Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
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Cambios estructurales, no emocionales

Cambios estructurales, no emocionales
Tras el tercer cambio de autoridad, en menos de cuatro años, dentro de la Casa de la Cultura de Cochabamba, existe preocupación por el sostenimiento de erratas de anteriores gestiones.

La primera relacionada a la execrable concepción de cultura. En este sentido, se reduce a la acción y visión elitista, y en términos de colonialidad, al centralismo de las “bellas artes”. La preponderancia artística de nuestros funcionarios —según demuestran los hechos—, anquilosa la significación del término cultura, a la vez que subsume las —otras— expresiones culturales; entre ellos, a los sectores subalternos y populares, al patrimonio en términos no arquitectónicos e inmateriales o las relativas a la creación e innovación, etc.

Segundo, desconocemos quiénes diseñan la misma incipiente y caduca planificación del POA, bajo qué premisas y enfoques trabajan, pero que finalmente emulan el mismo prístino error. Tales desidias hacen notoria la ausencia de cambios estructurales, la falta de participación de comunidades organizadas de ciudadanos, empresarios y profesionales involucrados con la cultura y el patrimonio en la toma de decisiones, la politización de la gestión y el asistencialismo institucional.

Entre las omisiones garrafales están la inexistencia de acciones relacionadas con la gestión del patrimonio documental. A la fecha, el Archivo Histórico Municipal ha quedado en statu quo. Hace dos años quedó trunca la sistematización, catalogación, digitalización y proyectos enmarcados —según la Unesco y la Ley 530, del patrimonio cultural boliviano— concernientes al “acceso a la información” como “derecho cultural”. No olvidemos que el año pasado, un documento colonial del siglo XVI fue declarado Registro de Memoria del Mundo MOWLAC-UNESCO (2017). Lo alarmante es que este estancamiento significaría una probable pérdida del estatus y nomenclatura, a razón del incumplimiento de las obligaciones adquiridas para su incorporación al programa Memoria del Mundo. Este es tan solo un ejemplo.

En conclusión, no es que esté mal promover el arte, es necesario, pero cultura no son solo ferias de comida, entradas folclóricas, verbenas, actividades del calendario festivo y patrio o el show de grupos que monopolizan los servicios culturales. Es necesario reflexionar y asumir que con la sensibilidad del artista no se hace gestión, solo se hace arte, y la Casa de la Cultura requiere cambios estructurales, no emocionales.