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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
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Lecciones de comunicación

Lecciones de comunicación
Ver y oír a una bióloga enseñar a comunicadores y periodistas cómo se comunica es algo poco común y, por ello, materia prima de una buena nota en los diarios. Pero no fue así, otros hechos llamaron más la atención en la agenda de medios.

Y ¿cómo se dio el hecho tan poco usual que antes se ha mencionado?

No podría ser de otra manera que en ocasión de una jornada de comunicación científica, divulgación y popularización que ha congregado a investigadores, comunicadores y periodistas tanto de universidades, centros de investigación, asociaciones gremiales y colegios profesionales del área.

Precisamente, en este marco heterogéneo de disciplinas, Leticia Smal, desafió a todos a lanzarse a escribir guiones para difundir resultados de las investigaciones que son pan cotidiano de estas instituciones, pero que están lejos de las conversaciones de sobremesa de la demás gente.

Agarrado al vuelo, en el reto de comunicar la ciencia, estudiantes y docentes tomaron diferentes casos, intentaron encontrarle la vuelta a los hechos para encontrar la noticia, pero los científicos, como suele suceder, saltaron para decir que se estaba vulgarizando y se estaba alarmando a los destinatarios al difundir algunos datos.

Por otro lado, otros comunicadores, sin misericordia, echaron al suelo algunos esbozos de comunicación de científicos neófitos en el periodismo.

Lo destacable es que en este pequeño escenario se reproducía lo que en la sociedad se viene repitiendo hace muchos años. Mientras que los comunicadores no vean la realidad desde las ciencias y los científicos no menosprecien el trabajo de los primeros, el tiempo seguirá pasando y la rápida obsolescencia del conocimiento se llevará los pocos esfuerzos que hacemos por investigar.

Por fortuna, para poner orden, allí estaba esta científica, hija de ucranianos nacida en Argentina, quien ha asumido el reto de popularizar la ciencia desde temprana edad y, en consecuencia, la ha llevado por muchos países para aplicar nuevos formatos de difusión y popularización.

Desde su experiencia, la bióloga que había escrito guiones para National Geographic y para otras productoras argentinas, brasileñas y chilenas, repartía, sin perder la sonrisa, acertadas observaciones a moros y cristianos, a expertos y neófitos, a humildes y soberbios.

Tanto fue así, que en las conversaciones posteriores se oía a científicos preguntar “oye, eso del lead ¿cómo era?” o bien se oía al comunicador decir “¿estará bien si los datos refuerzan una idea explicada anteriormente, para no terminar inquietando a los lectores… y a los científicos?”

En estos diálogos simples, habiendo caído prejuicios, aunque no todos, se esclarecía la necesidad de trabajar juntos. Se iban ablandado las duras miradas, ya no estaba presente ni la altiva mirada del investigador que mira a los pobres mortales como carentes de capacidad para entender, ni la otra mirada desde la orilla contraria que asume que la ciencia a nadie le importa más que a los científicos.

El puente de dos sentidos ha sido puesto, atravesarlo dependerá de quienes ejercen oficios y de quienes acumulan datos. Al final, si se comienza a transitar esta vía el que gana es el lector, el espectador o el oyente, quienes además de entretenerse e informarse, tendrá al alcance de la mano referencias y resultados de estudios de su propio entorno, que le servirán sin duda para tomar posición sobre temas de su entorno. Y quien está encargado para tomar decisiones, se verá mejor apoyado para justificar con datos sus medidas.