EEUU se esconde tras un muro
18 de enero de 2019 (20:46 h.)
Cada día no dejan de sorprender las medidas que el Gobierno de Trump, irónicamente, va implementando, por cuanto las mismas van en contra de valores que los EEUU, que se precian propagandísticamente de ser defensores de la democracia y la libertad.
Es en ese sentido que es ya una sensación real comprender que vivimos tiempos de una desglobalización creciente, que tiene como un hecho revelador que el país que fue uno de los impulsores de la globalización, sea hoy el que vaya en contra de esa corriente que contemporáneamente marcó el unipolarismo de la hegemonía estadounidense, y que hoy, con su propuesta de levantar muros que cierren el paso a los migrantes, va en contra de quienes como Trump son precisamente migrantes, y no nativos norteamericanos.
Pero no solo el atentado es contra los migrantes, sino contra los valores democráticos que tradicionalmente defienden los norteamericanos, y que no gozan de mucha simpatía de parte de Trump, que dicho sea de paso fue electo, a pesar de haber perdido con más de tres millones de votos frente a Hillary Clinton.
Y es que, además, Trump mantiene el “cierre del Gobierno” -esa es la nomenclatura que se le da a la figura de una medida que restringe la prestación de servicios públicos no esenciales por parte del Gobierno norteamericano- con el propósito de presionar a los demócratas, que controlan hoy la cámara de representantes, para que aprueben el presupuesto para el financiamiento del muro, una medida que afectará a 380.000 personas que quedarán licenciadas sin goce de haberes, 800.000 empleados no cobrarán, incluyendo el 95 por ciento de los empleados de la NASA, 52.000 empleados de los servicios fiscales, 420.000 funcionarios públicos de servicios esenciales, quienes tendrán que trabajar sin cobrar de inmediato, 150.000 de la Secretaría de Seguridad Nacional y más de 40.000 agentes del FBI, la DEA y la administración penitenciaria.
La verdad es que son este tipo de despóticas decisiones las que demuestran que son tiempos de patéticas paradojas las que padece la más grande potencia del planeta, y que más que: “Hacer Grande América otra vez”, su gobernante está decidido a ir en contra de sus propios valores como la libertad, al encerrarse detrás de un muro; un otro muro de la vergüenza en el mundo.
Es en ese sentido que es ya una sensación real comprender que vivimos tiempos de una desglobalización creciente, que tiene como un hecho revelador que el país que fue uno de los impulsores de la globalización, sea hoy el que vaya en contra de esa corriente que contemporáneamente marcó el unipolarismo de la hegemonía estadounidense, y que hoy, con su propuesta de levantar muros que cierren el paso a los migrantes, va en contra de quienes como Trump son precisamente migrantes, y no nativos norteamericanos.
Pero no solo el atentado es contra los migrantes, sino contra los valores democráticos que tradicionalmente defienden los norteamericanos, y que no gozan de mucha simpatía de parte de Trump, que dicho sea de paso fue electo, a pesar de haber perdido con más de tres millones de votos frente a Hillary Clinton.
Y es que, además, Trump mantiene el “cierre del Gobierno” -esa es la nomenclatura que se le da a la figura de una medida que restringe la prestación de servicios públicos no esenciales por parte del Gobierno norteamericano- con el propósito de presionar a los demócratas, que controlan hoy la cámara de representantes, para que aprueben el presupuesto para el financiamiento del muro, una medida que afectará a 380.000 personas que quedarán licenciadas sin goce de haberes, 800.000 empleados no cobrarán, incluyendo el 95 por ciento de los empleados de la NASA, 52.000 empleados de los servicios fiscales, 420.000 funcionarios públicos de servicios esenciales, quienes tendrán que trabajar sin cobrar de inmediato, 150.000 de la Secretaría de Seguridad Nacional y más de 40.000 agentes del FBI, la DEA y la administración penitenciaria.
La verdad es que son este tipo de despóticas decisiones las que demuestran que son tiempos de patéticas paradojas las que padece la más grande potencia del planeta, y que más que: “Hacer Grande América otra vez”, su gobernante está decidido a ir en contra de sus propios valores como la libertad, al encerrarse detrás de un muro; un otro muro de la vergüenza en el mundo.