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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 15:36

Renovación en la política

Renovación en la política
La renovación en cualquier ámbito es importante para que una actividad se mantenga vigente, con el objetivo, además, de crecer con el paso del tiempo. Esta recomendación debería ser entendida especialmente en la política, porque si no surgen nuevos líderes que reemplacen a quienes estuvieron al frente de los partidos durante décadas, más temprano que tarde esas organizaciones quedarán relegadas.

Eso sucedió, por ejemplo, con varios partidos “tradicionales” que por no renovar a sus eternos candidatos, ya no están vigentes en el escenario político que era dominado por ellos, reiteramos, por décadas. Podemos citar a Acción Democrática Nacionalista (ADN), del extinto Hugo Banzer Suárez, y al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), de Jaime Paz Zamora.

Asimismo está el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), que si bien como sigla participa en el proceso eleccionario del 20 de octubre próximo, lo hace disminuido y sin mucha opción de ganar.

Otrora, cada 9 de abril, aniversario de este partido, se sucedían grandes festejos en las capitales de departamentos del país, con una gran cobertura por parte de los medios de comunicación. Sin embargo, en los últimos años esta celebración pasa desapercibida, con unos cuantos militantes.

Por eso es importante que los partidos políticos de épocas pasadas y sus dirigentes se den cuenta de que ya no están vigentes, o por lo menos que ya no responden a la coyuntura actual.

Un ejemplo de ello es la fallida candidatura del líder y fundador del MIR, Jaime Paz Zamora, quien se aventuró para registrarse como candidato presidencial por el Partido Demócrata Cristiano (PDC), y tuvo que “abortar” en medio camino

Dos analistas consultados por OPINIÓN coincidieron al afirmar que la renuncia de Paz Zamora a su candidatura, así como otros líderes que se quedaron anclados en el pasado, es el cierre de un ciclo político, cuando tres partidos se turnaban para acceder al poder, sin importar su baja votación o si se ubicaban en segundo o tercer lugar en la preferencia electoral.

Ese fenómeno, que se conocía como la democracia pactada, tenía en los acuerdos patrióticos, megacoaliciones, y otros similares, su principal fuerte. En realidad, el voto de los electores no definía quién sería el Presidente, sino que eso se definía en el Congreso.

Si los partidos actuales no quieren seguir el mismo camino, tendrán que renovar sus cuadros dirigenciales, cambiar sus vetustos programas de Gobierno, entender qué es lo que quiere la población y desterrar los males del pasado, entre ellos la corrupción, el nepotismo, el privilegio a determinada clase o grupo y dejar de hacer promesas electorales que no cumplirán. Asimismo, deberían olvidarse del prebendalismo.

El surgimiento de nuevos líderes políticos no solo beneficiará a los partidos u organizaciones políticas que tengan el tino de hacerlo así, sino que repercutirá en el desarrollo económico y social del país.

Además, los políticos de los partidos “tradicionales” deberán entender que hay tiempo para todo, y seguramente, ahora les toca, como sucede con cualquier otro trabajador, pensar en el retiro, es decir en la jubilación, sin que eso signifique que no puedan aportar con lo que saben en algún ámbito.