Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
  • Actualizado 00:00

Dos verdades para una realidad

Dos verdades para una realidad
¿Qué posibilidad tiene un ciudadano de acceder a noticias en los medios informativos sin dudar de su veracidad?

Me explico, por ejemplo, en relación a la posible llegada de ayuda humanitaria a Venezuela, los canales de televisión CNN y Russian Today RT ambos en español, emitían imágenes de puentes repletos de gente, los unos clamando por el ingreso de ayuda humanitaria y los otros rechazando la injerencia extranjera en su país. Es muy complicado en este momento que yo diga que ví algún indicio de falta de veracidad u objetividad en alguno de ellos. No me refiero a noticias falsas de dudosa procedencia, me refiero a programas noticiosos que se emiten casi simultáneamente. ¿Cómo se explica ese comportamiento? Acaso hemos ingresado a un agnosticismo informativo, a una especie de nihilismo extremo, o a la opción del escepticismo y la relativización de todos los hechos. ¿Es acaso un fenómeno de la posverdad o del posmodernismo?

Los medios muestran una realidad que los otros niegan o ignoran completamente. Cada uno habla y relata una verdad distinta. La polarización de la información presentada es cada vez mayor para una audiencia que debe elegir a quien creer.

¿Qué hacemos entonces quienes estamos frente a esa polarización? Lo más lógico podría ser no creer a ninguno o relativizar a ambos, entendiendo que responden a algún interés y que cada uno tiene solo una parte de la historia. Pero, los seres humanos no solemos hacer eso, elegimos de acuerdo a nuestros propios intereses, preferimos creer que si está en los medios es verdad y que esa es la realidad, así podemos sentirnos más tranquilos.

Pareciera que la ética es la gran respuesta, pero eso suena a chino básico para muchos de los que nos gobiernan o dirigen instituciones; también para muchos periodistas y para quienes dirigen medios y noticieros. Existen mecanismos creados, hay códigos de ética, tribunales de honor y más, pero, otra vez, quien informa tiene una versión de la verdad que cree y defiende ciegamente. ¿Quién dice la verdad? Probablemente, y a riesgo de entrar en su juego, ambos y ninguno.

Como no podemos elegir, sin caer en la trampa de dividir del mismo modo que lo hacen quienes informan, estoy pensando que mirar un programa de ficción podría ser la mejor opción. Allí no hay verdad, pero tampoco mentira.