JAMUT’ARINA - REFLEXIONEMOS
Diferencias que alejan
10 de enero de 2019 (19:35 h.)
Juk jinakuna karunchan. La situación en el ámbito de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) en el campo es preocupante, hasta podemos considerarla discriminatoria. Cuando hago referencia al campo, estoy hablando de las provincias alejadas y las comunidades rurales.
La globalización del internet, el uso de los celulares inteligentes, de las redes sociales y de las computadoras son los indicadores de evaluación en la era digital. Mientras muchos países apuestan por la educación en base a las TIC y destinan mayores presupuestos cada gestión, en nuestro medio no ocurre este fenómeno. Aquí se exige actualización, que los profesores tengan competencias tecnológicas y los estudiantes se formen en las TIC, pero el Estado se olvida de dotar de medios tecnológicos, equipamientos y recursos pedagógicos a las unidades educativas rurales.
La desesperación y la impotencia que tienen los estudiantes de las provincias y del campo frente a la influencias cada vez mayor de las TIC en la educación les pone en desventaja con los estudiantes de las ciudades.
Yachay wasikuna chakra llaqtakunamanta chay internet, celulares y computadoras ñisqawan ima yachananku tiyan, paykunaqa kunankama karunchasqallapuni kanku. Ichaqa ayllukuna computadoras ñisqata kunankama mana apaykachankuchu, chayqa t´ukunapaq. (En las unidades educativas del campo deben aprender con internet, celulares y computadoras, ellos hasta ahora están discriminados. Pero las familias no manejan las computadoras y eso es preocupante).
La realidad social económica y cultural de las comunidades dispersas es cada vez más crítica. Muchas familias desconocen las ventajas de las Tecnologías de Información y Comunicación que trae para la educación y para la calidad de vida. La educación en el campo continúa siendo tradicional y conductista, porque, lamentablemente, la educación sociocomunitaria productiva no logra resolver las necesidades y dificultades que enfrentan.
Los currículos regionalizados, los proyectos socioproductivos a la hora de evaluar su impacto en la comunidad resultan siendo instrumentos de desintegración. Este modelo educativo no profundiza los paradigmas del Vivir Bien de los quechuas, aymaras, guaraníes y de las otras naciones. Por eso, estas diferencias nos alejan de la unidad. (chayrayku, kay juk jina kaykuna kikinkaymanta karunchan).
La globalización del internet, el uso de los celulares inteligentes, de las redes sociales y de las computadoras son los indicadores de evaluación en la era digital. Mientras muchos países apuestan por la educación en base a las TIC y destinan mayores presupuestos cada gestión, en nuestro medio no ocurre este fenómeno. Aquí se exige actualización, que los profesores tengan competencias tecnológicas y los estudiantes se formen en las TIC, pero el Estado se olvida de dotar de medios tecnológicos, equipamientos y recursos pedagógicos a las unidades educativas rurales.
La desesperación y la impotencia que tienen los estudiantes de las provincias y del campo frente a la influencias cada vez mayor de las TIC en la educación les pone en desventaja con los estudiantes de las ciudades.
Yachay wasikuna chakra llaqtakunamanta chay internet, celulares y computadoras ñisqawan ima yachananku tiyan, paykunaqa kunankama karunchasqallapuni kanku. Ichaqa ayllukuna computadoras ñisqata kunankama mana apaykachankuchu, chayqa t´ukunapaq. (En las unidades educativas del campo deben aprender con internet, celulares y computadoras, ellos hasta ahora están discriminados. Pero las familias no manejan las computadoras y eso es preocupante).
La realidad social económica y cultural de las comunidades dispersas es cada vez más crítica. Muchas familias desconocen las ventajas de las Tecnologías de Información y Comunicación que trae para la educación y para la calidad de vida. La educación en el campo continúa siendo tradicional y conductista, porque, lamentablemente, la educación sociocomunitaria productiva no logra resolver las necesidades y dificultades que enfrentan.
Los currículos regionalizados, los proyectos socioproductivos a la hora de evaluar su impacto en la comunidad resultan siendo instrumentos de desintegración. Este modelo educativo no profundiza los paradigmas del Vivir Bien de los quechuas, aymaras, guaraníes y de las otras naciones. Por eso, estas diferencias nos alejan de la unidad. (chayrayku, kay juk jina kaykuna kikinkaymanta karunchan).