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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Justicia, atada de pies y manos

Justicia, atada de pies y manos
El viacrucis de Ariana, una joven que fue sedada y violada por sus dos “mejores” amigos es la muestra de lo que ocurre con muchos casos de vejámenes, cuyos autores están libres, impunemente, mientras que las víctimas y sus familias sufren lo indecible.

Ariana fue abusada sexualmente en 2007 y desde ese año ha peregrinado por los tribunales de justicia para que se castigue a los violadores, pero en ese tortuoso camino tropezó con más de un escollo como el hacinamiento de casos en los juzgados y amenazas por parte de los familiares de los agresores.

En una entrevista con este medio, Ariana dijo que “el que tiene plata hace de todo para que haya trabas”.

Lo peor de este caso es que, según la víctima, se encuentra con los agresores en la calle y estos se ríen, desafiantes, y hacen escarnio de ella.

Un Informe Especial de OPINIÓN, publicado el domingo 14 de julio, en base a testimonios de víctimas y el análisis de representantes de instituciones, concluye que los prófugos, que lograron escapar al encontrar un resquicio en los procesos, se ríen de la Justicia, porque, seguramente, saben que nadie está tras ellos.

Por ejemplo, la Fiscalía General del Estado no cuenta con datos sobre el número de prófugos con sentencia ejecutoriada por abuso sexual a niño, niña. adolescente, feminicidio o tentativa de este delito.

Cuando una persona ve a su agresor en la calle o sabe en qué lugar encontrarlo, no tiene una instancia a la que pueda recurrir para pedir su captura y, por consiguiente, el delincuente puede seguir libre.

Jazmín, de 11 años, es otra víctima de violación, pero cuyo autor, que fue condenado a 30 años de cárcel por este delito, está prófugo porque tras seis meses de presidio, se benefició con detención domiciliaria. Aprovechó este recurso legal para escapar a Brasil, donde reside actualmente.

Cuando un condenado solicita una audiencia para modificar la detención preventiva por la domiciliaria, el juez debe valorar, de acuerdo al delito y a la sentencia, si procede el pedido.

Si el delito es de 30 años, por ejemplo, lo más probable es que el sentenciado aproveche la detención domiciliaria para huir, toda vez que en la mayor parte de los casos no se asigna un custodio para esta tarea, como debería ser.

Pero no solo los que cometen violaciones o asesinatos están libres y sin recibir castigo, también hay narcotraficantes, como Pedro Montenegro, que no son detenidos y, al contrario, reciben protección de las instancias encargadas de la persecución penal.

Pareciera que la Justicia está atada de pies y manos, porque algunos de sus funcionarios no hacen su trabajo con celeridad o no valoran adecuadamente las pruebas o el delito que se cometió.

La violación es uno de los delitos más aberrantes que puede perpetrarse y solamente quiénes son víctimas o sus familias pueden dar testimonio de lo que implica atravesar por esta situación.

Cuando se trata de este tipo de delitos, la Justicia debería aplicarse con celeridad, utilizando todos los recursos disponibles, pero siempre protegiendo la integridad de la víctima, para no hacerle sufrir un nuevo abuso, como sucede en varios casos.

Que un delincuente se pasee frente a su víctima es el colmo, que ya no debería permitirse, y para eso están la Policía, la Fiscalía y los jueces, quienes deberán trabajar en forma coordinada para evitar que más casos como estos se escuchen.