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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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En 2018 Bolivia compró 13.2 kilos de agroquímicos por habitante

Un especialista alerta sobre el fuerte impacto en la fertilidad de la tierra y en la salud de consumidores y productores. Falta normativa y políticas para regular su uso.
En 2018 Bolivia compró 13.2 kilos de agroquímicos por habitante

En 2018, el volumen de importación de agroquímicos llegó a más de 148.3 millones de kilos, que divididos entre los 11.2 millones de habitantes reportados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) ese año dan como resultado que Bolivia compró el equivalente a 13.2 kilos por habitante

Las cifras incluyen la internación de inoculantes, fertilizantes, insecticidas, fungicidas, herbicidas y desinfectantes destinados a la actividad agrícola

La población tiene que interesarse en su uso y fiscalización porque supone un problema de salud pública, señaló el responsable del área agroecológica de la organización Productividad Biósfera Medioambiente (Probioma), Antonio Sanjinéz

Las estadísticas procesadas por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), con datos oficiales, señalan que la importación subió casi cinco veces en 20 años

El valor importado entre enero y mayo de este año fue de 104.6 millones de dólares, mayor a los 100.9 millones del total anual de hace 15 años, en 2005.
Sanjinéz afirmó que eso implica que el sistema de producción del país es cada vez más afectado y los residuos tóxicos “están en nuestros platos y en nuestros recursos hídricos porque contaminan el agua”

El constante y cada vez más abundante empleo de estas sustancias genera una cadena de afectaciones. Al restarle fertilidad a la tierra disminuye el rendimiento, obliga a ampliar el área de cultivo y eleva la deforestación. La tala impacta sobre el clima porque los bosques son reguladores climáticos. Sin bosques no hay lluvia y no hay agua

Esa cadena de daños significa pérdida de la capacidad productiva que pone en riesgo la seguridad alimentaria

También se debe reparar en la erogación de dinero. El valor de importación creció más del triple entre 2005 y 2018, año en que llegó a los 344 millones de dólares, significa que en ese periodo Bolivia aplicó más de 1.600 millones de kilos en su suelo

En 2000 se usaron 17 kilos o litros de agroquímicos por hectárea y en 2017 esa cantidad subió a 42.5, el uso cada vez más elevado sube los costos de producción y se encarece los alimentos.

DAÑO A LA SALUD

Los agroquímicos suponen un problema de salud pública porque afectan órganos como el hígado y riñones, encargados de desintoxicar el organismo, afirmó Sanjinéz.
El área de producción agrícola en Santa Cruz concentra el 67 por ciento de toda la superficie cultivada del país. La soya es uno de sus principales productos agroindustriales y para su cultivo se utiliza glifosato, un compuesto que genera acalorados debates sobre su relación con el cáncer

Según el Censo Agropecuario de 2013, Santa Cruz ocupó el primer lugar en el país donde las comunidades tenían la percepción de que sus aguas estaban contaminadas con agroquímicos. Le siguió Tarija, donde hay un elevado uso en la producción de uva

Cochabamba ocupó el tercer lugar, donde el uso se concentra en la producción de flores, tubérculos y hortalizas. En el caso del tomate, una campaña agrícola supone 28 fumigaciones, incluso sobre el producto ya cosechado

“Es necesario establecer políticas públicas para reducir el uso de estas sustancias en la alimentación. No existe normativa que obligue a informar al consumidor qué cantidad está ingiriendo con los alimentos”, apuntó Sanjinéz

Los productores también son afectados. El presidente de los agricultores de Anocaraire, Gonzalo Céspedes, dijo que muchos sufren alergias, mareos y dolor de cabeza a causa de la manipulación

Sanjinéz estimó que un traje adecuado para no quedar expuesto a los tóxicos cuesta entre 200 y 500 bolivianos, monto que ningún productor está dispuesto a pagar.

ENVASES

En las comunidades productoras, los envases de agroquímicos quedan abandonados al aire libre, pese a que su disposición y reciclaje son complejos y altamente especializados.
Las comercializadoras dejan la responsabillidad a los productores a falta de una política pública eficaz de acopio, reciclaje y destrucción.

BUEN NEGOCIO

Céspedes afirmó que el precio de los agroquímicos se eleva constantemente y encarece los costos de producción. Puso como ejemplo que un insecticida para combatir la arañuela del rosal cuesta 300 bolivianos por litro y solo alcanza para tres fumigaciones

Sanjinéz dijo que el incremento constante de precios muestra la rentabilidad del negocio. “Las empresas tienen bastante capital operativo, venden a crédito y muchas veces el productor empeña su finca o sus bienes. Si le va mal, pierde todo o queda endeudado año tras año”, señaló.

CONTRABANDO

El Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag) calcula que 30 por ciento de los agroquímicos usados en el país son de contrabando

El principal proveedor, legal e ilegal, es China. Esto se debe a que, en los últimos 25 años, tuvo una política muy agresiva de autoabastecimiento. Al incrementar su capacidad para producir agroquímicos, pudo expandirse a otros países, apalancada por su capital.
En 2018, Bolivia compró agroquímicos de 47 países

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) señala que nuestro continente es el mayor consumidor y Sudamérica destaca por el elevado uso en el cultivo de soya.

Contrabando

El Senasag calcula que 30 por ciento de los agroquímicos usados en el país llegan de contrabando.

47 países proveedores

Bolivia compró agroquímicos de 47 países en 2018. El volumen importado fue de 148.3 millones de kilos.