Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
  • Actualizado 20:52

Viviendo en excrementos

Viviendo en excrementos
¿Cómo negar que Cochabamba sea un mingitorio al aire libre? Mingitorio de humanos y de mascotas que hacen sus necesidades en plena calle. Hay que caminar mirando constantemente la acera para no pisar. En pleno Boulevard, donde cientos comen y beben, se respiran olores de cloaca del río Rocha y los orines y heces de los borrachos. Tampoco hemos resuelto cuestiones de salud pública en nuestro mal llamado progreso como urbe, no medimos lo que significa vivir en medio de un muladar. Concentrémonos por ahora en las heces caninas.

Químicamente, la percepción de los olores se inicia cuando las moléculas de lo que se huele se adosan a la mucosa nasal. Literalmente, cuando olemos excrementos es porque tenemos partículas de heces pegadas a la nariz. Las que no ingresan a nuestro organismo se adhieren a superficies como mucosas, piel, ropa, cualquier objeto de la casa o la oficina y los alimentos. Un estudio de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, realizado en Cleveland, determinó que entre 10 y 50 por ciento de las bacterias halladas en muestras de aire y entre 20 y 30 por ciento en muestras de agua proviene de heces de perro. Efectivamente, el problema no es nimio.

La exagerada protección a los perros en nuestro medio raya ya en lo antisocial e insalubre, ayudando a la propagación de enfermedades como neumonitis virósica y dermatitis, y disemina parásitos que causan amebiasis hepática, ascariasis, filiarosis, giardiasis, hidatidosis y sarna. Las heces caninas también contienen bacterias que causan salmonelosis, brucelosis, tuberculosis, leptospirosis, cólera y shigelosis. Y también causan infecciones por hongos (dermatofitosis). En la revista OnEarth, S. Freinkel escribe que en un solo gramo de heces de can hay 23 millones de bacterias, suficientes para infectar a varios cientos de personas. Entre otros problemas, en París unas 650 personas llegan al hospital anualmente por resbalar en heces.

En la ciudad francesa de Montpellier se generan diariamente tres toneladas de excremento de perro y una situación similar se extiende a Toulouse, Marsella y Niza. En el Reino Unido se generan 365.000 toneladas anuales de estas heces y en Estados Unidos más de 10 millones.

Según R. Peñaranda, del diario Página Siete, (quien ha sido calificado como “monstruo” y “odiador” en redes sociales por exponer parte de estos datos y consecuencias), en Bolivia también se generan 365.000 toneladas de excrementos al año. Añado que no conocemos la extensión de la contaminación de alimentos y aguas superficiales y subterráneas por heces caninas.

Quienes recogen las heces usan bolsas plásticas, las cuales causan daños a la atmósfera en el momento de su fabricación y graves problemas en ríos y mares, además de los consabidos problemas de manejo del plástico en botaderos. También sabemos que hay jaurías de perros en las lagunas de Coña Coña, Alalay y Albarrancho, con efectos adversos sobre la biota, especialmente sobre las aves.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda 1 perro por cada 10 personas. En Bolivia, esta relación se ha excedido en 200 por ciento . Particularmente, soy amante de las mascotas y tengo recuerdos hermosos de todos mis perros, pero no me gusta el hecho de estar “nadando” en sus excrementos. ¿A usted sí?