EN VUELO
El amor por las ocurrencias de nietos y bisnietos
24 de diciembre de 2018 (18:22 h.)
Si usted es uno de nuestros lectores que sigue las publicaciones sobre temas aeronáuticos, este artículo es una excepción, válido solamente para quienes tienen la dicha de ser abuelos, debido a que solo ellos podrán entender su contenido a cabalidad.
Ser abuelo es un estado verdaderamente hermoso que, lejos de hacernos sentir envejecidos, nos lleva a retroceder a nuestros años de juventud y, muy frecuentemente, a rememorar nuestra infancia, debido a la "chochera" que se manifiesta en nuestro ser.
Cuando a nuestros pequeñitos les aqueja algún problema de salud, que puede ser una molestia del estómago o quizás un resfriado, la preocupación nos hace desear ser nosotros los enfermos, cuestionándonos respecto al origen de su malestar.
Mientras fuimos padres y nuestros hijos nos mojaban las rodillas o las faldas de mamá, no ocultábamos nuestra molestia. Si con un nieto sucede lo mismo, tocamos la mojadura y nos persignamos cual si fuera agua bendita.
Si los hijos aprendían a decir malas palabras, les censurábamos. En cambio, a los nietos les festejamos con admiración por la divertida ocurrencia, y así sucede en muchas situaciones más.
Los nietos y los bisnietos son nuestros hijos por doble partida. Son esos seres que nos prolongan la vida. Los hijos, un testimonio; los nietos y bisnietos, la total confirmación. Por eso los amamos de manera diferente.
A los nietos y bisnietos les damos los besos que quizás olvidamos brindar a nuestros hijos y sus besos son tal vez los últimos que recibiremos. Inclusive nuestras emociones se manifiestan con mayor intensidad en una graduación de kínder de los nietos y bisnietos que en las graduaciones del colegio o la universidad de los hijos.
Con los nietos en brazos revivimos la juventud que sabemos que se nos fue. Ellos son la inyección que nos devuelve la juventud y las ganas de seguir viviendo, pidiendo al Altísimo que nos conceda más vida para seguir gozando de ellos.
Me siento muy afortunado por haber llegado a conocer a mis bisnietos Andrecito y July, y cada Navidad agradezco a Dios que los trajo a mi lado, que me dio vida y este hermoso regalo, y le pido que me permita disfrutar de ellos muchos años más.
Gracias Señor.
Ser abuelo es un estado verdaderamente hermoso que, lejos de hacernos sentir envejecidos, nos lleva a retroceder a nuestros años de juventud y, muy frecuentemente, a rememorar nuestra infancia, debido a la "chochera" que se manifiesta en nuestro ser.
Cuando a nuestros pequeñitos les aqueja algún problema de salud, que puede ser una molestia del estómago o quizás un resfriado, la preocupación nos hace desear ser nosotros los enfermos, cuestionándonos respecto al origen de su malestar.
Mientras fuimos padres y nuestros hijos nos mojaban las rodillas o las faldas de mamá, no ocultábamos nuestra molestia. Si con un nieto sucede lo mismo, tocamos la mojadura y nos persignamos cual si fuera agua bendita.
Si los hijos aprendían a decir malas palabras, les censurábamos. En cambio, a los nietos les festejamos con admiración por la divertida ocurrencia, y así sucede en muchas situaciones más.
Los nietos y los bisnietos son nuestros hijos por doble partida. Son esos seres que nos prolongan la vida. Los hijos, un testimonio; los nietos y bisnietos, la total confirmación. Por eso los amamos de manera diferente.
A los nietos y bisnietos les damos los besos que quizás olvidamos brindar a nuestros hijos y sus besos son tal vez los últimos que recibiremos. Inclusive nuestras emociones se manifiestan con mayor intensidad en una graduación de kínder de los nietos y bisnietos que en las graduaciones del colegio o la universidad de los hijos.
Con los nietos en brazos revivimos la juventud que sabemos que se nos fue. Ellos son la inyección que nos devuelve la juventud y las ganas de seguir viviendo, pidiendo al Altísimo que nos conceda más vida para seguir gozando de ellos.
Me siento muy afortunado por haber llegado a conocer a mis bisnietos Andrecito y July, y cada Navidad agradezco a Dios que los trajo a mi lado, que me dio vida y este hermoso regalo, y le pido que me permita disfrutar de ellos muchos años más.
Gracias Señor.