Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 19 de abril de 2024
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Un acto de justicia

Un acto de justicia
Hay quienes, presumiendo poderes adivinatorios, afirman: Dime tu nombre y te diré quién eres. Por supuesto que tal requerimiento carece de seriedad, dado que si en el mundo la asignación del nombre singular o nombre propio es arbitrario y cambiante, y de propio no tiene nada, puesto que es impuesto a una criatura por razones familiares, históricas, religiosas o vaya Dios a saber.

No obstante tales afirmaciones, uno se enfrenta a evidencias contrarias, como cuando el nombre sí identifica plenamente a una persona, su actuar y su vida. Es ahí cuando cae la lógica racionalista. Como ejemplo pongo a quien su nombre de pila significa cobijo, auxilio y protección, y que además tiene la singularidad de ser uno de los pocos nombres femeninos que terminan en la vocal o; me refiero a Amparo. Y para ser más exacto a Amparo, cuyo patronímico es Carvajal, que representa, actúa y vive la defensa de los derechos humanos. Mujer ejemplar y valiente, cuya única divisa es: “Callar es lo mismo que mentir”.

En tal razón, levanta la voz contra las injusticias e imposturas de quienes, prevalidos de poder arbitrario o pseudo legal, menosprecian el valor fundamental de la vida y los derechos conferidos por la naturaleza; es a ellos a quienes confronta, reclama y exige el cumplimiento cabal de la ley. Con el mismo coraje enfrenta la persecución, la clandestinidad, el destierro, la presión psíquica y física y aun las amenazas de muerte.

Es una luchadora nata, defensora por vocación, nada la espanta ni amedrenta. Aún antes de radicar en Bolivia, en España, su patria de origen, asumió, como miembro de un grupo de religiosas, el compromiso de las misericordias: Estuve preso y me visitasteis; lo que conllevaba, en el estado franquista, a ser roja e indeseable, más aun perteneciendo a la orden de las Mercedarias encargadas de redimir al cautivo.

Desde los fatídicos días de la dictadura de 1971, y las demás sucesivas, participó en forma activa en todas las organizaciones que exigían justicia y libertad en forma conjunta con otros grandes luchadores, por citar algunos: Gregorio Iriarte, Eric de Wasseige, Luis Espinal y Xavier Albó. Estos, enfrentando los abusos dictatoriales, sentaron las bases de lo que posteriormente se denominaría Organización de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos (APDHB).

En los periodos democráticos exigió la materialización y concreción de las libertades civiles, ya no como meros enunciados. Instaurado el actual Gobierno, no obstante sus simpatías iniciales por los postulados esgrimidos, constató la tergiversación de estos, entre ellos la proclama gubernamental de “ni un solo muerto”. Mas luego acaecieron los hechos de Chaparina, Caranavi y Apolo. Ante ello, la acción y la voz de esta señora leonesa fue enérgica, como le consta a todo el pueblo. Igual conducta asumió frente al vejamen cruel al que sometió el Gobierno a los discapacitados durante su marcha de más de 300 días y su enjaulamiento posterior, cuando la verdadera jauría se hallaba al otro lado. Ese año, 2016, fue elegida como presidenta de la APDHB.

En estos momentos cruciales para la democracia, su lucha abierta continúa, y en tal virtud la declaración de un matutino de declararla personaje del año, más que un acierto es un acto de justicia.