Opinión Bolivia

  • Diario Digital | jueves, 25 de abril de 2024
  • Actualizado 00:06

Bloqueos de mediodía, un chantaje

Presión. Cuando alguien tiene una demanda insatisfecha bloquea el centro de la ciudad, porque con esta acción pretende llamar la atención de las autoridades para empezar a negociar.<BR>
Bloqueos de mediodía, un chantaje
Salir a toda prisa del trabajo a mediodía y encontrarse con bloqueos en las esquinas de avenidas céntricas es un hecho recurrente que perjudica por igual a moros y cristianos. Los conductores de vehículos deben buscar vías de escape para sortear los obstáculos, ocasionando que algunas calles se congestionen aún más.

Los choferes, nerviosos por la tardanza, empiezan a tocar las bocinas, como desenfrenados, intentan adelantarse por espacios estrechos y provocan en más de una oportunidad accidentes.

Mientras tanto, grupos de personas, algunas veces reducidos, se atrincheran en las esquinas y se adueñan de los espacios públicos. Si algún conductor se atreve a tratar de romper el cerco es insultado y agredido.

Cuando alguien tiene una demanda insatisfecha bloquea el centro neurálgico de la ciudad, porque sabe que provocará caos y la molestia de la gente. Con esta acción pretende llamar la atención de las autoridades para empezar a negociar.

Esta semana, por ejemplo, comerciantes de un sector salieron a bloquear las esquinas de las avenidas Ayacucho y Heroínas, las calles General Achá, Colombia y otras, porque pedían la restitución de funcionarios públicos a la Alcaldía de Cochabamba, uno de ellos el exintendente Rodolfo Ferrufino.

Y así se podría citar decenas de ejemplos, de bloqueos que se realizaron en el centro, a mediodía, cuando cientos de trabajadores, empleados y padres con sus hijos intentan salir del Casco Viejo para ir a sus hogares y retornar por la tarde, lo más rápido posible.

Pero se encuentran con estos cercos que les ocasionan retrasos y molestias. No hay otra opción, caminar hasta los puentes que circundan la ciudad para tomar un vehículo del transporte público o, finalmente, un taxi.

El problema es que con esta medida de presión no se afecta precisamente a las autoridades, sino que quien paga los platos rotos es la misma población. Aquel grupo que bloquea un día, protestará la jornada siguiente porque otros interrumpirán el tráfico vehicular.

Lo malo es que se bloquea el centro de la ciudad por cualquier tema, ya sea con una razón importante o por motivos fútiles, el objetivo es causar molestia en la población.

La movilización y la protesta son dos estrategias que tienen las personas que no han sido escuchadas en sus demandas, pero eso no implica que deban perjudicar al resto de los transeúntes que deben ir de un lugar a otro, a veces por una emergencia de salud.

El rato menos pensado el peatón se encuentra que los comerciantes, médicos, fabriles, estudiantes, funcionarios públicos, etc, han decidido bloquear el centro de la ciudad, a mediodía para ocasionar más caos y para salir en los noticieros, en vivo.

La Policía, que llega con sus equipos antimotines y el carro neptuno, mira algunas veces de palco a los movilizados y otras actúa con rigurosidad. Levanta el bloqueo en minutos o negocia para que permanezcan un par de horas más.

Lo preocupante es que, además del perjuicio que ocasiona el mismo bloqueo, hay algunos prepotentes que agreden a los ocupantes de los vehículos que intentan pasar por un cerco.

En más de una oportunidad, los usuarios del transporte público han resultado heridos por el impacto de piedras que lanzan los que están protestando por algún tema.

Definitivamente, quienes tienen una demanda deberían recurrir a otras formas de presión, para que las autoridades los escuchen y actúen en consecuencia, porque bloquear el centro de la ciudad es una medida gastada e impopular, que provoca la protesta de los perjudicados.

Además, quienes bloquean y perjudican deben ponerse en los zapatos de los afectados, porque lo más seguro es que mañana les tocará sufrir las mismas consecuencias.