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  • Diario Digital | sábado, 20 de abril de 2024
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Equidad y violencia política

Equidad y violencia política
El país ha conseguido avances significativos en la equidad de género, por lo menos en lo que se refiere al número de mujeres en la Asamblea Legislativa, pero la tarea pendiente es eliminar el acoso político al que están expuestas diputadas, senadoras, alcaldesas y concejalas, según varias denuncias que se hicieron conocer en los últimos cinco años.

Respecto al avance en igualdad de género, la Organización de las Naciones Unidas destacó que Bolivia es uno de los tres países que tiene más mujeres que hombres entre sus legisladores, ejemplo que debería ser imitado por otras naciones en las que, como promedio, el 25 por ciento de los escaños está ocupado por ellas.

Sin embargo, las legisladoras, alcaldesas y concejalas sufren acoso político y, en casos extremos, acoso sexual por parte de sus pares hombres, quienes las presionan para que renuncien a sus cargos, de modo que sea el suplente varón quien asuma.

En otros casos, los hombres intimidan a las mujeres, con insultos y agresiones, para que aprueben alguna medida, norma o proyecto, y no les permiten fiscalizar.

Un estudio realizado por encargo de la Coordinadora de la Mujer de Bolivia, la Universidad Mayor de San Andrés y el Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, concluyó que siete de cada 10 parlamentarias han sufrido acoso o violencia política, a veces sin estar plenamente conscientes de ello.

Según el estudio, inicialmente solo el 15 por ciento de las legisladoras había afirmado que sí había sufrido acoso y violencia política, porque al parecer hay una “naturalización”de los comportamientos de acoso en el Legislativo.

El acoso y la violencia política la sufren tanto las legisladoras de la oposición como del oficialismo, según las denuncias que se fueron publicando en medios de comunicación.

El primer paso, lograr la igualdad en números, ya se ha logrado, pero queda como reto acabar con toda forma de discriminación, acoso y violencia política y física contra las mujeres, no solo en los ámbitos políticos, sino también en las instituciones públicas y en las empresas privadas.

Se debe entender, de una buena vez, que tanto el trabajo del hombre como de la mujer tiene el mismo valor y no se puede menospreciar a ninguno de los dos géneros.

Lo más sensato será aprovechar las potencialidades de ambos y trabajar en forma mancomunada, de modo que los resultados repercutan en beneficio de la población.

Para modificar esta conducta de acoso y violencia política contra la mujer, se debe partir desde el hogar y la escuela, espacios en los que se debe formar a niños y niñas con valores de respeto e igualdad, reconociendo las diferencias, pero con la firme convicción de que todos deben tener las mismas oportunidades.

De lograrse este cometido, todos ganamos, porque las mujeres aportan sobremanera en la solución de problemas y en la elaboración de proyectos. En suma, una sociedad no puede desarrollar a plenitud sin la participación incondicional de las mujeres, quienes cumplen una infinidad de roles, no solo como madres o esposas, sino especialmente en sus facetas de profesionales, líderes y autoridades, entre otros ámbitos.

En la búsqueda de la igualdad deben participar todos, hombres y mujeres, autoridades y ciudadanos de a pie, para, reiteramos, conseguir el beneficio de la sociedad.