Opinión Bolivia

  • Diario Digital | martes, 23 de abril de 2024
  • Actualizado 03:42

SENTIDO COMÚN

El niño Manuelito, San Nicolás o Papá Noel

El niño Manuelito, San Nicolás o Papá Noel
Estamos cerca de festejar la Navidad, y como se ha vuelto costumbre, todas y todos nos lanzamos a las calles y a los mercados en busca de regalos para nuestros seres queridos. Es tal la oferta de productos y la variedad, que nos emborrachamos con las propagandas y las luces de colores, que en algunos casos son imágenes agradables y en otras se convierten en contaminación visual.

No obstante de esta actualidad abrumadora, quiero recordar mi niñez donde se festejaba con mucho entusiasmo el nacimiento de Jesús y no existía tanta mercantilización para los regalos. Nuestros padres aprovechaban la oportunidad para dotarnos de ropa y de zapatos, que en el mejor de los casos tenía que durarnos todo el año, y si alcanzaba el dinero compraban alguno que otro juguete que era muy apreciado por nosotros.

En la Noche Buena se reunía toda la familia a comer una rica comida, preparada por las prodigiosas manos de nuestra madre, y era común degustar de los laboriosos pastelitos de queso y jigote y también de los buñuelos con miel de caña. No existían panetones de ningún tipo. Los y las niñas adoraban a Jesús con cánticos y bailes, imitando a los pastorcillos. No depredábamos pinos y el nacimiento tenía pocas luces y muchos animalitos. Es verdad que esta costumbre vino de afuera, así como el cristianismo y la colonia.

Ahora, tenemos otra imposición cultural en el marco de la globalización, es el famoso Papá Noel que caracteriza la fiesta de Navidad. Se dice que viene del Polo Norte, como nos quieren hacer creer que todo lo bueno viene del Norte, pero algunas personas afirman que el Papá Noel tuvo su origen en Turquía, se llamaba Nicolás y los cristianos posteriormente lo santificaron nominándolo San Nicolás. Era un artesano que preparaba juguetes con sus propias manos para regalar a los y las niñas pobres.

El Papá Noel actual es ese señor gordo panzón, con barba y pelo blanco, de raza aria y traje rojo, que te conquista con su risa de hohoho y te invita a gastar. Es fiel representante del comercio y se ha convertido en el símbolo de una gaseosa muy cuestionada. Contrariamente al sentido común, en años anteriores nuestro Gobierno Municipal facilitó la decoración con esta figura en el Parque de la Familia y en la casona Mayorazgo. Allí se instaló la casa de Papá Noel, como si fuera el hacedor de estos espacios públicos, que son propiedad de la población, porque fueron construidos con dinero de los impuestos.

Con todo, lo cierto es que en la actualidad la figura de Papá Noel sirve para promocionar productos del mercado e instarnos a comprar y comprar, al más puro estilo de la sociedad de consumo extremo. Se valora el cariño en función del precio del regalo.

Se engalanan las tiendas, las calles y los parques con el Papá Noel, con renos o con muñecos de nieve que nada tienen que ver con nuestra realidad o con nuestro piso ecológico, pues en estas tierras no nieva y no existen los renos, o peor, se torturan a los árboles clavando luces en sus cortezas.

En este sistema capitalista, donde rige el mercado, todo se vende y se compra, acumulamos cosas innecesarias, hacemos todo por adquirir lo que está de moda y seguimos a las propagandas como zombies sin capacidad de crítica y de racionalizar nuestras verdaderas necesidades.

Hagamos votos porque la Navidad sea motivo de encuentro, de perdón, de fortalecer los lazos familiares y de reafirmación del amor que debe reinar en nuestras familias y de seguir luchando por una sociedad de iguales y de respeto mutuo.