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  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Voluntarios a prueba de fuego

Voluntarios a prueba de fuego
Los voluntarios que combaten los incendios en el Parque Tunari y otros lugares de Cochabamba y el país no solo tienen que sacarle tiempo al tiempo, sino que también deben aportar de sus recursos económicos para que su grupo pueda equiparse con lo esencial.

“Eso solo puede ocurrir en el país”, afirmaba el presidente de la Federación de Entidades Empresariales Privadas de Cochabamba, Javier Bellott, al hablar sobre el trabajo de estos voluntarios que, en muchos casos, acuden a los llamados de emergencia aun a costa de su salud y arriesgando su vida.

No olvidemos que más de un voluntario perdió la vida en el “cumplimiento de su deber”, uno de los últimos casos se registró en la zona del trópico, cuando un joven rescatista de 22 años, por buscar a una persona que se había caído al río, murió ahogado, en diciembre de 2018. Su cuerpo fue encontrado el 17 de marzo pasado.

¿Qué reciben a cambio estos voluntarios? Nada material, pero sí la satisfacción de poder ayudar al que está en problemas o necesita auxilio.

Para que otros puedan vivir es, por ejemplo, el lema de los voluntarios de la Fundación de Salvamento y Rescate GEOS, quienes tienen su cuartel general en Tiquipaya, desde donde se dirigen a los diferentes puntos del Parque Tunari cuando hay incendios. Asimismo, trabajan en casos de inundaciones y accidentes con heridos y personas fallecidas.

En días pasados acudieron a La Paz para respaldar las tareas de socorro a las víctimas del deslizamiento de Inmaculada Concepción, sector San Jorge Kantutani.

No se puede pasar por alto a los voluntarios del SAR Bolivia, SAR FAB y Búsqueda y Rescate, entre otros, que brindan su tiempo, esfuerzo y recursos económicos para ayudar a los que están en dificultades.

Una de las más sentidas necesidades es la falta de recursos económicos, equipamiento, agua, vehículos y gasolina, entre otras cosas, para que los voluntarios puedan servir a mayor cantidad de personas.

Pese al todavía insuficiente apoyo que reciben estos grupos de rescate, que se calcula que son unos 10 en Cochabamba, estos hombres y mujeres, la mayor parte jóvenes, no cejan en su propósito de servir a los demás.

En los últimos meses, la plataforma Tunari sin Fuego ha logrado articular a grupos de voluntarios, empresarios privados, unidades de gestión de riesgo de varios municipios y el colectivo No a la Tala de Árboles, con resultados por demás interesantes: el número de incendios en 2018 bajó en un 80 por ciento con relación a la gestión 2017.

Esa es una muestra palpable de que cuando hay voluntad se pueden alcanzar metas importantes, en este caso concreto, que en la gestión 2018 no se haya quemado masa boscosa del Parque Tunari.

Pero, algunas veces, solo la voluntad no es suficiente, se requiere el apoyo económico de las entidades públicas y privadas para equipar a estos hombres y mujeres, quienes trabajan sin reparar en el horario ni en su cansancio.

Las autoridades de Cochabamba y del país deberían trabajar más para destinar una partida de sus presupuestos con el fin de dotar de herramientas, vehículos y alimentos, entre otros, a estos grupos de voluntarios consolidados.

La plataforma Tunari sin Fuego es una muestra clara de que uniendo esfuerzos es posible conseguir buenos resultados, pero lo que falta es mayor compromiso de las autoridades locales y nacionales.