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  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 12:50

Para reflexionar en Semana Santa

Para reflexionar en Semana Santa
Reflexionar en Semana Santa, solo por cumplir un precepto de la Iglesia o para quedar bien ante el escrutinio de los demás es insulzo. Lo importante es cambiar de actitud, mejorar nuestro comportamiento en la familia y, en general, en la sociedad.

Esta semana, como es ya una constante, hemos conocido hechos de corrupción en entidades públicas, agresiones a mujeres y niños, homicidios y peleas de vecinos, entre otras malas noticias, que, como sabemos, son las primeras que se difunden.

Semana Santa debería servir a todos, autoridades y vecinos de a pie, para hacer una evaluación sobre el aporte que hacen a la sociedad y respecto a los errores que cometen diariamente, pero siempre con el objetivo de mejorar.

De nada sirve que una persona asista al templo, se persigne, rece de rodillas, humedezca sus ojos con lágrimas y deje una generosa limosna, si al salir de este recinto sigue con su actitud negativa, agrediendo al prójimo o aprovechando un cargo para enriquecerse con el erario público.

El martes, por ejemplo, se conocieron más detalles sobre la supuesta adquisición irregular de filtros en Obras Públicas de la Alcaldía de Cochabamba, motivo por el cual el alcalde Iván Tellería decidió el cambio de 14 funcionarios.

Ese mismo día, se informó que el propietario de una farmacia en la zona de La Chimba fue aprehendido por vender psicotrópicos y píldoras abortivas, de contrabando.

Las personas que venden abortivos y alimentos en mal estado, las que estafan, las que violan, las que atracan y cometen una infinidad de delitos, provocando daños a sus prójimos, a veces irreparables, deberían meditar y cambiar, porque, en algún momento, a ellos también les podría tocar la misma suerte.

En las calles, la gente se agrede, sin motivo alguno, y al darse cuenta de su error no dan su brazo a torcer. Su equivocado orgullo no les permite disculparse.

La Semana Santa, aunque ya es una frase manida, debería ser tiempo de una reconciliación sincera, de un desarme espiritual, momento propicio para reconocer los errores y enmendar las actitudes equivocadas.

Se repite, constantemente, que los hijos aprenden con el ejemplo, por eso mismo, los padres tienen la importante misión de mostrarles, con hechos, que es mejor una convivencia pacífica y, en lo posible, ayudar al prójimo.

Asimismo, las autoridades, de los diferentes niveles deberían servir de buen ejemplo para los ciudadanos, es decir, no aprovecharse de sus cargos para vilipendiar a la gente, y menos para robar.

Vivir en armonía, si es que habría tolerancia, sería una tarea relativamente sencilla, pero, lamentablemente, cuando hay intereses materiales de por medio, algunas personas prepotentes se olvidan del amor por el prójimo y solo les interesa acumular dinero, poder y privilegios que les haga la vida más “cómoda”.

Los políticos también deberían cambiar. Y, aunque suene utópico, trabajar sin importar su color, por el bien común para lograr un mejor y más equitativo desarrollo, de modo que ya no hablemos de la zona norte o del sur como dos realidades tan opuestas.

No se pide sacrificio, solo un poco de tolerancia con el otro, con el que piensa diferente, para que de esa forma vivir en armonía, en una sociedad en la que todos aporten con lo que saben hacer.