A Claudia Soliz se le estrujó el corazón cuando el 1 de octubre del año pasado se enteró de que su hija, Camila, que cursaba el cuarto de secundaria, estaba a punto de aplazarse. Reclamó airadamente al maestro de Física, pero este alegó que no era su responsabilidad porque ella, como madre, no se había apersonado a la unidad educativa nunca, y se preocupaba, como hacen muchos padres, solo algunas semanas antes de finalizar la gestión.

Esta escena es recurrente y se observa en colegios particulares y fiscales. Los padres exigen que sus hijos pasen de curso y los maestros advierten que el estudiante no se esforzó.

Para evitar que siga sucediendo esta situación, los profesores de los diferentes colegios implementarán este año, con más rigurosidad, el Cuaderno Pedagógico en el que se registrará todo el proceso de enseñanza - aprendizaje del estudiante, cuya finalidad es mantener informado al padre y a la madre de familia sobre el avance de su hijo.

Empero, para que este Cuaderno Pedagógico funcione y cumpla su cometido, se requerirá de un trabajo coordinado entre padres y profesores. Los maestros deberán hacer un seguimiento lo más pormenorizado posible de cada estudiante, de modo que los progenitores estén siempre informados sobre el avance de sus hijos y reaccionar con tiempo si es que tienen bajas calificaciones, para no lamentar a fin de año.

Pero eso no será suficiente, los padres de familia deberán preocuparse de ir al colegio por lo menos una vez al mes para averiguar si su hijo necesita algún tipo de apoyo.

Es un craso error de parte de algunos padres argüir que no tienen tiempo para ir al colegio, por el trabajo u otras ocupaciones, y solo se les ocurre hacerlo cuando presienten que sus hijos están a punto de perder el año escolar.

En algunos casos, en los que los estudiantes tienen notas regulares, el colegio decide subir uno o dos puntos que les faltan con el compromiso de que su rendimiento sea mejor desde el primer día de clases de la próxima gestión.

La directora del colegio Wilge Rodríguez, Carmen Romero, afirmó que el mejor argumento que encuentran los padres es amenazar con ir a la Dirección de Educación o a quejarse con el Presidente de la Junta Escolar, lo que solamente forma hijos sobreprotegidos que serán a la larga personas fracasadas porque “creerán que todo se lo puede conseguir bajo presión”.

Respecto al Cuaderno Pedagógico, los maestros aseguran que esta herramienta ya había y que solo cambió de nombre. De ser así, el mismo no ha sido bien utilizado en los últimos años, porque no todos los maestros hacen un seguimiento de sus estudiantes y solo alertan a los padres cuando la situación de aplazo es inminente.

Por eso, es importante tomar en cuenta un trabajo más estrecho entre padres y profesores, con el apoyo de la Dirección de cada colegio, para no solo advertir con tiempo si un estudiante está mal en sus calificaciones, sino también para hacer una evaluación si realmente tiene un adecuado aprendizaje, al margen de las notas.

Los padres de familia deben también hacer el acompañamiento correspondiente a sus hijos durante todo el año, orientándoles en sus deberes escolares, pero, sobre todo, dialogando con ellos, para percatarse si atraviesan por conflictos o momentos difíciles.

En algunos casos será necesario que el estudiante tome cursos extras en materias específicas como matemáticas, química o física. Se debe tomar en cuenta que no todos los niños y jóvenes tienen los mismos intereses.

Algunos estudiantes tendrán más pericia en ciencias exactas, mientras que otros tendrán más facilidad para aprender las ciencias sociales. En suma, se debe tratar de buscar un equilibrio, que los estudiantes aprendan la base de todas las materias, y con más énfasis aquellas que más les interesa.