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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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Convivir en la ciudad

Convivir en la ciudad
En el último tiempo en nuestra ciudad se ha perdido el sentido de comunidad, de respeto y de solidaridad. Y es que el modernismo, el crecimiento desmesurado y la inseguridad tienden a individualizar cada vez más a los habitantes de este terruño.

Los parques, las plazas, las fiestas, y especialmente las calles, en otros tiempos eran lugares de encuentro, de intercambio de alegrías y de conversación, y de esta forma el otro o la otra era parte de nuestra vida, de nuestra historia. Así se construyó comunidad y amistades que perduraron en el tiempo, y estas vivencias estaban llenas de humanidad. Pero nada es perfecto, “la ciudad del pasado no estaba tan bien, como la nostalgia tiende a hacernos creer”, pero lo cierto es que había más cercanía, más encuentro, más colectividad.

Nuestra ciudad sin duda hoy pasa por momentos difíciles en lo que a convivencia ciudadana, especialmente en el espacio público, se refiere. La convivencia exige una actitud de responsabilidad activa por parte de los ciudadanos. Ser ciudadano o ciudadana requiere, inevitablemente, asumir compromisos para con los demás y para con la ciudad, pero esencialmente para el bien común. No es solo cuestión de derechos, es ante todo asumir responsabilidades.

Pero cuáles son a nuestro entender algunos de los problemas que están provocando el deterioro paulatino de los estándares básicos de convivencia en el espacio público de nuestra urbe: el deterioro, la basura, la mala iluminación y la inseguridad, la ocupación de las aceras sin control, las peleas en los mercados, el maltrato en el transporte público, las bocinas, el no cumplimiento de normas de tránsito y los sonidos estridentes, la contaminación atmosférica, los bloqueos y las manifestaciones que perjudican la circulación, la falta de respeto a mayores y a personas diferentes, la poca solidaridad, los insultos, el acoso hacia las más jóvenes, comunicaciones violentas en los intercambios y negociaciones, los medios que no siempre informan con la verdad y transmiten valores racistas, patriarcales y coloniales, en general, la falta de cuidado de los espacios públicos y fundamentalmente el no luchar por el bien común, antes que por demandas corporativas.

Actualmente, hay un individualismo exacerbado instalado entre nosotros, hay egoísmo en nuestros corazones y un feroz consumismo que forma parte esencial del ciudadano en esta “sociedad del espectáculo” del siglo XXI, que tiene consecuencias nefastas para nuestro espacio público.

El problema de la ciudad moderna es, ante todo, falta de civismo, y se impone tal molestia bajo sus nuevas formas, que reclama vigorización y aplicación eficaz del espíritu municipal cívico, o sea la formación de una conciencia municipal, con la responsabilidad colectiva, merced a la cual el individuo debe considerar que el respeto a los demás comienza por el respeto hacia uno mismo. Por ello, al ser miembro de la ciudad, debe saber que el convivir en la ciudad es vital para garantizar una comunidad de respeto y de reconocimiento. Para vivir y convivir en nuestras ciudades necesitamos “generación de relaciones, actitudes, y transmisión de valores”. Para ello requerimos espacios vitales que favorezcan la colaboración, la cooperación, el encuentro, la comunicación, el compartir el juego y la vida, en momentos concretos. Esto es vivir, esto es convivir con quienes queremos, con los que están a nuestro lado en plazas, calles, trabajo, tienda, bar, mercados, comunidad de vecinos y vecinas.