Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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DIOS ES REDONDO

“Narcofútbol” boliviano

“Narcofútbol” boliviano
El plan original de esta columna era hablar (mal) del arbitraje boliviano. El penoso episodio del “VAR imaginario”, que protagonizó el referí cochabambino Raúl Orozco, daba abundante material para hacer escarnio del lamentable nivel de los árbitros nacionales. La fallida señal de videoarbitraje que hizo para cobrar un penal en el partido entre Bolívar y Always Ready dio vueltas al mundo, y no sin razón. De sobra se sabe que esa indeseable tecnología, urdida por el diablo del fútbol (la FIFA), en Bolivia solo existe en una versión “Beta” ideada por Marcelo Claure para hacer alarde de sus millones mal invertidos en el deporte nacional. Todo estaba servido para exprimir la anécdota que nació en césped alteño, hasta que solo unas horas antes de consumarse estalló algo más serio, nada anecdótico, sino alarmante: la implicación del futbolista cruceño Leonardo Vaca en un caso de “narcosecuestro”, presuntamente perpetrado por el desaparecido exvicepresidente de Blooming Nelson Mauriel, acribillado en plena vía cruceña, a principios de julio, por un “ajuste de cuentas” del narcotráfico, según hipótesis policiales. El viernes prefutbolero había arrancado con unas desafortunadas declaraciones de otro Vaca, Joselito, intentando justificar los actos de racismo de la hinchada de su equipo, Blooming, contra Serginho. La Academia cruceña ya daba que hablar por malas razones. Pero era difícil imaginar que, poco después, se superaría y por mucho: Leonardo Vaca, actual jugador de Bolívar y de la Selección boliviana, sería involucrado en un secuestro maquinado por Mauriel para “ajustarle las clavijas” a un deudor, cosa que el deportista -faltaba más- desmintió. Que en el lugar del secuestro se hallaran facturas y una tarjeta telefónica de Leo Vaca, otrora jugador de Blooming y dizque protegido de Mauriel, no hizo sino provocarnos escalofríos.
Ya es lugar común escandalizarse por el recrudecimiento del narcotráfico en la Bolivia de los últimos años. Que sus tentáculos se hayan acomodado con tal naturalidad en el fútbol nacional habla de que ese lugar común tiene más de verdad que la que quisiéramos reconocer. Tanta verdad como para que merezca una investigación, cuando no intervención, exhaustiva de las autoridades gubernamentales, que, dicho sea de paso, tienen vela en este entierro. ¿Les suena un tal Carlos Romero? Por ahí dicen que sigue siendo presidente de Sport Boys. Solo digo que, si no es mucha molestia, el Ministro de Gobierno podría hacer por el fútbol boliviano algo más que denuncias de amaño no confirmadas. Solo digo. A menos que nos guste la idea de que el balompié boliviano haga noticia por razones extradeportivas. A menos que nos tiente la idea de tener un “narcofútbol”.