Opinión Bolivia

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
  • Actualizado 07:25

Ser profesional

Ser profesional
Tener educación superior es muy importante, y conste que ir a una universidad pública en Bolivia es gratuito. Mi formación, mi vida, se la debo a la UMSS; ¿pero ser profesional es una garantía para ser político? 

En absoluto. La única garantía es ser ferviente defensor del movimiento popular. Si no, no eres un demócrata, sino un aristócrata: quieres el Gobierno"de los mejores"; pero ¿qué te garantiza conformar una lista de profesionales si han sido formados o militan fuera del movimiento popular? He conocido tecnócratas llenos de títulos profesionales, a quienes prestaba el Banco Mundial u organismos internacionales para que fueran ministros, y no tenían idea de cómo atender las necesidades de los pobres. Es más: sujetos a su formación de tecnócratas, aplicaban a nuestra realidad modelos antinacionales. 

Ya dije que la cultura política ha cambiado en Bolivia, donde se comienza desde abajo, hombres y mujeres celosos defensores de los intereses de su comunidad. Luego, de allí son elegidos por las bases concejales o concejalas de su provincia, y de allí a ser asambleístas del departamento y luego ministras y ministros, y por qué no, presidentes o presidentas. Un tecnócrata cargado de títulos va de gira, viste como originario del lugar y dice: Yo estudié en Princeton, en Harvard, en Oxford. Hice maestría y doctorado en el exterior. Conozco los problemas de Bolivia y tengo la solución. Voten por mí. Hombres y mujeres que lo escuchan dirán: ¿Y este quién es? ¿Quién lo conoce? ¿Ha servido alguna vez a su comunidad? Y por supuesto preferirán a quién sí conocen por su lealtad cívica y votarán por él y lo elegirán en lugar del tecnócrata. Y todo esto porque desconfían de los tecnócratas insensibles y en cambio expresan su solidaridad con quienes defendieron desde hace años el proceso.

Ser profesional es muy importante, pero no es ninguna garantía de compromiso político con los intereses de la nación. En cambio, sí lo es pertenecer a un movimiento popular y defenderlo por convicción, no por interés. Para eso estamos un enjambre de profesionales defensores del proceso de cambio, para asesorar a estos líderes populares como intelectuales orgánicos, porque estos líderes nos llevan una ventaja: su compromiso, sus luchas, sus sufrimientos en defensa del movimiento popular.

Esa desconfianza viene del neoliberalismo, nuestro enemigo común, que nos ha inculcado la costumbre de prohibir ser militante cuando se aspira a un cargo por concurso.