Opinión Bolivia

  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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Es mediodía. Hora de almorzar. Prendo la TV para un zapping por los noticieros. Aunque (mal) acostumbrado a titulares con violaciones y hechos de sangre, la comida transcurre con ese fondo mientras converso con mis papás sobre la coyuntura. Mi madre me dice que en su grupo de amigas salió un tema complejo. El feminicidio. ¿Cómo evitarlo? ¿Cómo trabajar el tema? Me quedo en silencio. Encojo hombros. Y a continuación, mi frase muletilla de “necesitamos más educación”. Al rato, una noticia escalofriante. Una adolescente muere en manos de su padrastro. El canal coloca, en franja inferior, que “la madre bebía mientras sucedió”.

Corte a comerciales y volvemos en breve. La siguiente noticia era el “gran acuerdo” entre una línea aérea y una institución local para que coloquen dentro de los aviones, un folleto que explica los niveles de violencia en una pareja y qué hacer en caso de emergencia. Apago la tele. Abro Facebook y veo este link: la Policía implementó un “botón de pánico” para mujeres en situación de violencia. Entro a Twitter y alguien hace una broma sobre la foto de la nueva directiva de The Strongest (compuesta por 100 por ciento de mujeres) haciendo alusión a las Mujeres Creando y sus “poco femeninos aspectos”.

Hasta la fecha, Bolivia registra 73 feminicidios en el año. De pronto, abrir una red social es un doloroso ejercicio de violencia digital permanente al leer algunas frases seleccionadas al azar: “¿feminicidio? ¿Pero por qué no cuentan los asesinatos de hombres?”, “es que algunas se lo buscan”, “mira cómo se viste, parece que no tiene marido”, “parece que tiene ganas”, “eso le pasa por andar vestida así”. Tales comentarios, van de la mano de “el feminismo es lo opuesto al machismo”, “estos movimientos son ideología de género”, “son marxismo cultural” y contando.

Nos sentimos con el derecho de jugar la vida y milagros de cuanta mujer aparece en el feed y aunque sean solo “inocentes comentarios” porque “tenemos derecho a opinar”, estamos sintiendo los síntomas de una sociedad enferma, donde es más importante y viral el inminente quiebre de una empresa de helados que la escandalosa cifras de feminicidios. ¿Habrá algún challenge para prevenir y empoderar?

La tecnología social está amplificando nuestra miopía emocional como país, saliendo a relucir en pequeños instantes digitales, cuánto daño interno tenemos/hacemos. Y vuelvo a mi frase muletilla, y la de muchos. Educación en y con amor, en el espíritu, en la persona, en niños, jóvenes y nosotros adultos para aprender a reír, convivir y abrazar la vida que nos toca y con quién la compartimos de manera sana y positiva. Un ejercicio recomendado. Vean “La tienda roja” en Netflix. Una serie que se remonta a los orígenes mismos del machismo hace miles de años atrás. Tal vez, es hora de poner a Bolivia en el diván y hacer terapia como país.