Opinión Bolivia

  • Diario Digital | viernes, 29 de marzo de 2024
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TEXTUAL

Recuperemos nuestro mar

Recuperemos nuestro mar
“Saber y no saber, hallarse consciente de lo que realmente es verdad mientras se dicen mentiras cuidadosamente elaboradas, sostener simultáneamente dos opiniones sabiendo que son contradictorias y creer, sin embargo, en ambas, emplear la lógica contra la lógica, repudiar la moralidad mientras se recurre a ella, creer que la democracia es imposible y que el partido es el guardián de la democracia; olvidar cuanto fuera necesario olvidar y, no obstante, recurrir a ello, volverlo a traer a la memoria y luego olvidarlo de nuevo; y, sobre todo, aplicar el mismo proceso al procedimiento mismo. Esta es la más refinada sutileza del sistema: inducir conscientemente a la inconsciencia, y luego hacerse inconsciente para no reconocer que se había generado un acto de autosugestión. Incluso comprender que la palabra doble pensar, implica el uso de la doble pensar”.

Son palabras que George Orwell en “1984” que ponía en labios del Hermano Mayor, infalible y todopoderoso señor de la Tierra. La distopía cobra cuerpo en nuestra realidad concreta, en la que una dictadura folclórica se hace cuerpo en la realidad nacional y cuyo ideario no se expone en manifiestos, planes o programas de gobierno, sino en simples manifestaciones, palabras sueltas, expresiones públicas que resumen el pensar, actuar y la intención de quien las pronuncia: el gran líder y timonel, que ansía el poder por amor al poder en sí mismo, términos compilados por alguien que en la plenitud del sarcasmo denominado: Evadas.

En esa antología del pensamiento oficial figuran expresiones y manifestaciones del actual Mandatario, en las que el lenguaje y la expresión trazan un ideario de gobierno que trasunta en términos fidedignos de ambición del poder, pero que en términos concretos traduce el fracaso total de un sistema, y que el año que concluye ha demostrado palmariamente.

Baste un ejemplo: cinco años continuos se jugó con la conciencia ciudadana y con el fervor patriótico en relación a una solución pacífica para el retorno a nuestras costas marítimas, un lustro de folclorismo y de acciones populistas, un quinquenio de mordaza por un mínimo de interés superior que no permitía objeción alguna, no obstante que las actuaciones oficiales ameritaban explicaciones; luego vino el desastre mayúsculo, demostración de la irreflexiva y aventurera demanda cuyos resultados no permiten lugar a dudas y menos aún a transposiciones de factores que hayan motivado un resultado catastrófico a nuestras legítimas aspiraciones.

A meses de tal resultado, el silencio oficial e institucional es la única respuesta al oprobio, nada importa la dignidad y el orgullo nacional; poco importan las consecuencias para el futuro reivindicativo de la condición marítima; de nada sirve el fervor cívico, como tampoco el espíritu que hizo carne en la conciencia colectiva: el mar nos pertenece por derecho, recuperarlo es un deber.

Octubre de 2018 es el baldón que quedará grabado no solo en los libros de historia nacional, sino en la conciencia de todos los bolivianos que tuvieron la desventura de creer en las promesas de su Gobierno.