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  • Diario Digital | jueves, 28 de marzo de 2024
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LA SILICONA PENSANTE

¡Festejemos en casa!

¡Festejemos en casa!
Una de las muchas razones por las que volvería a elegir mi colegio es porque allí no se celebra el Día del Padre, ni el de la Madre.

Esta inteligente decisión, de llevar la jornada con normalidad cada 19 de marzo, evitaba que yo entre en conflicto buscando la manera de hacerle saber a todos que mi papá no estaba porque había muerto. 

Cada 19 de marzo, desde que cumplí 12 años, visitaba el cementerio, conversaba con papá, le cambiaba las flores y cenaba algo delicioso con mamá. 

La única ocasión en que el colegio abrió sus puertas para un agasajo del Día del Padre fue en mi último año de secundaria y a insistencia de los padres de familia de la promo. 

Bajo el argumento de que era el último año, se convocó con semanas de anticipación a los padres y a los futuros bachilleres. Se trajeron melancólicos mariachis, las madres de la directiva prepararon sándwiches, el presidente de la promo reeditó una poesía para los agasajados y se compraron claveles rojos. 

Recuerdo con claridad ese detalle floral porque el machismo de las mamás se impuso para repudiar la compra de rosas por considerarlas muy femeninas. 

El agasajo fue de noche y fui, aunque aún hasta ahora no sé por qué lo hice. Cuando llegué al promocionado agasajo, vi a casi todos mis compañeros con sus padres, Cuando comencé a caminar, me percaté de que varios compañeros estaban solos. Otros habían llevado a sus abuelos y algunos estaban con sus madres. Entonces sentí que no estaba sola, éramos al menos 20 los “conflictuados” esa noche. 

De manera espontánea, los que habíamos ido solos, nos juntamos.Cómo siguiendo un guión y un turno tácitamente establecido explicamos por qué allí no estaban nuestros padres.

Alguno dijo que su padre estaba en otro país, otro explicó que su papá había abandonado a su madre hace muchos años y, finalmente, una compañera se animó a decir que no conocía aún a su padre. 

Han pasado 19  años de aquel fastidioso capítulo y esta semana, cuando veía los preparativos para el Día del Padre en los diferentes colegios, pensaba en los 20 que deben existir en cada clase, en cada promo, en cada agasajo, y en las madres de  esos 20 que buscarán la forma extraordinaria de sostener a sus hijos. 

Se estresan los hijos pensando como participar en la actividad, si no tienen un papá, se estresan las mamás pensando quién podrá ir en representación del papá, se estresan todos por un absurdo. 

Festejen en su casa, a quien quieran y como quieran. Total, el colegio no está para eso. Lo que se debería festejar, de manera obligatoria y con énfasis, es el día de la familia (15 de mayo), porque familia son los seres que amas y te aman, con los que convives y creces, los que te sostienen y te levantan. Así podríamos enseñarles a los niños que las familias no tienen siempre por qué ser convencionales, ojalá pudiéramos hacerles ver a todos que una madre con su hijo son familia igual, que los abuelos con los nietos y los sobrinos que viven solo con una tía. Ojalá todos pudiéramos darnos tiempo para aprender de los emojis de Whatsapp, que claramente han incluido la diversidad de familias que hay en el mundo. 

No más festejos en los colegios. Dejemos de estresarnos innecesariamente y hagamos más festejos íntimos en casa.