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DIOS ES REDONDO

El temprano vuelo fallido del Pájaro

El temprano vuelo fallido del Pájaro
Atendiendo a la jerga futbolera, Bolivia ha empezado con el pie izquierdo su incursión de la Copa Libertadores 2019. Primero fue Bolívar, que no pasó de la preclasificatoria ante Defensor Sporting.  Y en días pasados le tocó el turno a The Strongest, que rifó su destino en el partido de local y no pudo remontar la adversidad en la vuelta. Empató en La Paz con Libertad y acabó humillado en la vuelta. No aguantó la presión del cuadro dirigido por Leonel Álvarez, que se favoreció de una de las tardes menos afortunadas de Daniel Vaca en lo que va en el arco del Tigre. El cotejo acabó en goleada a favor de los paraguayos: 5-1. De los cinco goles recibidos por los conducidos por Pablo Escobar, en siquiera tres fue cómplice el portero gualdinegro. Los primeros tres goles de Libertad sucedieron a rebotes que despejó Vaca con poca suerte y escasa o nula colaboración de sus defensas. El cuarto fue una colgada de más de media cancha, de esas que uno solo ve en pichangueadas, y no así en lances profesionales.
Sería injusto cargarle todo el fardo de la goleada y desclasificación al arquero. Hizo su parte, pero sus compañeros también aportaron al descalabro. Y cómo no, Escobar se merece otra gran parte del crédito. La expulsión de Ortiz inclinó el partido de forma inexorable. El flamante técnico no supo recomponer las líneas gualdinegras tras quedarse con uno menos y le regaló el encuentro al rival, que lo acabó humillando. No debería sorprender al tratarse de un entrenador que apenas se está fogueando en la banca, que hace solo un par de meses seguía siendo capitán y una de las estrellas del equipo que ahora dirige.
Es cierto que el Pájaro Escobar tiene sobradas horas de vuelo en el Tigre como jugador. Pero, en calidad de DT, apenas está aprendiendo a aletear.
Por un razonamiento muy propio de nuestro fútbol, los dirigentes del cuadro de Tembladerani creyeron que su experiencia y éxito dentro de la cancha se replicaría automáticamente fuera de ella. Quizá eso funcione de cuando en cuando, en campeonatos domésticos y de nivel bajo, en casos como el del Baldivieso que sacó campeón a un Aurora en el que empezó la temporada jugando y la acabó dirigiendo. Pero, en torneos de alta competición, como continentales o mundiales, es un riesgo absurdo, casi suicida. A ver si este temprano vuelo fallido del Pájaro enternado -que ha cambiado la camiseta y el pantalón corto por un traje de divo de electropreste- nos deja esa lección.