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  • Diario Digital | miércoles, 24 de abril de 2024
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COLUMNA TELARTES

Lo que pasa cuando nos ponemos de pie

Lo que pasa cuando nos ponemos de pie
En las escuelas enseñan a ponerse de pie para entonar las notas de himnos cívicos y patrios. En las iglesias enseñan a ponerse de pie para escuchar la palabra “del Señor” que la repite otro “señor”, pero hace unos días un grupo de mujeres feministas le enseñaron a operadores de justicia y medios de comunicación que ponerse de pie es un acto estético y político y significó: “Yo sí te creo”, “no estás sola”, “no fue la droga, no fue la ropa” y muchas otras consignas que interpelan una cultura judicial, social y política machista.

Para poner en contexto. El 18 de diciembre de 2018 sale a conocimiento público el caso de una violación colectiva contra una joven, acto que sucedió cuatro días antes. Los ahora conocidos como “la tropa de violadores” eran “amigos” de ella. Son esos momentos cuando el sentido común de la sociedad se pone en evidencia, y así como salta el hervidero de miedosos/as ante las feministas, también se fortalecen y emergen actoras culturales desde los feminismos.

Esto es lo que tiene a la capital cruceña agitada, porque hay un cambio revolucionario que no lo hará ningún candidato de fórmula política y ninguna iglesia, sino las mismas mujeres en las calles, en las redes, en las casas, en las fiestas, en los medios, en las universidades, en las escuelas y en cada rincón posible.

Fue así que, en la audiencia del pasado martes 8 de enero, cada vez que tomaba la palabra el equipo de abogadas/os en favor de la joven víctima, este grupo de mujeres feministas se ponía de pie, sin emitir palabra, pero su corporalidad y presencia gritaba todas las consignas necesarias: “Cárcel a la tropa”, “no estás sola”, “yo sí te creo”.

Tomando este contexto como análisis e interpretando desde los estudios culturales y sociológicos, la identidad (en singular) vendría a ser uno de los dispositivos culturales que promueve la cohesión social, lo que unifica a una sociedad o un pueblo. Es decir, en la identidad se vendrían a depositar estos códigos de una cultura en particular para dar sentido común a quienes conviven en un mismo lugar. Si existen feministas que están haciendo tanto ruido poniéndose de pie en audiencias y otros espacios de resistencia y lucha, es signo de que la identidad, que antes unificaba todo, ahora está en crisis y es necesaria su renovación. En vez de cerrar, abro con un par de preguntas que me surgen cuando se dan estas tensiones en culturas tradicionalmente machistas: ¿Cuál es el patrimonio que se quiere preservar?, y ¿por qué no se da paso a un nuevo legado humano que las feministas quieren construir?