos otros, excepto por una cosa, se le ha limitado su derecho a la libertad porque cometió un delito muy grave. Está en un centro de privación de libertad para adolescentes.

- Yo no tengo la culpa, dijo su papá, le envié desde España todo el dinero que quiso. Ahora, si él no siguió un buen camino es solamente su culpa.

- Yo tampoco tengo culpa alguna, exclamó su mamá, mi negocio no me daba tiempo para nada, lo cierto es que no le hacía faltar pan, fideo y huevo, él y su hermana mayor tenían manos para cocinarse, ya tenían 10 años.

- Yo tampoco tengo culpa de que el Ernesto se haya metido en problemas serios, dijo su profesor, yo debo avanzar mis lecciones y no estoy para suplir el rol educativo de sus padres.

- A mí no me miren, dijo la sociedad, mi espíritu individualista siempre me dice que cada quien debe ocuparse de lo suyo y que no hay que meterse en asuntos ajenos. Yo me ocupo de mí y el resto no me importa.

- Así, con la culpabilidad exclusiva de Ernesto, su papá nunca regresó de España, su mamá siguió vendiendo de domingo a domingo, su maestro siguió instruyendo a la niñez y la sociedad vivió el presente, sin ocuparse del pasado ni del futuro.



- ¿Qué lecciones podemos sacar de este cuento breve? ¿Hay algún culpable del encierro de Ernesto? ¿Qué rol debería cumplir cada personaje del cuento? ¿Qué pueden hacer las leyes para cambiar la actitud de cada personaje del cuento?