Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 21:30

Metáforas religiosas de un poder decadente

Metáforas religiosas de un poder decadente
En estos días vimos otros dos hechos que muestran metáforas religiosas del poder constituido en Bolivia. Primero, los pobladores de la comunidad de Cachimayu, en el municipio de Monteagudo, implorando, arrodillados y con velas encendidas, a las autoridades municipales que viabilicen la firma de un convenio para la apertura de un camino. Segundo, las palabras del ejecutivo de la Central Obrera Boliviana, Juan Carlos Huarachi (“Es que Evo es pueblo, Evo es país"), justificando unas anteriores declaraciones zalameras que enaltecían a Evo como un caudillo “insustituible”.

Ambos hechos son muestra palmaria de cómo algunos sectores sociales vienen interiorizando y naturalizando, mediante metáforas religiosas, las relaciones de dominación entre ellos y el poder público. Proceso que viene de la mano de la mesianización construida del “caudillo Evo”, destruyendo así la memoria histórica de dignidad y lucha de este pueblo, concretamente de la emblemática Central Obrera Boliviana. Un escandaloso retorno a prácticas de servidumbre que creíamos superadas.

Se podría dejar estos hechos en el anecdotario de lo extravagante, pero urge destacar que son una amenaza a la vigencia plena de la democracia y las garantías de los derechos más básicos. Si para hacer cumplir estos derechos, tenemos que arrodillarnos ante la autoridad, sometidos a su arbitrariedad, estamos destruyendo los principios fundamentales de un orden democrático.

Las relaciones de poder que se han construido recurren, para naturalizarse, a los argumentos más cavernarios de las religiones, aquellas facetas de estas que han sido ampliamente defenestradas por el pensamiento crítico. Hoy impresentables ante una humanidad que ha hecho conciencia de su dignidad.

Tal situación revela la tremenda decadencia del poder, cuyo único basamento parece ser una estructura corrupta sostenida por recursos de economías subterráneas. O ¿Qué es lo que sigue a este teatro decadente y qué nos espera a quienes nos resistimos arrodillarnos rastreramente al poderoso de cartón? Probablemente, tras las elecciones que se anuncian fraudulentas, el nuevo ciclo de este régimen vendrá signado por la represión selectiva a estos sectores y personas que no nos sometemos a su arbitrariedad. Estemos alertas.